domingo, 1 de diciembre de 2013

charles-francois daubigny - la cascada de mahoura, cauterets 1873


empezamos mostrando cuatro obras de Daubigny realizadas entre 1871 y 1874, quizá la época más productiva y de mayor nivel del pintor. Y las traemos para que podais apreciar la similitud de estilo y especialmente de colorido que tienen con la obra que presentamos de la Cascada de Mahoura. En esta época, como veis, ha llegado a dominar plenamente la armonía cromática, esto es, la entonación de todos los colores de la obra, y para ello, emplea casi siempre un ocre sucio verdoso como tono común que es excelente para dramatizar y dignificar las masa arbóreas y al mismo tiempo suaviza los tonos amarillos de los prados y sembrados dándoles un aspecto más real, mientras entona los grises y blancos de los cielos :

Environs de Villerville, C. 1874

Auvers, les Plumets, 1873

Le Tonnelier (The Barrel maker), 1872

Lavandières et canards, Porte-Joie, soleil couchant, 1871

A Charles Francois Daubigny ya le encontramos cuando hablamos de la Escuela de Barbizon y en concreto de un cuadro de Martín Rico , el Sena en Poissy, pintado cuatro años antes de éste que estamos ahora viendo. Rico entró en contacto con él en París a través de Raimundo de Madrazo y fué decisivo este encuentro y el conocimiento de la obra que estaba haciendo para su carrera como pintor paisajista. Como ya dijimos, fué, junto con Corot, Rousseau y Millet, uno de los creadores de éste grupo que tanto influyó en la rápida evolución de la pintura del paisaje en el siglo XIX.

Nacido en París el año 1817 de padre pintor, se cuenta que aprendió a pintar antes que a hablar, empezó como empleado pintando pequeños joyeros, decorando relojes y otros objetos de adorno para, a continuación, recibir formación artística mientras restauraba cuadros en el Museo del Louvre a cinco francos la obra.
Y, como la casi generalidad de los pintores de la época, se preparó para conseguir el nivel suficiente que lo situase en condiciones de ser aceptado con sus obras en el Salón de París, y, todavía más atractiva meta, ganar el Gran Premio, el Prix de Roma, que se otorgaba cada cuatro años y posibilitaba una estancia de esta misma duración estudiando en la Villa Médici. Si lo primero lo consiguió pronto con relativa facilidad, lo segundo nunca lo obtuvo, ni el de 1837 a pesar de su intensa preparación en el paisaje histórico, ni el de 1841 por motivos puramente de trámite, como fué el no presentarse en la fase final, después de pasar dos cribas, el día indicado. Sin embargo ,este aparente fracaso le dejó en unas condiciones de libertad qué, libre de obligaciones academicistas, permitieron su contacto con tendencias mucho más avanzadas y novedosas.

A partir de ahí conoce a Corot, del que llegará a ser gran amigo, y a los de Barbizon y comienza a viajar ,la Borgoña, Crimea, Suiza. siempre en busca del paisaje del natural, qué, siendo cada vez más espontáneo y rápido de ejecución, comienza a sembrar el recelo y la incompresión entre la crítica consagrada que lo califica de inacabado y le insta a que lo remate en el estudio con el detalle y perfección de una obra formal. A pesar de todo recibe su tercera primera medalla en el Salón de 1859 y es nombrado Caballero de la Legión de Honor. Incluso siete años después  es llamado para formar parte del jurado seleccionador , empleo en el que luchó para favorecer a sus nuevos y jóvenes amigos pintores, Cezanne, Pissarro, Monet y Renoir entre otros. Visitó Londres varias veces y vivió durante largos períodos de su vida a bordo de un pequeño barco que convirtió en su estudio y le permitió, a veces acompañado de Corot, desplazarse por los ríos del norte francés, el Sena y el Oise principalmente, y pintar sus riveras y sus aguas tranquilas.


El año 1872 Daubigny se desplazó a los Pirineos para curar su asma. Allí pintó este bellísimo, sereno y sombrío torrente que recuerda a Corot y que es de lo mejor de esta Exposición que estamos recorriendo. El contraste entre el blanco de las aguas  y todo el resto gris verdoso del resto del paisaje es maravilloso, pero lo más novedoso es ya la simplicidad y economía de la pincelada, precisa en su posición, tamaño y color. Exceptuando parte de las rocas, las formas se empiezan ya a descomponer en grupos de pinceladas y de masas informes de color. Estamos entrando en un nuevo capítulo de la historia de la pintura y aquí Daubigny, como vimos con Monet, enlaza con los comienzos de una nueva forma de pintar.

Las siguientes son tres obras  sobre los Pirineos, montañas especialmente buscadas por numerosos pintores a lo largo de los dos últimos siglos :


franz schrader - vignemale 1900

gustavo dore - circo de gavarnie  1882

jules dupre gavarnie  1844

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