jueves, 11 de agosto de 2016

pierre bonnard - la tarde burguesa 1900


La escena que nos presenta el pintor en esta obra con seguridad ha llamado vuestra atención por su tremeda quietud y frialdad; nada tiene que ver con la anterior que veíamos de su mujer, la indolente , llena de pasión, de color y de fuerza expresiva. Aquí, como en Crepúsculo, se ha vuelto a parar la imagen, se ha vuelto a congelar la feliz reunión familiar, estamos otra vez ante un momento cotidiano de cualquier vida corriente, un momento lleno de una inmensa paz.
Pero si os preguntara que tipo de escena tenemos ante nuestros ojos,  no vacilariais en contestarme qué nos encontramos ante un retrato, un retrato, por supuesto, familiar, y ahí entra Bonnard en esa gran tradicción pictórica que tantas grandes obras ha ofrecido a lo largo de toda la historia de la pintura, desde lo más intimo hasta los grandes retratos de familia de nobles y reyes, como las Meninas de Velázquez ó la familia de Carlos IV de Francisco de Goya. En todas, sin embargo, la estaticidad de la escena es denominador común .Cuando se trata de personas reales, con nombre y apellidos, la escena se para, exactamente igual que ocurrirá forzosamente años después con el advenimiento del retrato fotográfico. Las excepciones a esta característica son pocas, pero las hay, como la bellísima obra de Robert Braithwaite Martineau, the last day in the old home de 1862 ó las delicadas escenas familiares (1), (2) de Henri Lebasque . Hasta una familia de saltimbanquis es representada por Picasso en total quietud, sin el más mínimo asomo de  gesto ó actitud que pueda descubrirnos sus  habilidades. Algunas llegan casi a inspirar temor como la de la familia Gravenor de Thomas Gainsborough, que nos observa fijamente desde un recóndito rincón de la campiña inglesa.    

La reunión tiene lugar en la casa propieded de su abuela en Le Grand-Lemps, Alpes franceses, donde el pintor pasó siempre sus vacaciones hasta bién entrada su juventud. Muchísimas de sus obras representan la finca y sus alrededores; en definitiva, un lugar especialmente querido y frecuentado. Al parecer la figura de su madre aparece representada al fondo en la ventana a la derecha de la casa, mientras que, perfectamente reconocible, podemos ver al compositor francés Claude Terrasse, cuñado y compañero de milicias de Bonnard, con barba, cómodamente aposentado en ese sillón largo de la izquierda a quién retrató, y no solo ésta vez, fumando en pipa y acompañado de su mujer, Andrée, hermana del pintor, en su obra intimidad del año 1891, obra como podeis ver declaradamente influenciada por los consabidos ukiyo-e japoneses.

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