en los años en que Van Dyck entró a colaborar y, por supuesto, a aprender en el taller que Rubens tenía en Amberes, éste no solo era el gran centro de producción de la nueva escuela flamenca, sino también de reunión de la vida artística e intelectual. Por allí pasaron, y el artista tuvo ocasión de conocer y tratar, muchos de los personajes que posteriormente aparecerían en su Iconografía, famosa colección de grabados. Fué aquí, en este lugar ,donde Van Dyck comenzó a experimentar con esta técnica que le llevaría a ser una de las grandes figuras en esta disciplina artística. En esta página que señalamos podeis admirar algunos de los existentes en el Rijksmuseum de Amsterdam; ampliarlos al máximo para verlos al detalle. Están a la altura de los de Goya, Rembrandt ó Picasso.
Este cuadro también es de tema religioso, bastante frecuente en esta primera época de su carrera. Es indudable que Van Dyck era ya en su adolescencia y primera juventud un individuo bastante influenciado y posiblemente convencido por la religión, sobre todo en lo que se refiere a dedicación y entrega a la Iglesia. Esto lo había recibido a través de su familia, donde estas cualidades se habían manifestado en dos casos concretos : el hermano más pequeño llegaría a ser prior y algunas de sus hermanas eran muy beatas ,cuando no monjas. Lo cierto es que la espiritualidad que se manifiesta en éste y en muchos otros de sus cuadros religiosos así lo manifiesta. En este caso la cabeza de Cristo ,un elemento más de ese cuerpo inerte y desmadejado que cuelga de los brazos de su madre y de Juan, está, a pesar del inmenso sufrimiento físico y sobre todo moral que acaba de soportar, envuelta en una serenidad y un enmarañado de bellísimos tonos rojizos que la adornan y la convierten en el elemento principal de la obra. Para mí, es una de las cabezas de Jesús, abundantísimas en toda la historia del arte, mas bellamente representadas. La lástima es que, aún no careciendo de personalidad y finura, el resto de los personajes, ante lo sublime de esta representación de Cristo difunto, no pasan de ser meros comparsas. Aquí la efectividad del tema en lo que a impresión visual y emocional se refiere es muy notable y Cristo es ,no era para menos , la estrella. Como ocurre con Ribera y su Descendimiento ó con el Greco y su Trinidad, pero no así con Van der Weyden , donde el cuerpo ya cerúleo de Jesús es uno más entre las maravillosas individualidades que lo rodean.
Atribuidas a Van Dyck hay varias obras con este mismo tema que intentaré poner en orden :
-la del Royal Museum of Fine Arts, Antwerp de 1635
-la del museo de bellas artes de bilbao de 1634 1640
-la de la Gemäldegalerie de dresde 1629-1630
-la de la alta pinacoteca de munich 1634
No hay comentarios:
Publicar un comentario