miércoles, 25 de mayo de 2016

pierre bonnard - mujeres en el jardín-1890 -91



permitidme que comience el primer comentario sobre esta exposición aludiendo a lo que sobre el pintor Vincent Van Gogh figura en una de las entradas de este blog, los descargadores de Arlés - 1888, de la exposición Impresionistas y Aire libre; en sus últimos párrafos se habla de la influencia qué, sobre este pintor, tuvieron los grabados japoneses y el descubrimiento por su parte de muchas de sus cualidades en los cálidos y luminosos paisajes del mediodía francés. Van Gogh llegó incluso a versionar una obra del pintor japonés Utagawa Hiroshige, el puente Ohashi en Atake bajo una lluvia repentina, xilografía del año 1857, con el título de puente bajo la lluvia del año 1887. Por supuesto, al igual que muchos artistas, snobs y entusiastas de la época, se hizo, en colaboración con su hermano Theo, con una buena colección de estampas japonesas, ukiyo-e, que ambos presentaron en una exposición, el año 1887, en el café Tambourin de Montmartre.
Os traigo esta excelente página que contiene una buena colección de grabados japoneses y que permite apreciar su diversidad y evolución.

La influencia de lo japonés en la vida artística y en la decoración y el gusto de la sociedad europea de estos años de la segunda mitad del XIX es extensísima, los grandes salones se llenaron de sus estampas, el uso del kimono se puso de moda y hasta se tomaba en muchas casas el té con todo el ceremonial del país del Sol Naciente.
El Impresionismo y el Neo-impresionismo se vieron notablemente afectados por la forma simple y precisa y a la vez natural y descriptiva de esta forma de hacer y, no solo Van Ghog sino Maurice Denis (Easter mystery, 1891), Paul Gauguin (a seashore, 1887), Edgar Degas ( antes de la carrera, 1895), Claude Monet (Orchand in bloom, 1879), Toulouse-Lautrec (aux Ambassadeurs, 1894), Renoir (childrens'  afternoon at Vargemont, 1884) ó Whistler (Annabel-Lee, 1890) participaron en mayor ó menor grado de este entusiasmo.

Bonnard en este aspecto no fué ni mucho menos una excepción. Con la apertura comercial del Japón al mundo occidental, se inició un flujo contínuo de toda clase de objetos de arte, enseres de uso cotidiano, muebles, grabados, obras literarias, formas de vestir y costumbres y, en general, todo aquello originario de un país tanto tiempo cerrado y oculto, que generaba una irresistible atracción en la sociedad culta y refinada de la época. En definitiva Europa y América lo redescubrieron y lo oriental se puso de moda. El llenar sus salones del exotismo y belleza que indudablemente lo caracterizaba fué prioridad. El jóven Bonnard se vió influenciado por esta nueva marea y, al parecer, llegó a acudir varias veces a las llamadas cenas japonesas qué mensualmente se celebraban por iniciativa del más entusiasta comerciante y recolector de arte japonés del momento,  Samuel Bing, en las que se reunían coleccionistas, críticos y por supuesto pintores y en las que se usaban palillos al estilo oriental y se bebía el clásico sake. También adquirió, como muchos otros pintores de primera línea, algunos grabados en madera.

Como la mayoría de los Nabis, su actividad no se limitaba a la pintura, pués también diseñaba muebles, estampados para tejidos y ropa, todo tipo de murales y decoraciones, incluidas las relacionadas con la escena; llegó a hacer marionetas, ilustrar folletos, libros y anuncios publicitarios y, como vemos, pintar biombos. En efecto, los paneles que estamos viendo, Mujeres en el jardín, iban a formar parte de las cuatro hojas de un biombo, pero éste no llegó a existir nunca como tal. Quedó lo mejor, los paneles, que van pintados sobre papel y éste pegado al lienzo, y en los qué Bonnard representa cuatro mujeres al más puro estilo ukiyo-e :

Mujer con vestido de lunares, Mujer sentada con gato, Mujer con vestido de cuadros, Mujer con esclavina, todas ellas en un jardín. Como veis, se deleita en las curvas de los cuerpos, incluidos los de los animales, en los pliegues y ondulaciones de los vestidos y prescinde, como los japoneses, de sombras y escenarios en perspectiva; además trata el color con una delicadeza y armonía sublimes. La alegría y desenfado de las figuras caracteriza sus obras de estos momentos. Del año 1891 es su obra Dos perros jugando y también Mujeres con perro y cuyas figuras bién podrían formar parte de alguno de los paneles que estamos viendo. Ligereza, sinosuidad de líneas, sencillez y economía, cualidades tomadas todas ellas de los grabados japoneses.


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