sábado, 10 de febrero de 2018

ignacio zuloaga - retrato de valentine dethomas 1895


Zuloaga vivió toda su vida en París, aunque ni mucho menos de una forma continuada, iendo y viniendo con frecuencia a España y alternando con viajes a otros países. Aunque abandona esta capital para trasladarse a Zumaya tras la ocupación alemana durante la Primera Gran Guerra, retorna a la primavera siguiente y no vuelve a nuestra nación hasta 1917.
Así, tuvo ocasión de tratar a casi todos los artístas de vanguardia del momento y a trabar amistad con algunos, españoles y franceses. Queramos o no queramos, la variedad alimenta siempre la riqueza en todos los órdenes de la vida, desde la composición y vida social de los pueblos hasta las obras que puedan salir de las manos del artista, del escritor y hasta, del más excelso de todos, el poeta. Sin mezcla la inspiración corre el riesgo de anquilosarse, encallecer y atrofiarse en una rueda monótona y aburrida. Zuloaga en París, desde su arribada a esta capital, no perdió ni mucho menos el tiempo, recibiendo influencias de unos y de otros que inmediatamente se empezaron a reflejar en sus obras.

Coincidía por las noches en la Academia La Palette con un grupo de pintores catalanes entre los que se encontraba Santiago Rusiñol. El centro lo dirigían Gervex, autor de la famosísima obra Rolla de 1878, obra rechazada por el Salón de París de ese mismo año por "indecente", según se expuso por lo insinuantes que podían parecer al espectador las ropas esparcidas en desorden al pié de la cama que ocupa una mujer desnuda contemplada por su amante, Eugène Carrière y Pierre Puvis de Chavannes a quién admiraba. Con Carriere contrairía una gran amistad. 
Sin embargo fué otro personaje quién tuvo más trascencencia , desde su incorporación a esta Academia en 1891, en la relación de nuestro pintor con el grupo de pintores destacados del París de aquellos años. Nos referimos a Maxime Pierre Jules Dethomas, pintor, grabador, ilustrador y  diseñador teatral y futuro director artístico de la Opera de París, de familia perteneciente a la alta burguesía de Burdeos que contaba entre sus ascendientes con lo mas selecto de la política, la banca y el arte. A través de él Zuloaga entraría en contacto con Toulouse Lautrec, amigo íntimo de Maxime desde su primer encuentro en la librería Revue Indépendante, y de ahí con los impresionistas, Manet, Degas y todos los demás.

Su amistad con él y con la familia Dethomas fué en aumento hasta el punto de ser invitado a pasar una temporada en sus posesiones de Burdeos. Allí Zuloaga formaría una piña con sus hermanas y en especial con su hermanastra Valentine, con la que finalmente se casaría en 1899, y a la que vemos en éste cuadro teñido de simbolismo  cuando contaba con venticuatro años de edad. En adelante esta jóven se convertiría en el eje espiritual y artístico del pintor. No en vano era ya una influyente mujer que mantenía una intensa relación con medio París, Marcel Proust, Debussy, Falla, Manet, Lautrec, Gauguin, Degas, Ravel y Rodin entre otros. 

El cuadro que estamos viendo, de grandes dimensiones, 2 x 1.2 mts, es, para mi gusto, de lo mejor de la exposición, con influencias claramente simbolistas como ya hemos anteriormente apuntado, pero dentro del estilo frío y de ambiente lúgrube pero intenso que Zuloaga nunca abandonó. El detalle del arbol retorcido por el viento detrás de Valentine acentúa paradógicamente su serenidad y majestuosidad y refuerza las brillantes facciones del rostro de la jóven, rostro que os pediría ampliarais en pestaña aparte para apreciar la sencillez y precisión de sus pinceladas, curvas estas en consonancia con las del resto de la obra. Por otro lado hay que mencionar la parquedad y, al mismo tiempo, intensidad del negro de la vestimenta; un solo color, liso total, sin adornos ni pliegues, configura todo un modelo bellísimo, recordando otra vez por su prestancia al gran Velázquez.

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