a estas alturas aún no hemos dicho una palabra del porqué de ese destierro de nuestro pintor. Tres años pasó en la isla de Puerto Rico durante los cuales continuó con su tarea de pintor en todo momento. Las causas por las que el Monarca, Carlos III, le condenó a este alejamiento de España, están posiblemente relacionadas con cierta complicidad, que él estimó existente, en la vida un tanto licenciosa de de su hermano menor don Luis de Borbón: hablando claro , le consideró su compañero de correrías ó, al menos, su alcahuete. Pero quizá la razón principal estribaba en el hecho de que el propio don Luis, por éste motivo y por el temor del Monarca, cuyos hijos habían nacido todos fuera de España y que por lo tanto podrían perder sus derechos sucesorios, tal y como se interpretaba en aquel momento la Ley al respecto, fué alejado de la Corte por su hermano como primera medida y condicionado en su matrimonio, que en ningún caso debería dar lugar exigencias sucesorias.
La obra que estamos viendo, de un corte totalmente rococó, fué llevada a cabo una vez que el pintor, por fín, fué perdonado y pudo regresar a España, aún cuando no se le permitió residir en Madrid, sino a una distancia determinada que lo llevó a Bilbao. Era el año de 1785. Allí residió con su esposa, Micaela, francesa, y con sus hijas María y Ludovica. Formaba pareja con el del retrato de su mujer, hoy en el Prado, y ambas están pintadas sobre lámina de cobre y enmarcadas en trampantojo con adornos de flores y telas en el más puro estilo francés dominante.