asiduo colaborador de Annibale Carraci desde su llegada a Roma con poco más de veinte años, nos presenta en éste fresco que flanqueaba junto al San Pedro el gran cuadro del altar de la capilla, un San Pablo de inteligente mirada que parece apretar en su mano izquierda algunos de sus escritos ó epístolas.
Tras de muerte de Carraci, Lanfranco regresó a su ciuad natal, Parma, donde desarrolló una gran y magnífica carrera como decorador al fresco de numerosas iglesias. Pasó posteriormente a Nápoles y, trás doce años trabajando en ésta ciudad italiana, volvió a Roma donde murió.
De sus numerosa obras os traigo los maravillosos frescos que decoran la cúpula de la iglesia de Sant´Andrea della Valle , una visita obligada si visitais la ciudad eterna.
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