lunes, 10 de febrero de 2014

salvador dali - retrato de luis buñuel 1924


en febrero de 1921 falleció su madre, Felipa Domenech, y su padre, meses después, volvió a contraer matrimonio con su cuñada Catalin, hermana de Felipa. Fué un golpe brutal para Salvador; el mismo nos dice : "el peor golpe de toda mi vida; yo la adoraba; para mí era única. Llorando y con los dientes apretados juré qué, con todo el poder de la luz divina, un día mi glorioso nombre rescataría a mi madre de la muerte y del destino". Consciente de los dones  recibidos, no solo artísticos sino también intelectuales, Dalí desde muy temprana edad se vió un genio es todos los sentidos, ve en su futura gloria la solución de todos los problemas incluyendo como vemos, la misma muerte.

En el otoño de 1922 llega a Madrid acompañado de su padre y de su hermana para presentarse al examen de ingreso en la Escuela de Bellas Artes, un exámen famoso por su dureza: seis días jugándosela delante de una escultura clásica sin consejos ni correcciones, esperando solo al cabo el juicio final. Tras muchos  abandonos y vueltas a comenzar, comienza desde cero su trabajo el último día de la prueba y...!es aceptado!. El dibujo , a juicio del tribunal, es perfecto.
Tiene 18 años y se instala en la Residencia de Estudiantes, instituto adscrito a la Institución Libre de Enseñanza. Allí entrará en contacto enseguida con un grupo de intelectuales entre los que se encuentran Federico García Lorca, Pepín Bello, Eugenio Montes y Luis Buñuel, al que vemos en el retrato a la edad de 24 años.

De la Academia a la Residencia y vicebersa; así fueron los primeros años de su estancia en Madrid. Encerrado en su habitación, estudiaba y trabajaba sin descanso. Cinco meses después cambió ese ascetismo por la vida de la calle, comenzando una época de verdadero bohemio, alternando las clases con los cafés y las tertulias artísticas y políticas de moda. Pero nunca abandonó el estudio, en esos momentos enfocado en el cubismo y en Braque, ni sus visitas dominicales al Prado.

Buñuel había recibido una estricta formación jesuítica en el Colegio del Salvador de Zaragoza, y, aunque lo abandonó resentido por algún choque con el profesorado, mantuvo una ferviente fé católica hasta ya la época de su entrada en la Universidad, donde tras sucesivos cambios, acabó decantándose por los estudios de Filosofía. Pero desde su más tierna infancia su pasión por el cine fué siempre constante. Su amistad con Dalí daría lugar a una estrecha colaboración entre ambos a medida que se iban introduciendo más y más en la corriente surrealista; fruto de la misma sería la sorprendente y casi brutal película Un perro andaluz, que se estrenaría a el año 1929, en la que se encadenan una serie de sueños extraídos de las propias obsesiones tanto de Dalí como de Buñuel con el objetivo de provocar en el espectador un verdadero impacto a través de sus imágenes.

También se dió tal colaboración en la realización del film La edad de oro, aún cuando ya en ésta época las relaciones entre ambos no eran tan estrechas, puede ser por la entrada de Gala en la vida de nuestro pintor ó, quizas, debido a la imposibilidad técnica y de censura para incorporar al guión ideas dalinianas excesivas hasta para el mismo Buñuel, quién ,por otro lado, progresaba rápidamente en las nuevas técnicas cinematográficas, lo cual le distanciaba de un Dalí a su vez cada vez más inmerso en el surrealismo pictórico y teórico.

El retrato en cuestión, qué regaló a su amigo, expresa con precisión la dureza de rasgos, tanto físicos como psicológicos del famoso cineasta. Observar la fuerza de carácter que emana de sus labios y de su barbilla y especialmente de su mirada, y que el maestro ampurdanés hace resaltar en un fondo frío, enjuto y sereno. Para mí, de los mejores retratos de Dalí, y los tiene excelentes, y si no, véase éste de su padre de 1921. Este de Buñuel vuelve a incorporar algunos cortes cubistas pero obedece más al clasicismo en el retrato que se observa en ésta época en muchos pintores, entre ellos el mismo Picasso. Según se cuenta, Buñuel colgó orgulloso el cuadro en sus casa, dándose la circunstancia de ser el único, debido a que padecía de aracnofobia y los cuadros colgados eran escondite idóneo para estos insectos.       

  

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