Ahora conoceremos a otra artista francesa, Marie-Rosalie Bowheur ó Rosa Bowheur, que casi alcanzó el pasado siglo XX, moriría el 25 de Mayo de 1899, y que destacó principalmente por dos facetas: el tema principal de casi todas sus obras fueron los animales y las escenas campestres, y ..... su vida transcurrió, como más adelante veremos, iluminada por un fulgor de libertad, valentía y firmeza,
De los seis miembros que componían su familia, nada menos que cinco serían antes o después artistas: su padre, Raymond Bonheur, era dibujante, dos de sus hermanos, Auguste y Juliette, también se especializaron en la pintura de animales, y el que queda, Isidore, fué un gran escultor. Solo nos queda la madre, Sophie, pianista para completar la academia, pero murió muy jóven de tuberculosis, cuando Rosa contaba solo 11 años, y Raymond hubo de hacerse cargo de este prometedor plantel. Todos ellos fueron pintores destacados y sus obras figuran en colecciones y museos de todo el mundo.
Con seis años, Rosa y su familia se traslada París donde su padre funda una escuela de dibujo para mujeres. En esos primeros años en esta ciudad, su madre se volcaría en la atención de la niña, un poco tarda en la escritura, y, como forma de aprendizaje, la instó a acompañar cada letra con el dibujo de un animal. Tan pronto como pudo, comenzó a frecuentar el Louvre y a copiar figuras de animales, frecuentes en pintores como Gericault ó Delacroix. Pero no contenta con eso, visitó en numerosas ocasiones el matadero observando atentamente la anatomia de los cuadrúpedos e incluso asistiría como oyente a la facultad, contemplando disecciones y familiarizándose con la disposición de músculos y osamenta para futuras obras.
En 1843 presentó por primera vez obras en Salón de Ruan, repitiendo en el del siguiente año y obteniendo en ambos medallas. A partir de ahí todo fueron éxitos y reconocimiento. Quizá fue su Feria de los caballos, exhibida en el Salón de París del año 1853, la pintura que le reportó fama internacional y la pemitió el contacto con las altas esferas de la sociedad, monarcas incluidos, como la mismísima reina Victoria de Inglaterra. Rosa no escatimó esfuerzos y preparación en su elaboración: para hacer bocetos y dibujos de primera mano, visitó durante año y medio, cuantas veces pudo, la Feria del caballo que se celebraba semanalmente en París. También la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, le encargó personalmente la obra Cambio de pasto en 1863, quién además la distinguiría con la famosa Legión de Honor francesa. Hasta diez pinturas suyas fueron expuestas en la Exposición Universal de París del año 1867, volviendo a contar de nuevo con su obra en la siguiente del año 1871 en Londres.
Bastantes años antes, en 1849, su padre había fallecido y Rosa, con 27 años, hubo de hacerse cargo de la Escuela de dibujo en París que ya mencionamos, a pesar de lo cual siguió, como vemos, manteniendo e incluso superando el alto nivel artístico adquirido.
A partir de la guerra franco-prusiana de 1870 comenzó a pintar leones. En nuestro Museo del Prado tenemos uno de los muchos que llevó a cabo; se llama el Cid, y no se con seguridad si está expuesto actualmente.
Rosa Bowheur fué una más de las mujeres que de una forma u otra mantuvieron con constancia la lucha reivindicando un papel en sus actividades sociales y artísticas similar al de los hombres. Como otras colegas que hemos visto en anteriores entradas, creo que sin duda lo consiguió, y su empeño estuvo impregnado de una valentía y una autenticidad que, en algunos momentos rayaron en abierta disputa. El tener que encargarse de la academia de dibujo, visitar mataderos, asistir a clases en la Universidad, escenarios la mayoría de ellos copados por el otro género, posiblemente influyera, junto con la educación recibida de sus padres, en su forma de vestir muy masculina, acudiendo al pantalón, primero sin permiso y después "legalmente" cuando consiguió una autorización oficial renovable semestralmente. Para la época, algo insólito.
Pero además fumaba puros y asistía a cacerías. En cierta ocasión, cuando contaba 14 años, le encargaron a su padre un retrato de la pequeña de 12 Nathalie Micas ; las dos niñas intimaron hasta el punto de no volver a separarse hasta la muerte de la segunda casi cuatro décadas después. No se conoce que tuviese nunca alguna relación sentimental con un hombre. Quizás todos estos detalles de su vida personal llevaran a muchos a considerarla homosexual, pero sea o no, ella nunca se molestó en admitirlo ni en negarlo, pero sí en hacer hincapié en su libertad para vivir como quisiera y no bajo la jurisdición masculina imperante, y en proclamarlo como mujer, algo así como: en mi vida solo mando yo, y, según sus propias palabras: "Solo debo dar gracias a Dios por haberme
protegido dándome como amiga un ángel custodio": Nathalie.
Al éxito como artista le acompañó por fín el bienestar económico; Rosa adquirió el Cháteau de By, una extensa propiedad cercana al Bosque de Fontainebleu, lugar ideal donde viviría con Nathalie, inmersas ambas en ese ambiente campestre que tanto amaba y se vertía maravillosamente en toda su obra. Hoy a pasado a ser el Museo-Estudio Rosa Bonheur.
Nathalie murió el año 1889 y ese mismo año comenzó otra relación con la pintora estadounidense Anna Elizabeth Klumpke que duró diez años, hasta la muerte de Rosa cuando contaba 77 años de edad. De Anna es este bello retrato que le hizo el año 1898, un año antes de morir, y que se conserva en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Sus restos y los de sus dos compañeras, Nathalie y Anna Elizabeth reposan en el precioso cementerio parisino de Pére-Lachaise, un jardín encantador rodeadas de otros destacados talentos como Oscar Wilde, Balzac, Jim Morrison, el de los Doors, Paul Eluard, Miguel Angel Asturias, Edith Piaf, Chopin, Delacroix, Seurat, Sarah Bernhardt ó Moliere.