martes, 7 de febrero de 2017
pierre bonnard - paisaje con cabras 1912
A finales de la primavera de 1912 Bonnard se trasladó unos dias al pequeño pueblo de Grasse, preciosa localidad próxima a Cannes en el mediodía francés; a primeros de Junio volvió a París trás una estancia corta pero excepcionalmente productiva: mas de diez obras, una de ellas de gran formato, la primavera ó primavera temprana en el campo, obra encargada a través de su marchante Barnheim por Ivan Morozov, magnate y gran coleccionista ruso de arte de vanguardia. Además, y para la suntuosa escalera de su residencia de la calle Prechistenka de Moscú, el año anterior Bonnard había finalizado su famoso tríptico Mediterráneo(1), (2), (3) que hoy podemos contemplar en la sala 416 del Hermitage de San Petersburgo. No era Bonnard el único artista contratado, también Denis lo fué por el magnate para decorar la sala de conciertos de dicha mansión. Si Mediterráneo, una composición como veis inmersa en el sol veraniego, debería ir en la escalera, la primavera y su otro encargo, el otoño: regogida de la fruta , irían a ambos lados completando el ciclo.
Volviendo a las jornadas en Grasse, el pintor acabó sus trabajos justo a tiempo para ser exhibdos en la galería Barnheim el 17 de Junio y posiblemente iría en el lote la pintura que estamos viendo paisaje con cabras, que había llevado a cabo en la villa del mediodía francés.
Se trata de uno de esos paisajes qué, analizando su colorido, podríamos calificar de fríos, frente a aquellos cálidos que nos han ido apareciendo una y otra vez. La diferencia, a mí parecer, es inmensa, cuando Bonnard decide que una obra sea de los primeros, lo hace a conciencia y no emplea un solo color caliente.Es posible que solo se deba al hecho de qué, desde sus comienzos, ha sido tremendamente versátil con el uso del color y producido obras en todas las gamas inimaginables, cuadros amarillentos relucientes, anaranjados hasta la saciedad, grisáceos tirando a negro, fríos verdosos, amarronados íntimos...aunque, para ser justos, también hay que decir que la luz entra cada vez más en sus obras a medida que pasan los años, siendo cada vez menos frecuentes esas que estamos llamando frías.
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