martes, 28 de octubre de 2014

el greco - tríptico de módena - 1568


 Se trata de un tríptico, un altarcillo portátil muy abundante en toda la cultura bizantina tanto pintados como en bajorelieve, algunos verdaderas maravillas en marfil, y cuya tradicción se remonta a los primeros tiempos del Imperio de Oriente. Aunque inicialmente solían estar dedicados a enaltecer la figura de un personaje ó de un mandatario, tras la aceptación del Cristianismo fué la representación de motivos relativos a ésta religión el tema recurrente.


Respecto al lugar y la fecha de su creación no hay todavía total unanimidad entre los estudiosos y es que no hay duda de que se trata de una obra qué, si como muchos de ellos la sitúan en torno al año 1568, y en este año figura fechada en la exposición que nos trae, significaría un paso atrás en su rápida evolución italiana. En efecto, no hay más que compararla, al menos en lo que a técnica se refiere, con las dos grandes obras de éste período, sus famosas Purificaciones del Templo, una de las cuales ya hemos visto anteriormente, y las dos Curaciones del ciego, la de Dresde, de 1567 y la de Parma ,algo posterior. Como se puede ver, nada tienen que ver con el Tríptico. Hay quién argumenta que pudiese ser una obra hecha aún en Creta que remataría ya en Italia, e, incluso, que pudiera ser un encargo de alguien de la isla que concebiría allí ,lo acabaría en Venecia y lo mandaría a su cliente.
Autores hay que lo tratan sin piedad, mientras otros elogian todo lo nuevo y bueno qué, con todo, hay en la misma. En fín,yo particularmente la veo ya, sin discusión, dentro de las obras con maneras italianas, figuras más llenas y redondeadas, con cierto movimiento, más naturalidad en las ropas, uso de la perspectiva en algunas escenas, con cierta profundidad en el paisaje en otras, pero, a pesar de todo, el aspecto, el color ,la disposición general es todavía la de un icono. 


Una obra que no fué descubierta hasta el año 1937 y que se encontraba almacenada y olvidada entre otras muchas en los sótanos de la Galería Estense de la ciudad de Módena como su nombre indica. Quizá fuera a descansar allí durante varias centurias procedente de la gran colección de obras de arte que poseían los titulares de la casa de Este, familias que lideraron los Ducados de Ferrara y Módena desde el siglo XIII hasta bién entrado el XIX. Lo cierto es que gracias al eminente historiador Roberto Pallucchini, director del Museo, quién lo encontró y sacó a la luz, podemos hoy incluirlo entre las obras del pintor cretense.
 
En su cara principal podeis ver una Alegoría del caballero cristiano acompañado en sus laterales por una Adoración de los pastores y un Bautismo de Cristo. Así pues, como veis, el Greco lleva al tema principal de la obra la exaltación de las virtudes morales que deben adornar al soldado de Cristo y que se ven reconocidas y premiadas por éste. Naturalmente el pintor aprovecha el escenario para llenarlo de figuras en movimiento portando los símbolos de la Pasión de Jesús, quién aparece triunfante sobre la muerte y acompañado del Espíritu en forma de paloma frontal, todo ello en un paraíso celestial plano, gaseoso y lleno de luz dorada y refulgente típicamente cretense. Podríamos ver un anticipo de sus futuras composiciones cielo-tierra, ésta última con los justos a la izquierda y los condenados a la derecha, empujados por demonios a las fauces de un monstruoso Leviatán. En medio, las tres virtudes Teologales. Una interpretación del Juicio Final, tema que el de Creta vería incontables veces en las estampas que circulaban con profusión tanto en Venecia como en las islas bajo su dominio.
Por otro lado las figuras y su disposición y relación en la escena son ya totalmente occidentales, aún cuando, como ya hemos indicado,no alcanzan el nivel de otras composiciones de estos mismos años. El mismo Pallucchini que descubrió el tríptico, encontró algunas similitudes con grabados existentes, entre otros el grupo superior de ángeles en la Anunciación que es casi idéntico al de un grabado de Giacomo Caraglio.
Lo cual no es ninguna novedad pues según refieren los historiadores del arte que han tratado de profundizar en su obra durante estos años oscuros de formación renacentista en suelo italiano, el Greco tomaba con frecuencia modelos de obras y grabados que estaban a su alcance, incluyéndolos en sus escenas, unas veces todavía con torpeza pero otras también con soltura y ya cierta personalidad artística.

Por el reverso destaca la tabla central donde el pintor ha representado de forma un tanto misteriosa, casi espectral, una vista del monte Sinaí, el lugar, como sabeis, donde Moises recibió de Jahvé las Tablas de la Ley, escena que aparece en la cima del pico central. El Monasterio que se puede ver es el de la Transfiguración ó de Santa Catalina, lugar sagrado ya entonces para las tres principales religiones monoteístas y también de peregrinación. Erigido por Justiniano sobre lo que era una capilla edificada por la propia Santa Elena, madre de Constantino, en el lugar donde se suponía se conservaba la zarza ardiente que cita la Biblia, alojó el cuerpo de Santa Catalina, mártir cristiana, depositado milagrosamente por ángeles. Posiblemente varios peregrinos son los que aparecen en la parte inferior de la obra. Hoy día el lugar, Monasterio y Monte, continúa conservando esa misma atracción y está declarado Patrimomio de la Humanidad.  La escena del Greco es perfectamente original pero solo en la atmósfera en que la envuelve; el tema casi con seguridad procedería de representaciones en madera que en esos años se vendían a los peregrinos hacia éste Monasterio.
En el Museo Histórico de Creta de Heraklión, se conserva una tabla del Greco con el mismo tema, el Monte Sinaí, pero posterior, posiblemente del año 1570-72, con figuras más elaboradas y convencionales.



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