no podían faltar en esta exposición los bodegones, al fín y al cabo una obra de arte como las demás, donde, en la época que nos concierne, siglo XVII, la libertad compositiva del artista podía expresarse casi sin límites, sin tener que ceñirse como era habitual a temas religiosos, bíblicos o históricos en los que el tema elegido le obligaba a ceñirse a las propias circunstancias del mismo.
No obstante, hay que decir que la pintura de objetos naturales dispuestos conformando un bodegón siempre había existido en el mundo del arte, desde el antiguo Egipto decorando las paredes de algunas de las tumbas, hasta estos años, unas veces formando parte de escenas en los que solo eran simples detalles accesorios y otras conllevando una clara connotación religiosa ó trascendental.
A pesar de que este género ganaba adeptos en toda Europa y, por supuesto, también en Italia, no estaba a la altura de lo que se consideraba como una obra de arte total, lo que se llamaba gravitas, la "gran pintura", era algo menor, demasiado simple a pesar de, en muchos casos, ser el resultado de un gran virtuosismo. Pero la gran revolución en el arte del bodegón estaba llegando de la mano de los adelantos científicos, los nuevos escenarios geográficos que iban descubriéndose y la nueva pintura al óleo que permitía apurar todos los detalles naturalistas del objeto que se tratara. Muchos de los artistas que fueron incorporando el bodegón en su obra fueron mujeres, algunas especializadas en la representación floral y muchas en todo lo demás.
Entre ellas traemos a la nacida en una pequeña ciudad italiana junto al Adriático, Ascola Piceno, de padres artesanos, Giovanna Garzoni, quien desarrolló a lo largo de su vida itinerante una carrera artística especializada en la elaboración de obras de pequeñas dimensiones representando objetos naturales con gran delicadeza y precisión. El hecho de haber trabajado en su primera etapa ayudando en una farmacia, hizo que por sus manos y sobre todo por sus ojos pasara todo un mundo vegetal, incluso hizo su propio herbolario, lo cual sin duda debió influir en su obra, una vez se dedicó definitivamente a la pintura. Sus pequeñas miniaturas se hicieron famosas entre las clases más acomodadas, llegando a recibir numerosos encargos de este tipo hasta de la mismísima Corte de los Médicis durante su estancia en Florencia, Finalmente se instaló en Roma donde acabó su larga vida, llegando a ser admitida como miembro de la Academia de San Lucas, cosa excepcional siendo mujer.
Como curiosidad esta pintora estudió el arte de la caligrafía de la mano de Giacomo Rogni, y llevó a cabo un libro de título Libro de’ caratteri cancellereschi corsivi or Book of Chancery Cursive Characters. He encontrado esta página en la web, ucdarthistoryma, en la que Aoife Cosgrove hace un magnífico estudio de este libro y de su relación con Regni y otros pintores flamencos.
Sobre el melón de esta obra que vemos se ha posado una mosca, lo cual no es de ningún modo algo excepcional en la pintura de bodegones de estos años; muchos pintores querían que sus obras fueran todo un sistema ecológico natural, haciendo convivir en la escena a cualquier especie si se daba el caso.
En la siguiente referencia podreis disfrutar de algunas obras más de Giovanna
No hay comentarios:
Publicar un comentario