El cine, la literatura, la historia más de la calle y poco profunda, siempre nos han ofrecido una imagen de Juana I de Castilla demasiado terminate, hasta el punto de ser calificada como loca, palabra que inconscientemente añadimos siempre a su nombre. Sin embargo estudios mas profundos sobre su personalidad y sobre las circunstancias y motivos de su agitada vida revelan una mujer manejada por los hábitos sociales y morales de su época y por supuesto por intereses puramente políticos, que desembocaron finalmente en su encierro en Tordesillas en febrero del año 1509, donde fué decayendo física y anímicamente hasta su muerte en 1555.
Y los hechos lo demuestran : casada a los 17 años de edad con su primo tercero Felipe el Hermoso con el que tendría seis hijos, se convierte ocho años más tarde, al morir su madre Isabel la católica, en Reina de Leon y Castilla y posteriormente, al morir su padre Fernando de Aragón, añadirá a éstos reinos los de Navarra y la Corona de Aragón. Pero entre bastidores esta sucesión de acontecimientos tan simple sería desfigurada por la realidad:
en primer lugar su propia madre Isabel siempre se mostró alarmada y dubitativa sobre la capacidad de Juana para el gobierno de los estados, basándose en su falta de religiosidad, comportamiento que iría en aumento a lo largo de su vida, su deseo de independencia y una cierta imprebisibilidad en muchos de sus actos, hasta el punto de reflejarlo en su propio testamento.
en segundo lugar aunque en sus inicios su matrimonio con Felipe el Hermoso fué una verdadera luna de miel, se dice que fué un flechazo por ambas partes, pronto él comenzó a perder interés por Juana provocando en ella grandes celos, en la mayoría de los casos posiblemente justificados, pero que la sumían en crisis totalmente desorbitadas. En especial las esperas, Felipe se veía obligado a viajar con mucha frecuencia, se le hacían insoportables. Su deseo de reunirse con él fuera de España la enfrentaron una vez más con Isabel, que aconsejó su reclusión en el Castillo de la Mota.
en tercer lugar la jefatura de Juana I como Reina soberana nunca fué efectiva ni exclusiva, ya que estuvo compartida con su marido Felipe y con su padre Fernando hasta su fallecimiento. Desde el año de la muerte de Felipe los Estados trataron de gobernarse por Consejos de Regencia sin contar con Juana, quién trato por todos los medios de conservar sus legítimos derechos. Finalmente en 1509 su padre la recluyó definitivamente en Tordesillas aludiendo a su incapacidad mental, medida qué, sin embargo, era esencial para justificar su propia legitimidad en el trono castellano y después la de su nieto Carlos, futuro Carlos I.
Para abundar en detalles de la triste historia de esta maltratada mujer os traigo éste artículo de la revista Historia - National Geographic, pero la bibliografía sobre el tema, como sabreis, es abundantísima :
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/juana-loca-victima-conspiracion_9525
Francisco Pradilla. gran pintor aragonés nacido en 1848, fué durante dos años director del Museo del Prado y con el cuadro que estamos viendo ganó la Medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes del año 1878. Tiene tres obras que merece la pena que veais:
cortejo del príncipe don Juan por las calles de Sevilla
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