miércoles, 14 de junio de 2023

pedro de alcántara tellez, duque de osuna - francisco de goya - 1795



 un gran retrato de Francisco de Goya, fechado en el año 1795, pero que podría ser incluso más tardío por su gran dominio técnico y su riqueza de colorido. Restaurado por el Museo Metropolitano de Nueva York, al igual que el ya visto anteriormente de Velázquez, Felipe IV en Fraga, figuró en la grandiosa exposición que sobre el genio aragonés se celebró en la National Gallery de Londres el pasado año 2015 y que atrajo a mas de 180000 visitantes.

Posiblemente ésta obra formó pareja con el de su propia mujer, María Josefa de la Soledad Pimentel, de 1785, tratándose de lienzos de las mismas dimensiones en los que, en pareja, ambos esposos enfrentan sus miradas. María Josefa, condesa-duquesa de Benavente, era su prima hermana y fué dama de gran condición que rivalizó con la de Alba e incluso con la misma reina María Luisa, tanto en el plano meramente personal, como en el cultural, social y filantrópico, manteniendo siempre una lucha constante revindicando el acceso de la mujer a las instituciones. Y, en lo que a nuestro pintor se refiere, le apoyó desde el primer momento junto a su marido mediante numerosos encargos y atenciones. 

En efecto, el interés y la relación de ésta familia aristocrática con el pintor, en ningún modo exclusiva, por su palacio pasaban literatos, músicos, artistas y, en definitiva, lo mejor del panorama cultural de la época, le proporcionó hasta casi 30 encargos. Unos son estrictamente familiares, como el conocido los Duques de Osuna y sus hijos, de 1788, y, los más, son obras que habrían de decorar los salones del Palacio que poseían cerca  de Madrid, en la Alameda, el Capricho. Estas las llevó a cabo Goya en dos fases, una primera entre 1786-87, representando escenas populares al estilo de sus famosos cartones para tapices, véase por ejemplo Procesión de aldea, y posteriormente entre 1797 y 1978, una segunda serie !dentro ya de lo que sería su época negra!, seis pequeñas escenas de brujería, oscuras y tenebrosas, los asuntos de brujas, como se la vino a llamar. Ver ahora sus conocidos Aquelarre ó Vuelo de brujas.

_ un momento, me quiere decir que una dama tan refinada y culta se avino a disfrutar de la tranquilidad de su hogar rodeada de tales negruras ?_

Pues sí, y tiene su razón de ser. Esa dama, como usted dice, inteligente y casi erudita, poseía una biblioteca de casi seis mil volúmenes, entre los que se encontraban unos cuantos títulos relacionados con la brujería y otros temas de carácter esotérico. Te recomiendo que visites esta entrada de la web: el jardín de las brujas, que agradecemos a Laura Galdeano, muy ilustrativa sobre esta cuestión de la brujería qué, en estos años además, era del interés de una parte apreciable de la clase intelectual y aristocrática.

El atuendo con el que Goya representa al Duque es el imperante venido de nuestra vecina Francia, gris el pelo por haberse empolvado, coleta y casaca gris abotonada como veis por encima del chaleco.

El asunto de la datación de la obra sigue sin estar hoy día del todo aclarado. Algunos incluso piensan que podría haberse completado incluso después de la muerte del duque en 1807, valiéndose de una miniatura existente, propiedad hoy del Prado, debida al pintor Guillermo Ducker, y en la que el aristócrata posa de lado, tal y como lo hace en el que estamos viendo, cosa muy poco frecuente en los retratos del aragonés. Otros argumentan detalles técnicos que Goya solo empezó a utilizar en sus últimos años (¿tonos rojizos de los nudillos?......)

A finales del siglo XVIII la familia Osuna entró en bancarrota, debido posiblemente a negocios fallidos con banqueros franceses ó inversiones poco afortunadas. Pedro de Alcántara llegó a ser embajador en Francia tres años y poco después de volver a España murió casi en la ruina.

    

   

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