también llamado la carga de los mamelucos, es, junto con los fusilamientos el 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío, las dos obras e gran formato con las que el pintor aaragonés quiso perpetuar la gloriosa resistencia de un pueblo contra el invasor, en éste caso como sabeis, el invicto ejército de Napoleón I.
Para ello, con la complacencia del gobierno regente, que sufragó los gastos necesarios, emprendió la tarea seis años después de acontecer los hechos, hechos que posiblemente nunca llegó a presenciarlos en persona,
Los famosos mamelucos, aquí desbordados por el ataque desesperado de la población madrileña, muy inferior en equipo e instrucción militar, formaban parte del ejército francés a raíz de su incorporación trás la campaña militar de Napoléon a Egipto en 1801, y, estando acuartelados en Carabanchel, fueron sorprendidos por la rebelión popular. Según me he informado, iban normalmente armados de trabuco, cimitarra, dos pistolas, un puñal y hasta una maza ó un hacha disponible en el arzón de su silla. Todo éste completo arsenal se enfrentó a simples cuchillos, tijeras, utensilios de cocina contundentes, palos,...en fín, cualesquiera cosa capaz de herir ó matar.
La obra es de una voilencia y movimiento exhacerbados. Por su dinamismo puede recordar a algunas de Rubens como San jorge y el dragón ó el rapto de las hijas de Leucipo y a otra de Delacroix ó Gericault. Pero, a diferncia de todas éstas, es de un realismo brutal y de un colorido riquísimo, como es habitual en Goya. La locura del enfrentamiento, el ansia de matar y, al mismo tiempo el miedo a morir ,se vé reflejado en todos los rostros pero en especial en los de los caballos, que el pintor hace partícipes y protagonistas involuntarios con gran maestría.
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