y del cuadro anterior pasamos a éste casi del mismo año en el que a primera vista se puede apreciar un cambio total en la soltura y en el modo de hacer. Parece hecho al estilo de su maestro Rubens...¿no os parece?. A su lado, Cristo entrando en Jerusalen y todo su cortejo parecen algo rígidos, las texturas de sus ropas y músculos mas lentamente elaboradas, como más acartonadas, la postura de las cabezas más amaneradas. Aquí, en el Sileno, todo es más fluído, las pinceladas se ven más , son más sueltas, las texturas de todo el conjunto, debido a ello, quedan mucho más reales, y si no fijaos en los hermosos pliegues de la ropa de la mujer, en sus cabellos, en el mismo manto rojo, hermosísimo, de la figura de la derecha: que diferencia en la hechura de sus pliegues y en sus contrastes entre luz y sombras. Aún cuando el modelo de este jóven parece ser el mismo en ambos cuadros, se percibe ya en el que nos atañe una dignidad en el rostro y en la postura que presagia el gran retratista que llegará a ser.
Podemos seguir con el corpachón de Sileno, y aquí os aconsejo que abrais una ventana con el botón derecho del ratón y amplieis con el + : !qué maestría en la elaboración de la anatomía del viejo , en la representación de su ya flácido abdómen y en el tratamiento de las zonas sombreadas!. Estamos ante otro Van Dyck ó ante una posible ejecución conjunta con su maestro, ó quizás, en tan breve espacio de tiempo, asistimos ya a una imitación perfecta de su estilo y su técnica.
Desde luego la obra está firmada por el discípulo en la base del jarro que apura uno de los presentes : VAD, VAn Dyck, y aunque el artista le tuvo siempre en un gran aprecio, me direis que esto no es ni mucho menos definitivo. Para ayudar algo en el tema he traído algunas obras simultáneas o anteriores de ambos artistas, en las que nos podemos fijar y compararlos si es el caso.
En primer lugar, es obligado, traigo un autorretrato del joven Van Dyck, magnífico, hecho a la edad de tan solo 15 ó 16 años. Sin palabras ; demuestra que ya entonces , en lo que respecta a dominio del dibujo y de la técnica podía hacer casi todo. Parece que el propio Rubens conocía esta obra y era un admirador de la misma.
La siguiente es otro Sileno Ebrio de Van Dyck, pleno de fuerza y esplendor de forma, color y composición que podemos ver en el Museo de Bellas Artes de Bruselas.
Después un Sileno borracho , este de Rubens de 1618.
A continuación otro Sileno borracho atribuido a Van Dyck de 1620 perteneciente a la National Gallery de Londres y en la que, según los expertos puede haber varias manos, incluso las de Rubens, aunque las figuras serían con certeza de Van Dyck.
Y, finalmente Bacanal de 1615 y Hércules borracho de 1611, ambos de Rubens.
Todas ellas tienen en común el que representan un personaje más o menos decadente y suficientemente ebrio como para tener que ser sostenido por otros. Y en cuanto a influencias entre maestro y discípulos, para mí queda claro lo que es de cada uno, aún cuando en Van Dyck ciertos modos y maneras están clarísimamente influenciados por la constante presencia avasalladora de la excelencia pictórica desarrollada a estas alturas por el gran maestro flamenco. En éste cuadro la cabeza de Seleno y la de la mujer que lo sostiene a su derecha podría haberlas pintado perfectamente Rubens. Sin embargo el maravilloso y delicado entrelazado de sus manos, también a la derecha, y su dibujo bién delimitado y consistente , están hablando de alguien ya desligado y con una personalidad y técnica especiales. Esas manos son uno de los detalles mas emocionantes de toda la exposición. Fijaos en ellas.
La figura de Sileno, padre adoptivo de Dionisio, dios del vino, ha sido extensamente representada en el mundo de la pintura, siempre muy ebrio, viejo ya y sostenido por sátiros como él ó subido a un asno. Para Rubens era la representación de todos los males y desgracias derivadas de la embriaguez humana.
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