lunes, 4 de febrero de 2013

edward hopper - soir bleu . 1914



de pronto algo diferente en un momento crucial en su carrera de artista. Este es de los cuadros que llaman rápidamente la atención, primero por sus dimensiones, algo inusuales en Hopper, redondeando tiene 90 x 183 cms, y segundo por su significado : ¿que nos quiere transmitir?. ó quizas mejor, ¿que quiso transmitir a la sociedad artística de 1914, allá en Nueva York aunque el cuadro , parece ser que lo pintó en París ?. Hay que tener en cuenta que en estos momentos Hopper tenía en su corazón sus estancias en la capital francesa y aunque en ningún modo se puede decir que había sido seducido por el cubismo, el post-impresionismo o cualquiera de los movimientos vanguardísticos en boga en la Europa de los años previos a la Gran Guerra, si es perfectamente posible que en sus oidos y en todo su espíritu de pintor sonarían con fuerza las experiencias vividas. Tras su última participación en el Armory Show, parece que quiere significarse dando un paso atrás en su integración en los movimientos artísticos puramente norteamericanos. En efecto, el cuadro es totalmente parisino, una mezcla de Renoir y Degas, no tiene nada de lo que ya impregnaba alguna de sus obras anteriores , como por ejemplo carretera en Maine de ese mismo año, obra en la que se intuye ya lo que va a ser la tónica general de muchas de sus obras : el ambiente de progreso y cambio acelerado de vida que caracteriza la energica sociedad americana de la primera mitad del siglo XX.
Aquí parece que se ha parado el tiempo en un tranquilo y apacible atardecer de cualquier bar de París y ha arrastrado a Hopper hacia esa orilla.....¿para el resto de su obra ?. Hoy sabemos que no fué así, pero esta iniciativa algo enigmática nos ha dejado , afortunadamente ,uno de los cuadros mas maravillosos de la pintura norteamericana del siglo XX. 


Sobre él se han escrito ríos de tinta en opiniones y explicaciones de todas clases. Todas ellas ,sin embargo,coinciden en recalcar la falta de comunicación que existe entre todos los personajes, fríos, aislados cada uno en sus pensamientos, sin ningún ápice de interés por el de al lado. Quién es cada uno , ó qué representa, creo que lo ha dejado el pintor para que cada cual lo descubramos según nuestro estado de ánimo y nuestro espíritu. Tampoco tiene que ser forzosamente un tema con una simbología complicada y lleno de segundas lecturas. Puede ser una sencilla escena de época con personajes corrientes extraídos de la misma sin ninguna intención verdaderamente clara. El mismo puede ser el payaso ó no. He leído que la figura del clown podría ser un homenage al famoso Gilles de  Watteau de 1718, del que Hopper fué un asiduo visitante y admirador en el Louvre, lo cual es perfectamente posible. Desde luego se trata de una figura que destaca por su blanquísimo atuendo y por su tristeza y humanidad. El mundo del arte está lleno de estos clowns pués son la mejor imagen de la contradicción: alegría-tristeza, ficción-realidad. Gracias al magnífico blog Weimar, traigo esta página con algunas representaciones de estos encantadores personajes.
   



Pero , por encima de todo, este cuadro me suena como una despedida del pintor de su París, de Francia , para tomar el tren  que le reintegrará a su pais natal y a una nueva época marcada por la velocidad y el progreso. Es un cuadro nostálgico y sobre todo bellísimo. 

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