domingo, 16 de febrero de 2025

henriette browne - las hermanas de la caridad - 1859

 Ya conocimos a esta gran pintora francesa anteriormente en este mismo blog a propósito de su obra una cautiva griega del año 1863. 

Aparte de la frecuencia en los que los temas  de marcado carácter orientalista aparecían en sus obras, debemos añadir otra notable cualidad que a lo largo de su carrera supo llevar hasta un altísimo nivel: el realismo presente en todas las escenas, realismo extraído directamente de la observación directa de la vida circundante, no copiando, sino haciendo suyos gestos, aptitudes, movimientos y posturas corporales, luces y sombras, decorados.........y, principalmente, y esta es para mí la principal cualidad, sentimientos. Lo podemos apreciar en las siguientes obras: 

-reading lesson tapestry

-madre e hija

-visitando a la abuela

-esperando la cena 

 



  

 


 

viernes, 14 de febrero de 2025

rosa bowheur - pastor de los pirineos - 1888

 Ahora conoceremos a otra artista francesa, Marie-Rosalie Bowheur ó Rosa Bowheur, que casi alcanzó el pasado siglo XX, moriría el 25 de Mayo de 1899, y que destacó principalmente por dos facetas: el tema principal de casi todas sus obras fueron los animales y las escenas campestres, y ..... su vida transcurrió, como  más adelante veremos, iluminada por un fulgor de libertad, valentía y firmeza,

 De los seis miembros que componían su familia, nada menos que cinco serían antes o después artistas: su padre, Raymond Bonheur, era dibujante, dos de sus hermanos, Auguste y Juliette, también se especializaron en la pintura de animales, y el que queda, Isidore, fué un gran escultor. Solo nos queda la madre, Sophie, pianista para completar la academia, pero murió muy jóven de tuberculosis, cuando Rosa contaba solo 11 años, y Raymond hubo de hacerse cargo de este prometedor plantel. Todos ellos fueron pintores destacados y sus obras figuran en colecciones y museos de todo el mundo.       

      Con seis años, Rosa y su familia se traslada París donde su padre funda una escuela de dibujo para mujeres. En esos primeros años en esta ciudad, su madre se volcaría en la atención de la niña, un poco tarda en la escritura, y, como forma de aprendizaje, la instó a acompañar cada letra con el dibujo de un animal. Tan pronto como pudo, comenzó a frecuentar el Louvre y a copiar figuras de animales, frecuentes en pintores como Gericault ó Delacroix. Pero no contenta con eso, visitó en numerosas ocasiones el matadero observando atentamente la anatomia de los cuadrúpedos e incluso asistiría como oyente a la facultad, contemplando disecciones y familiarizándose con la disposición de músculos y osamenta para futuras obras.  

En 1843 presentó por primera vez obras en Salón de Ruan, repitiendo en el del  siguiente año y obteniendo en ambos medallas. A partir de ahí todo fueron éxitos y reconocimiento. Quizá fue su Feria de los caballos, exhibida en el Salón de París del año 1853, la pintura que le reportó fama internacional y la pemitió el contacto con las altas esferas de la sociedad, monarcas incluidos, como la mismísima reina Victoria de Inglaterra. Rosa no escatimó esfuerzos y preparación en su elaboración: para hacer bocetos y dibujos de primera mano, visitó durante año y medio, cuantas veces pudo, la Feria del caballo que se celebraba semanalmente en París. También la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, le encargó personalmente la obra Cambio de pasto  en 1863, quién además la distinguiría con la famosa Legión de Honor francesa. Hasta diez pinturas suyas fueron expuestas en la Exposición Universal de París del año 1867, volviendo a contar de nuevo con su obra en la siguiente del año 1871 en Londres.

Bastantes años antes, en 1849, su padre había fallecido y Rosa, con 27 años, hubo de hacerse cargo de la Escuela de dibujo en París que ya mencionamos, a pesar de lo cual siguió, como vemos, manteniendo e incluso superando el alto nivel artístico adquirido.

A partir de la guerra franco-prusiana de 1870 comenzó a pintar leones. En nuestro Museo del Prado tenemos uno de los muchos que llevó a cabo; se llama el Cid, y no se con seguridad si está expuesto actualmente.

Rosa Bowheur fué una más de las mujeres que de una forma u otra mantuvieron con constancia la lucha reivindicando un papel en sus actividades sociales y artísticas similar al de los hombres. Como otras colegas que hemos visto en anteriores entradas, creo que sin duda lo consiguió, y su empeño estuvo impregnado de una valentía y una autenticidad que, en algunos momentos rayaron en abierta disputa. El tener que encargarse de la academia de dibujo, visitar mataderos, asistir a clases en la Universidad, escenarios la mayoría de ellos copados por el otro género, posiblemente influyera, junto con la educación recibida de sus padres, en su forma de vestir muy masculina, acudiendo al pantalón, primero sin permiso y después "legalmente" cuando consiguió una autorización oficial renovable semestralmente. Para la época, algo insólito.

Pero además fumaba puros y asistía a cacerías. En cierta ocasión, cuando contaba 14 años, le encargaron a su padre un retrato de la pequeña de 12  Nathalie Micas ; las dos niñas intimaron hasta el punto de no volver a separarse hasta la muerte de la segunda casi cuatro décadas después. No se conoce que tuviese nunca alguna relación sentimental con un hombre. Quizás todos estos detalles de su vida personal llevaran a muchos a considerarla homosexual, pero sea o no, ella nunca se molestó en admitirlo ni en negarlo, pero sí en hacer hincapié en su libertad para vivir como quisiera y no bajo la jurisdición masculina imperante, y en proclamarlo como mujer, algo así como: en mi vida solo mando yo, y, según sus propias palabras: "Solo debo dar gracias a Dios por haberme protegido dándome como amiga un ángel custodio": Nathalie. 

Al éxito como artista le acompañó por fín el bienestar económico; Rosa adquirió el Cháteau de By, una extensa propiedad  cercana al Bosque de Fontainebleu, lugar ideal donde viviría con Nathalie, inmersas ambas en ese ambiente campestre que tanto amaba y se vertía maravillosamente en toda su obra. Hoy a pasado a ser el Museo-Estudio Rosa Bonheur. 

Nathalie murió el año 1889 y ese mismo año comenzó otra relación con la pintora estadounidense Anna Elizabeth Klumpke que duró diez años, hasta la muerte de Rosa cuando contaba 77 años de edad. De Anna es este bello retrato que le hizo el año 1898, un año antes de morir, y que se conserva en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Sus restos y los de sus dos compañeras, Nathalie y Anna Elizabeth reposan en el precioso cementerio parisino de Pére-Lachaise, un jardín encantador rodeadas de otros destacados talentos como Oscar Wilde, Balzac, Jim Morrison, el de los Doors, Paul Eluard, Miguel Angel Asturias, Edith Piaf, Chopin, Delacroix, Seurat, Sarah Bernhardt ó Moliere.


 

 



viernes, 7 de febrero de 2025

henriette browne - una cautiva griega - 1863

 en nuestro comentario sobre esta obra merece la pena que, además de presentar a la arista, nos permitais hablaros algo también de la "famosa" modelo que aquí aparece. Se trata de una tal María Pasqua Abruzzesi, una niña de siete años de edad cuando posó para Henriette, nacida en un pequeño pueblo al sur de Roma y en el seno de una familia de cuatro hijos, cuyos padres, sin muchos recursos, se trasladaban cada invierno al sórdido extraradio de la capital del Tiber en busca de un suplemento con que aumentarlos, suplemento que obtenían !trabajando como modelos para artistas¡, pues afortunadamente ambos, al parecer, eran dos tipos guapos. Tras el trabajo invernal en la ciudad, retornaban al campo para pasar el verano.

María acompañaba con frecuencia a sus padres a las sesiones y pronto a algunos de los artistas para los que posaban les llamó la atención la gracia y belleza infantil que de forma natural se desprendía de la pequeña. Así, padre e hija, ésta con seis años y por las buenas, tuvieron la valentía y el arrojo que se necesitaba para trasladarse de Roma a París en condiciones bastante precarias y con la esperanza de hacer de María el tema principal en la paleta de los mejores pintores parisinos.

Ese tema, ella misma, podría destacar entre muchos otros en un momento en el que estaba de moda la representacíon de niños y niñas adornados de las más diversas maneras pero siempre posando en escenarios y ambientes románticos. Afortunadamente, todo fué un completo éxito, como lo demuestran este retrato de pequeño tamaño de María, réplica del que presentó el pintor Charles Jalabert en el Salón parisino el año 1863, el llevado a cabo por Ernest Hebert que se conserva en el Museo Hebert de la Tronche  de Francia ó el del pintor Leon Bonnat del Instituto Munson-Williams de Utica (USA), de 1880.

Y, atención, aquí se acaba el prometedor futuro, al menos el artístico, de la pequeña. Una aristócrata francesa, nacida en Inglaterra, Helena, condesa de Noailles, embelesada por su candided y belleza, la compró a su padre adoptándola como hija, con la intención de que nunca más debería posar, debiendo ser educada según la doctrina de la Iglesia. Y así fué: María llevó en adelante una vida totalmente opuesta a aquella de su niñez, aquellos días felices entre el campo y la brillantez de la fama y el glamour del mundo artístico, en resumen una rara existencia bajo la batuta de la condesa, quién adolecía de un marcado carácter y una enfermiza obsesión por la limpieza, la higiene y la salud.; se dice que en su mansión, creyendo que el aliento de las vacas era muy beneficioso para la salud, dispuso varias de estas próximas a las ventanas de las estancias del piso inferior, para que el vapor de su respiración penetrase en el ambiente interior del aposento.  

Por fortuna, a la edad de 21 años conoció y se casó con el barón Philip Candler Shepheard, 20 años mayor que ella, con el que tuvo 4 hijos.

Hoy podemos verla representada en esta bella obra de la Tate Gallery  de Londres.

Ahora volvemos a nuestra pintora, Sophie Bouteiller, su verdadero nombre, quién adoptó como seudómino el nombre de su abuela materna, Henriette Browne, Había nacido el año 1829 en la ciudad de París hija de un conde con aficiones musicales y una madre cantante, quién puso gran empeño en la educación artística  de la futura Henriette, máxime cuando al enviudar a temprana edad sin estar en posesión del título de condesa, sus recursos insuficientes la obligaron a dar clases de música. De esta forma buscó la manera de encontrar entre el mundillo artístico de la ciudad alguien que alentara y se ocupara de la formación artística de la ya jovencita Sophie, y, primero con tutores en su misma casa, a partir de 1849 con el pintor y director teatral Emile Perrin y, finalmente, como alumna de la Escuela femenina que regentaba el ya consagrado pintor Charles Joshua Chaplin, a quién debe su aprendizaje en lo que a las proporciones y posturas del cuerpo se refiere, pronto fué convirtiéndose en una artista conocida y admirada.

Dos años después, además de contraer matrimonio  con Henry Jules de Saux, secretario nada menos que del ilustre político y embajador del príncipe francés Luis Napoleón, Alejandro José Colonna-Walewski,  presentaría sus primeros trabajos en el Salón de París, donde continuaría haciéndolo sucesivamente durante casi 25 años. Ni que decir tiene que Henriette, acompañando a su marido, tuvo la posibilidad de visitar gran cantidad de países, algunos de ellos como Argelia ó Turquía, influirían en el carácter un tanto orientalista de muchas de sus obras; al parecer tuvo la ocasión, muy difícil para un artista, de visitar un harén. Ejemplo de este tipo de trabajos son sus Visita a un harén de 1860 , una bella oriental de 1861 y campesina africana de 1867.

A partir de 1879, con 50 años, Henriette dejó prácticamente de pintar. Fallecería en París a la edad de 71 años. Pero todavía en 1894 sería nombrada miembro honorario de la ya prestigiosa Royal Institute of painters in water colours.