jueves, 25 de enero de 2018

ignacio zuloaga - torero de pueblo -1896-1900


Zuloaga no se limitó a ser un simple aficionado a la fiesta taurina como hay tantos en nuestro país sino que en algún momento de su juventud más temprana posiblemente anheló llegar a ser un verdadero maestro en este arte. Lo demuestra el hecho de acudir con frecuencia, a partir del año 1895, a una pequeña placita con aires de escuela que el diestro sevillano Manuel Carmona había preparado muy próxima a la antigua Escuela de Tauromaquia, en el antiguo barrio de la judería, hoy barrios de Santa Cruz y San Bartolomé; allí Zuloaga pudo aprender del maestro el uso del capote y la muleta y su entusiasmo lo llevó a participar en algunos festejos en pueblos andaluces con cierta gracia y desenvoltura. Se dice que llegó a matar hasta dieciseis reses, puede ser; pero tenemos constancia al menos de una de sus actuaciones por un cartel existente del 17 de Abril de 1897 en la que figura con el apodo de el Pintor y en el que, como podeis ver en dicho cartel se lidiaron 2 novillos de capea y dos de muerte. El mismo confesaría más adelante que no le salieron esa tarde muy bién las cosas y entre alguna cogida con susto y su otra aficción mucho más dedicada y exitosa, dejó lo taurino como actividad, que no como pasión.
 En efecto, toda su vida siguió con el veneno de los toros en su sangre, no solo acudiendo a tertulias y festejos ó frecuentando amistades de ese mundillo, ganaderos y toreros, sino que a menudo  se erigió en promotor de eventos taurinos, muchos de ellos de carácter benéfico. Su amistad con el maestro Juan Belmonte, torero ilustrado y muy aficionado a la literatura, es bién conocida, existiendo entre ambos una profunda admiración.
Hasta una edad muy avanzada siguió siendo invitado con frecuencia  a fincas y tentaderos de amigos, donde se moría por dar unos capotazos a lo que le echaran. He leído qué, por ejemplo y para los que esteis más duchos que yo en la tauromaquia y sus entresijos, acudía al cortijo Zahariche, cercano a Lora del Río que pertenecía a Félix Urcola, ó al de San Pelayo, en Zamora donde el Marqués de Villagodio le ponía a su disposición sus reses, ó a la dehesa de Aldeanueva perteneciente al señor Baeza. A los 72 años todavía fué capaz de torear becerros en la finca Navalcaide que el famoso Domingo Ortega poseía enVillalba.

Por tanto no es de extrañar que sean numerosas las obras llevadas a cabo por Zuloaga sobre el tema taurino, pero este torero de pueblo que estamos viendo, es, para mi gusto, de las mejores de ésta etapa andaluza.Tiene un encanto especial conseguido sin dudarlo por el acierto en el color y en el empaque de la postura del torero. Primeramente los tonos son suaves y delicados, sin estridencia ninguna, armónicos y carentes de negruras ni contrastes violentos: pienso que es en éste aspecto el cuadro más velazqueño de toda su carrera, característica que se nos presenta de nuevo al observar lo segundo, la postura, el movimiento reposado, de una elegancia que vuelve a recordar al genio sevillano. Cuantas figuras de éste último se asientan del mismo modo inigualable, como, sin ir más lejos, el Duque de Spínola en su famosa Rendición de Breda ó algunos de los personajes de La fragua de Vulcano.

En fín, acabamos esta entrada presentando varios cuadros de Zuloaga relacionados con la fiesta de los toros, son:

-toreros de pueblo, 1906
-la víctima de la fiesta, 1910, espectacular, perteneciente a la Sociedad Hispánica de Nueva York.
-Belmonte en plata , ya de 1924, que encontrareis en el Museo Zuloaga del castillo de Pedraza, Segovia

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