domingo, 3 de mayo de 2015

el greco - san pedro en lagrimas 1587 -1596


El Greco, ya desde su etapa italiana, se apoyó con frecuencia en la utilización de figuras de barro, de yeso y de cera, moldeadas por supuesto por él mismo, para crear y estudiar posturas para sus obras; la cosa no era ninguna novedad, sino una práctica muy empleada por los pintores de la época. El mismo Tintoretto lo empleaba con asiduidad: figurillas de estos materiales y hasta de cartón, que vestía y situaba en pequeños escenarios creados por el mismo e iluminados a conveniencia para estudiar los efectos de luces y sombras, colores, diferentes planos, contraluces, escorzos y, en fín, todo lo conveniente para trasladarlo al lienzo directamente ó a estudios previos.
En Toledo, donde poco a poco iba siendo conocido y demandado, el de Creta tuvo por fuerza que especializarse. Digamos que fué convirtiendo su taller en una verdadera factoría capaz de atender cuantos encargos le salieran. Mucho más rápida sería la ejecución de éstos si se contaba de antemano con modelos para cada caso, y mejor aún sí, una vez definido un prototipo, éste se copiaba casi exactamente igual variando alguno de sus elementos en función de la clase y procedencia del encargo en cuestión. El pintor sevillano Pacheco, contemporáneo del Greco, le visitó varias veces en su taller toledano y pudo comprobar algunos de estos procedimientos, cosa que ni gustó ni valoró, tratándose de un pintor que, como Leonardo, preconizaba el estudio directo del modelo natural: " si puedes acudir a la fuente , no eches mano de la vasija". Quizás no comprendía qué, en manos de nuestro pintor, esas toscas representaciones artificiales se transformaban en el lienzo en pura belleza y expresividad.
De Pacheco son estas palabras tras uno de sus encuentros en el taller:

" Dominico Greco me mostró una alacena de modelos de barro de su mano para valerse de ellos en sus obras, y, lo que excede de toda admiración, los originales de todo cuanto había pintado en su vida, pintados al óleo en lienzos más pequeños en una cuadra que por su mandato me mostró su hijo." 

Aquí tenemos a uno de sus San Pedro del que sin duda existiría en algún momento en las estanterías del taller una pequeña copia-modelo, origen de otras varias con el mismo tema y de los cuales traemos aquí éste del Museo Cau Ferrat de Sitges y cuatro más; verlos y observar las diferencias entre unos y otros:

-museo Soumaya Mexico city
-Bowes museum, Barnard Castle
-sacristia catedral Toledo
-hospital Tavera de Toledo

por supuesto no son exactamente iguales pero como veis presentan una serie de elementos esenciales que se conservan invariablemente : la disposición de las manos entrelazadas, la posición del rostro hacia lo alto, las llaves( excepto en uno de ellos), cierta iluminación vaporosa encima de la cabeza, el rompimiento con paisaje, siempre a la izquierda, con el sepulcro, la figura del ángel irradiando una luz sobrenatural y otra figura, probablemente de María Magdalena y, en fín, hasta las ramas a derecha e izquierda del santo.
De las cinco, para mi gusto, es la que aquí traemos la más bella y expresiva; como su nombre indica es, efectivamente, un San Pedro que ha llorado a lágrima viva, ojos lacrimosos y nariz roja, arrepentido de su cobardía especialmente, pero también de la imposibilidad de contar ya con otra oportunidad para dar la cara por su Maestro, que es precisamente el detalle que envenena esta tan conocida y frecuente flaqueza humana; máxime en éste caso si pensamos que San Pedro le daba ya a Jesús, en manos de gente que le odiaba, por perdido irremediablemente. Pero el Greco ha querido ofrecer a todos los cristianos toledanos de finales del siglo XVI un rostro lloroso pero al mismo tiempo tranquilo y ya reconciliado : difícil papeleta que quizá está resuelta gracias al labio entreabierto que ablanda la tensión muchísimo y llena de paz la expresión de Simón Pedro. 

Nuestra obra como ya se ha dicho pertenece al Museo Cau Ferrat de Sitges y adquirida por el pintor Santiago Rusiñol, quién fué uno de los mas fervientes admiradores del Greco a finales del siglo XIX. Tras su famoso viaje en carro por la Cataluña profunda de finales de siglo en compañía del también pintor Ramón Casas y el escultor Enric Clarasó a la búsqueda de su artesanía popular y la riqueza escondida en sus paisajes, acabó asentándose en París donde entró en contacto con Zuloaga el año 1889, esto es, precisamente con una de las personalidades que más ha luchado para reivindicar la figura del Greco. A partir de ahí ambos hicieron suya en común esta causa publicando artículos y cartas que enviaban periódicamente a colegas y escritores de éste lado de los Pirineos convirtiendo al pintor de Creta en uno de los referentes más notables del Modernismo catalán. Cuando tuvo la oportunidad de adquirir dos obras del Greco descubiertas como tales en París, no la dejó pasar y se trajo para España , a su casa-estudio de Sitges, Cau Ferrat, éste de Las lágrimas de San Pedro y una Magdalena penitente con la cruz. La llegada en procesión con los dos cuadros presidiendo se recordó durante mucho tiempo como una de las más alegres festividades entre las que allí anualmente, las famosas Fiestas Modernistas, se celebraban.

El año 1933 fué convertida esta casa en Museo y allí permanecen estas obras del Greco arropadas por una selección de cuadros de los más importantes pintores de aquella generación que tanto hizo para que hoy sea admirado y valorado. Allí hay obras de Rusiñol, Casas, Picasso, R. Pichot, Mas i Fontdevila, Zuloaga, Regoyos, Enric Clarasó, Manolo Hugué, Pau Gargallo......

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