viernes, 12 de abril de 2013

reginald marsh - twenty cent movie 1936


pintor nacido en el mismísimo París el año 1898, pero nortemericano y , sobre todo ,neoyorquino hasta la cepa . En efecto, se educó en la universidad de Yale y de ahí pasó sin demora al floreciente mundillo del periodismo norteamericano de principios de siglo. Hijo de artistas, su madre fué una pintora especializada en miniaturas y su padre a su vez lo fué en murales, se casó a los 25 años con una escultora, y , divorciado de ella, volvió a hacerlo a los 36 con otra artista , esta vez pintora, Felicia Meyer . Colaborador de importantes revistas del momento, siempre tratando de conservar cierta independencia en su profesión de dibujante e ilustrador,  como Esquire, Fortune y Life, que, como vemos , se mantienen hoy día en todo su apogeo, así como de periódicos de gran tirada.
Bién, hasta ahí podía ser la biografía de cualquier dibujante aventajado con  medios económicos, el abuelo de Marsh había hecho fortuna vendiendo carne, y algo de suerte , capaz de encontrar buenas oportunidades en una sociedad en pleno desarrollo acelerado y de no dejarlas pasar. Pero, !ojo!, tenemos delante a un verdadero cronista de ésta sociedad y a un concienzudo observador  y admirable detallista.
Y si no, ahí está el cuadro que vemos; no es un portento de técnica pictórica ni de belleza sublime, por supuesto, pero está cargado de intención y nos presenta la realidad misma de uno de los más representativos lugares de esparcimiento de las ciudades de mediados del siglo XX :la entrada de un cine. Todo un icono de ésta maravillosa época, en la que el llamado séptimo arte se abría paso a marchas forzadas y ofrecía algo realmente nuevo a la hora de recrear la vida individual y colectiva de una enorme población entre dos guerras y con una profunda depresión económica a sus espaldas.

Marsh combinó , durante su vida de artista, su trabajo en el estudio de su casa con la búsqueda de todo tipo de material  para llevarlo a cabo, recogiendo información en forma de apuntes , fotografías , ó simplemente de propios recuerdos. Y esto lo hizo pateándose la ciudad de Nueva York de arriba a abajo ó simplemente también observando lo que veía en la calle desde las ventanas de su propia casa de la calle 14. Pintor de barrios bajos y de ferias con sus barracas y atracciones , lo fué también de lugares mucho más selectos y distinguidos ,y, a pesar de no ser considerado por algunos como un pintor comprometido social ó políticamente, como muchos de sus contemporáneos, entra de lleno, creo yo, en éste grupo,como lo demuestran muchísimos de sus cuadros y especialmente sus escenas en blanco y negro publicadas en la revista Fortune en las que representa situaciones ciertamente dramáticas y llenas de contenido social y humano derivadas de la gran depresión de 1929.

 Ya desde sus tiempos de estudiante en Yale, Marsh ,asiduo del cinema, no dejaba de hacer un pequeño comentario sobre cada película que veía, costumbre que nunca abandonó   . En los años 30 en los que nos ocupamos, la ciudad de New York contaba con  gran cantidad de salas de cine, baste decir que solo en Manhattan había más de 140 entre las salas de estreno y las demás y el cuadro que vemos representa ,por supuesto, a una de las segundas. La Gran depresión, aunque provocó una disminución en  la afluencia  a las mismas y en la producción de películas, no hizo el daño que cabría esperarse, y todavía se  sigue hablando de esta década como de la Edad de Oro del cine americano. Por supuesto los precios bajaron de los 25 ó 30 centavos a los veinte y menos, según la sala, y además se empezaron  a ofrecer programas dobles. Más aún, en los peores momentos , algunas salas instauraron los "días de la patata", durante los cuales podía sustituirse el dinero por patatas como tarifa de entrada. En esta sala que vemos, de 20 centavos como indica el cartel, Marsh no solo nos describe con gran detalle el público que acude , con un tratamiento algo diferente de los dos sexos, sino que nos llena de información escrita sobre el espectáculo ofrecido en el interior. Esto , muy normal en todas sus escenas de cinemas y otros espectáculos populares, es el resultado final de un sinfín de esquemas y apuntes previos que siempre llevaba a cabo como preparación de la obra definitiva. Los más se inclinan a identificar éste  como el Lyric Theatre de la callle 42, que se inaguró como teatro de Opera y pasó a ser tan solo una sala de cine con la Depresión. No nos detenemos a comentar cada uno de los anuncios y carteles de su fachada, baste decir que se trata de información real y muy probable, me refiero sobre todo a los títulos que aparecen, en ese año de 1936.
No abandonamos a este pintor sin dejar una página con sus principales obras, pués, como vereis, bién lo merece.


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