Iba a inagurar la que sería su tercera exposición en aquella ciudad y empezaba a ser conocido en sus ambientes artísticos. Así, los visitantes de la Feria Mundial de Chicago de 1933 habían podido contemplar su obra La persistencia de la memoria, sus famosos relojes blandos, que hemos visto anteriormente, y, sobre todo, Retrato de gala con dos costillas de cordero en equilibrio sobre su hombro (cortesía de Artehistoria) del año 1933 había causado verdadera expectación, y no solamente en la prensa especializada. Levy se convertiría en su principal promotor en aquel país de forma que hasta 1941 le procuró nada menos que seis exposiciones individuales.
Cuando el pintor llegó ese año a la ciudad norteamericana ya había enviado una buena cantidad de cuadros, dibujos y grabados y a su obra se había hecho referencia en muchas conferencias sobre el movimiento surrealista que comenzaba a hacer mella en los círculos mas progresistas.
En definitiva no era ni mucho menos un desconocido.
Volvamos ahora atrás unos cuantos años en la vida de Dalí para verle en dos momentos relacionados con dos de los objetos que aparecen en el cuadro: el caballo magnífico, blanco y poderoso, alzándose hacia la infinitud del cielo y el ciprés del que emerge. Relacionado con el primero, traemos un pequeño episodio de su infancia por boca de su hermana Ana María:
Mi hermano decía siempre que quería ser Napoleón. Un día que íbamos de excursión a la ermita de San Sebastián, estaba tan rendido que ya no podía ni andar. Tieta le hizo un gorro de papel y, poniéndoselo en la cabeza, le dijo que ya era Napoleón. Inmediatamente se espabiló. Montado en una caña a modo de caballo, subió, animoso, la empinada cuesta que lleva a la ermita.
Cuando desfallecía, bastaba que Tieta imitase el redoble de los tambores para que Salvador, montado en su Pegaso, que en aquel momento era un vulgar trozo de caña, subiera galopando hasta la misma ermita, a pesar de la intensa fatiga que indudablemente sentía. Y a lo más alto llegó sin caer del caballo alado que con tanta propiedad representaba a su férti l imaginación.
Ahora podemos ver a Dalí niño sentado en su clase de Els Fossos distraído mirando a la ventana a través de la cual se pueden ver dos cipreses. Será una de sus imágenes constantes en esos años. En sus andanzas por los caminos del Ampurdán siempre lo acompañarán estos esbeltos árboles que constituían una magnífica barrera contra los vientos, tan frecuentes en ésta comarca. La introducción de éste árbol es constante a lo largo de toda su producción; aparte de estas consideraciones deben tenerse en cuenta las magníficas cualidades no solo simbólicas , el más allá, la muerte, lo eterno, la ascensión espiritual, sino también puramente pictóricas al tratarse de un elemento vertical estabilizante en cualquier obra y enormemente sugestivo y perturbador.
El que Dalí incluya un caballo, aún sin ser alado como Pegaso, emergiendo libre y poderoso del interior de uno de sus cipreses, puede ser interpretado como la liberación de algo verdaderamente opresivo , tal vez alguno de sus antiguos traumas , tal vez su propio padre. Pero aquí Dalí, una vez más vuelve a dejar a un lado cualquier representación convencional, como sería hacer emerger un animal vivo, veloz y heroico, tal y como , influido por Odile Redon ó Frederik Leighton, haría cualquier artista surrealista de su época, y congela toda la acción tal y como nos indica desde el mismo título de la obra : osificación matinal. El árbol mítico de su niñez florece al aire cristalino de la mañana ampurdanesa en forma de caballo de hueso que rompe la negra coraza arbórea ,se detiene frío y deslumbrante y ahí queda. No puede haber forma más sutil de tratar el tema.
Y, por supuesto, nuestro pintor acompaña éste bellísimo hallazgo con una delicadeza y virtuosismo en el empleo del pincel extraordinarios ,lo cual desde luego no es nuevo en su ya extensa obra.
Por último , y como tercer elemento, aparecen las nubes dalinianas, nubes engrosando, creciendo amenazantes, cúmulos tan familiares para él y para cualquier ampurdanés, dada la característica y explosiva metereología de éste extremo de la península.
Soy un gran admirador de Dalí, no tengo que decir lo mucho que estoy disfrutando con estas recientes entradas.
ResponderEliminarGracias.
Saludos.
gracias a tí Sergio. Por mi parte te diré que me estoy metiendo en un mundo mágico y cada vez más misterioso. Gracias Dalí.
Eliminarun saludo