en marzo de 1911, año de la fecha de este cuadro, Marc Chagall tomó el tren desde Rusia y tras un viaje de cuatro días apareció en París : el corazón se le ensanchó, su felicidad no tenía límites, estaba en la ciudad de la luz , en la ciudad del arte y de la libertad , eso era un sueño. Con este primer cuadro comenzamos una pequeña visión de la obra de este pintor especial, y lo abordamos ya en la capital de Francia. Chagall tiene 24 años y ha pasado sus años de niñez en una pequeña ciudad de la actual Bielorrusia, Vitebsk, ciudad situada en una zona destinada a ser ocupada principalmente por judíos. Por supuesto su educación en esos primeros años estará marcada por su origen pero pronto aparece el primer pequeño giro que empieza a dirigir su vida hacia algo diferente más universal y pleno que lo que habría sido una vida corriente en la gris, pobre y antigua Vitebsk : su madre, mediante el soborno, de otro modo no le hubiera sido posible a un chico judío, y en contra de la opinión del padre, consigue que Moishe Segal, que así se llamaba realmente Chagall, complete su tradicional educación judía en la escuela local con la asistencia a la escuela de arte de Yehuda Pen. Este, además, impresionado por la forma en que el joven judío maneja ya el color, le dispensa de pagar las cuotas de asistencia a sus clases. Moishe pinta todo lo que cae al alcance de su mano, su casa, su ambiente, sus compañeros, su pueblo, su religión , su Rusia,........
Siempre los llevará en su mente, en su corazón y en sus pinceles : Chagall no dejó nunca de pintar estos motivos, de una forma o de otra. Repleto de poesía ,colorido y frescura, se encuentra de frente con el movimiento cubista que precisamente se está fraguando en esos momentos a lo largo y ancho de los ambientes artísticos de París. Por supuesto Chagall desde el primer momento se siente influido por sus principios, pero como vemos hay algo muy suyo que lo hace distinto. De hecho, sus primeros contactos,más adelante hablaremos de ello, fueron con los poetas antes que con los propios pintores de la vanguardia. En este primer cuadro que vemos, ya el cubismo ha comenzado a hacer estragos, aunque no de forma brutal , pero la mesa esta deformada en su forma y perspectiva, flota en la habitación, sin lugar fijo, y lo mismo la silla, la mujer , su cabeza, sus brazos, no es preciso situarlos en un lugar fijo y racional, todo puede estar en varios lugares al mismo tiempo.... pero, ¿que cosas hay?. Pues podemos identificar hasta un samovar, ¿hay algo mas ruso?, eso sí , cayéndose, y lo mismo los vasos necesarios; y además hay una cabra, sacada directamente de la perdida ciudad de sus amores. Para remate nos ofrece una magnífica noche de plenilunio , como aquellas gélidas y despejadas noches invernales de su niñez. Todo ello en amarillo, un color que le va muy bién al recuerdo y a la nostalgia.
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