lunes, 16 de octubre de 2017

edvard munch - madre e hija 1897


El año 1889 Munch lleva a cabo su primera exposición individual en Cristianía, y, si tres años antes su obra la niña enferma había sido duramente vituperada por la crítica, ahora sería aceptado y elogiado con entusiasmo por gran parte de los visitantes, hasta el punto de obtener una beca de viaje para estudiar en París. Allí estudió con el pintor académico Léon Bonnat, quién ,por cierto, se formó en la escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y vuelto a su país trás la muerte de su padre, consiguió una nueva renovación de la beca en 1890. Tras dos meses en un hospital de El Havre curándose de unas fiebres reumáticas, volvió a Cristianía consiguiendo una segunda renovación.Vuelto de nuevo ya en 1892, expuso por segunda vez en la capital noruega, ésta vez de nuevo con mucha controversia y rechazo, pero consiguió la atención de Adestel Normann, noruego presidente de la Asociación de Artistas de Berlín, quién le invitó a exponer allí: el resultado fué otro fracaso mayor aún, hasta tal punto que hubo de desmontar la muestra tras una sola semana de exhibición. Munch no se desanimó y alquiló una galería, puso como reclamo una gran bandera noruega en el exterior y expuso su obra de forma libre e independiente. La cosa no le fué del todo bién, y el año 1894 fué encontrado errante por las calles de Berlín sin haber comido en tres días y sin pensión por falta de pago. Contaba ya con 47 años de edad.

Evidentemente Munch no había triunfado, aún cuando no era un perfecto desconocido ni mucho menos. A pesar de tener muchos detractores tanto en Noruega como en Berlín, también era estimado por muchos de los suyos y  una parte de la Asociación Berlinesa  incluso llegó a desligarse de ésta como protesta, aún cuando ni uno solo de aquellos que trabajaban en la capital alemana salió en su defensa. La famosa Sezession berlinesa, bajo la tutela de Max Liebermann, nunca fué capaz de emitir comentario alguno que le revindicase, pero un pequeño grupo de artistas y escritores alemanes y noruegos lo acogieron en la pequeña taberna berlinesa "el Cochinillo negro" donde habitualmente se reunían. Todas las grandes figuras más pronto ó más tarde precisan de algún que otro empujón, y Berlín y parte de sus intelectuales se lo dieron a nuestro pintor quién, casi inmediatamente llevó las obras del "fracaso" para exhibirse en Colonia, Dusseldorf, y finalmente Berlín otra vez, donde comenzó a vender ya algunos cuadros. 
 Poco a poco va desprendiéndose de las maneras meramente naturalistas primero y a continuación de las impresionistas, tratando de llevar a sus lienzo las situaciones humanas mas hondas que reflejen los estados de ánimo que más comunmente se presentan en la vida: la soledad, el amor, la angustia.........Para ello, como vemos en la obra que tenemos, Madre e hija, comienza prescindiendo del detalle, véanse las manos, sus formas son escuetas pero correctas, fijaos en el aplomo de las figuras y el cuidado que pone en la autenticidad de las posturas, especialmente la de la madre; establece colores planos pero ricos en matices mediante una acumulación de pinceladas sueltas y desordenadas sin importarle demasiado la dirección de éstas que cruza y entrecruza a discrección pero con intención, pejem.: así consigue darle relieve y autenticidad al vestido de la madre. Finalmente se vale del propio paisaje, con su color, pincelada y luz, para reforzar lo que quiere que nos expresen ambas figuras. La figura de la hija esta mucho más llena de vida y seguridad, nos mira de frente con audacia, va de blanco brillante y su rostro queda enmarcado en el cielo azul oscuro del atardecer; la madre necesita estar sentada, vuelve su cabeza llena de pensamientos y recuerdos, su rostro esta arrugado y de color mucho mas pálido, en definitiva es una mujer triste rodeada del verde mate del crepúsculo. En la tarde que se desvanece no falta la luna llena, rotunda y casi espectral, que acentúa aún más la melancolía de la escena. El contraste entre lo que representan ambas figuras es evidente  y expresa el paso del tiempo por la vida, de la juventud a la decadencia, el ciclo vital de toda la naturaleza.        

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