mas importante que la famosa Escuela de Bellas Artes parisina fué para Bonnard el paso por la Academia Julián,
abierta en 1868, y a la que se incorporó a la vez que proseguía sus
estudios de Derecho, un lugar ideal buscado por artistas profesionales y
amateurs que no estaban dispuestos a someterse a los rígidos
planteamientos de la primera. Entre otras ventajas y contrariamente a
ésta, las alumnas eran bién recibidas y, al igual que los hombres,
copiaban modelos desnudos del natural. Allí nuestro pintor conoció a Paul Sérusier y a Maurice Denis a través de los cuales se encontraría con la obra de Gauguin
y junto a otros artistas jóvenes formaría el grupo de los Nabis del que
iremos hablando más adelante. Sérusier había pasado en la Bretaña
algunos meses junto al pintor postimpresionista y contagió a todos su
entusiasmo por las novedades que había descubierto en la forma de hacer
de los últimos años de este ya famoso artista. Del año 1888 es su
pequeña y famosa obra el Talismán, ó el Bosque del Amor,
que podeis admirar en el Museo d`Orsay de París, y en la qué, aún
identificando los elementos que la componen, reduce éstos a simples
manchas planas de color, sin ninguna intención de captar la realidad tal
y como es, ni siquiera interpretarla como un impacto en los sentidos al
modo de los anteriores impresionistas. Denis decía que, ante esta
pintura, se sentía liberado de la esclavitud asociada a la copia de la naturaleza,
ataduras tales como......ésto tiene que parecer follaje, ....allí las
hojas del árbol deben lucir su brillo para que destaquen del fondo y
sobre todo reflejen la luz......esa hierba debe parecer alta y densa...ó
las vacas deber ser ante todo verdaderas vacas anatómicamente
hablando. Frente a ésto el propio Gauguin insistía: "¿Cómo ve usted los árboles? Son amarillos. Pues bien, ponga amarillo;
esta sombra, más bien azul, píntela de color ultramar puro, lo más azul que pueda; ¿esas hojas
rojas? ponga bermellón, y lo que ve como verde póngalo del verde más bonito que consiga de su paleta". Y, el
resultado es un conjunto de manchas de color en perfecta armonía
cromática y perfecto equilibrio de sus tamaños, y por lo tanto
agradable al ojo humano, sin ninguna otra pretensión.
Bonnard es por ahora mucho más austero en el tratamiento del color, pero espléndido en la búsqueda de colores armónicos,
y poco a poco va incorporando a sus obras experiencias propias que
pueden servir de forma general a cualquier persona de este mundo, esto
es, crea un mundo atemporal y simbólico y, al igual que Gauguin en sus
obras finales, pone en escena algo muy propio, interior, utilizando
recursos sencillos, planos, sin artificios técnicos, sin pretensiones
realistas.
El gran jardín que contemplamos es aún un okiyo-e,
de gran tamaño, como el cuadro de la entrada anterior, pero introduce
en la escena esos elementos simbólicos como los gallos y gallinas, la
mujer de la casa en sus faenas y el mundo idílico de los niños, niños
recogiendo manzanas y acompañados por su compañero el perro. Todo
cotidiano, todo asociado a su mundo interno, pero común a miles de
asociaciones de este tipo, una mujer que cuida y controla, unos niños
ajenos que viven en su fantasía, unos animales ligados a ellos en mayor ó
menor grado, unos manzanos que ya dejan caer su fruto
maduro........Sencillo y universal, todo un símbolo, ó un mundo de
símbolos sumergido en un paraíso verde, vegetal, jugoso y adorable, el
mundo de nuestra niñez despreocupada y tierna, sin penas ni
contratiempos.
Traemos cuatro obras de Bonnard, todas
de estos años, asociadas a la recogida de manzanas, que pueden
contemplarse juntas en esta exposición, Pintando la Arcadia, exposición
itinerante que al día de hoy ha visitado París, Madrid y últimamente San
Francisco. Nunca habían sido exhibidas juntas por lo que és una
novedad. Se trata de :
- niños jugando con una cabra 1899 -pola museum of art Kanagawa-Japan
-recogiendo manzanas - pola museum of art Kanagawa-Japan
-la recogida de manzanas 1899 -museo de Orsay , París
-y esta que vemos, el gran jardín 1895
a apartir de las grandes exposiciones
sobre este pintor durante los años 1984 y 1985 en París, Washington,
Zurich y Frankfurt-am-Main, la figura de Bonnard empezó a ser
considerada como de primera magnitud dentro del panorama pictórico del
siglo XX, siglo en el qué, desde el comienzo, y como continuación de lo
que venía aconteciendo ya desde la segunda mitad del XIX, la vanguardia
del arte se vió vertiginosamente impulsada por una contínua y sucesiva
aparición de movimientos, de formas de interpretar y desarrollar el
hecho artístico. Este párrafo podía aplicarse a una gran cantidad de
artistas sin más que sustituir el nombre de Bonnard por el suyo y da
idea de la celeridad del arte moderno y también por supuesto de la
tendencia al anonimato inmediato al que generalmente relega
provisionalmente a sus creadores.
En
el momento en que nuestro pintor está llevando a cabo esta obra,
Crepúsculo, 1892, otros pintores en Europa están ocupados aún con el
Impresionismo, el Post-impresionismo, el Simbolismo, el Art Nouveau y
están a punto de dar sus primeros pasos el Fauvismo, el Expresionismo,
el Cubismo y la misma Abstracción.
Si
Bonnard tiene entonces 25 años, Degas está en los 58, Cezanne en los
53, Monet en los 52, Renoir en los 51 y Gauguin en los 44, mientras que
Matisse solo tiene 23, Mondrian 20, Kandinsky 26, Munch 29 y Klimt
alcanza ya los 30. Las demás promesas son todavía niños, Malevich tiene
14, Kirchner tiene 12, Klee 13, Picasso 11, Braque 10 y Chagall cuenta
con tan solo 3 añitos.
En
definitiva un continente en plena ebullición artística que ha dado la
espalda definitiva al academicismo dogmático e impecable y sigue
múltiples caminos.
Cuando
realiza esta obra, Bonnard había conseguido hacía tres años ser
admitido al fín en la famosa Escuela de Bellas Artes francesa y allí
conocería a Edouard Vuillard, un año más jóven que él, quién abandonaría
enseguida esta institución por no ser de su gusto el rígido plan de
estudios que la caracterizaba. Ambos muchachos habían pasado por famosos
liceos de París y ambos decidieron pronto dedicarse a la pintura como
vocación en contra de sus propios padres, quienes querían algo más formal
. Vuillard debería haber seguido los pasos de su progenitor y hacerse
militar y Bonnard la de Leyes, carrera que empezó, acabó a los 21 años y
en cierto modo, pues no acabó de pasar cierta prueba oral, la ejerció
algún tiempo en diversos empleos, el Registro Civil y como ayudante del
fiscal del distrito del Sena.
Un
año antes, en 1891, mientras hacía su servicio militar, había ganado un
concurso para un cartel anunciador de un famoso champán, el famoso France - Champagne,
y este pequeño éxito no solo le dió ánimo para dar el paso definitivo
hacia su verdadera vocación, sino que hizo cambiar de parecer a su padre
quién empezó a ver de otro modo el porvenir de su hijo y le dió
libertad absoluta. El cartel tuvo un gran éxito en el mundillo
artístico y al parecer influyó en el mismísimo Toulouse-Lautrec
y sus maravillosos carteles; de hecho se hicieron grandes amigos.
Recibió algo de dinero por él, poca cosa,, pero suficiente para
estimularle a vivir de la pintura.
La
partida de croquet podría ser perfectamente un cartel anunciador
añadiéndole algunas palabras necesarias para su fín, y extraìdo, por
supuesto, de entre las estampas japonesas : colores planos y fríos, sin
profundidad ni perspectivas, sin luces y sombras. Un bellísimo ukiyo-e,
a pesar de su tamaño nada pequeño, 130 x162 cms, en una gama
perfectamente armonizada de verdes donde el estampado a cuadrícula de
alguno de los trajes establece indirectamente un orden y estabilidad en
toda la apacible representación de ese instante suspendido, parado en
mitad de la tarde, y en la que el pintor, todavía soltero, nos presenta a
su familia: empezando por la izquierda, su cuñado ,su padre agachado,
su hermana Andrée y una amiga. Están en el jardín de la casa que su
familia poseía en el departamento francés de Isere, junto a la Saboya,
exactamente en el llamado Grand-Lemps. La obra fué presentada en el
Salón de Independientes parisino de ese mismo año de 1892.
permitidme que comience el primer comentario sobre
esta exposición aludiendo a lo que sobre el pintor Vincent Van Gogh
figura en una de las entradas de este blog, los descargadores de Arlés - 1888, de
la exposición Impresionistas y Aire libre; en sus últimos párrafos se
habla de la influencia qué, sobre este pintor, tuvieron los grabados
japoneses y el descubrimiento por su parte de muchas de sus cualidades en los cálidos
y luminosos paisajes del mediodía francés. Van Gogh llegó incluso a
versionar una obra del pintor japonés Utagawa Hiroshige, el puente Ohashi en Atake bajo una lluvia repentina, xilografía del año 1857, con el título de puente bajo la lluvia
del año 1887. Por supuesto, al igual que muchos artistas, snobs y
entusiastas de la época, se hizo, en colaboración con su hermano Theo,
con una buena colección de estampas japonesas, ukiyo-e, que ambos presentaron en una exposición, el año 1887, en el café Tambourin de Montmartre.
Os traigo esta excelente página que contiene una buena colección de grabados japoneses y que permite apreciar su diversidad y evolución.
La influencia de lo japonés en la
vida artística y en la decoración y el gusto de la sociedad europea de
estos años de la segunda mitad del XIX es extensísima, los grandes
salones se llenaron de sus estampas, el uso del kimono se puso de moda y
hasta se tomaba en muchas casas el té con todo el ceremonial del país
del Sol Naciente.
El Impresionismo y el
Neo-impresionismo se vieron notablemente afectados por la forma simple y
precisa y a la vez natural y descriptiva de esta forma de hacer y, no
solo Van Ghog sino Maurice Denis (Easter mystery, 1891), Paul Gauguin (a seashore, 1887), Edgar Degas ( antes de la carrera, 1895), Claude Monet (Orchand in bloom, 1879), Toulouse-Lautrec (aux Ambassadeurs, 1894), Renoir (childrens' afternoon at Vargemont, 1884) ó Whistler (Annabel-Lee, 1890) participaron en mayor ó menor grado de este entusiasmo.
Bonnard
en este aspecto no fué ni mucho menos una excepción. Con la apertura
comercial del Japón al mundo occidental, se inició un flujo contínuo de
toda clase de objetos de arte, enseres de uso cotidiano, muebles,
grabados, obras literarias, formas de vestir y costumbres y, en general,
todo aquello originario de un país tanto tiempo cerrado y oculto, que
generaba una irresistible atracción en la sociedad culta y refinada de la época. En
definitiva Europa y América lo redescubrieron y lo oriental se puso de
moda. El llenar sus salones del exotismo y belleza que indudablemente lo
caracterizaba fué prioridad. El jóven Bonnard se vió influenciado por
esta nueva marea y, al parecer, llegó a acudir varias veces a las
llamadas cenas japonesas qué mensualmente se celebraban por iniciativa del más entusiasta comerciante y recolector de arte japonés del momento, Samuel Bing,
en las que se reunían coleccionistas, críticos y por supuesto pintores y
en las que se usaban palillos al estilo oriental y se bebía el clásico
sake. También adquirió, como muchos otros pintores de primera línea,
algunos grabados en madera.
Como
la mayoría de los Nabis, su actividad no se limitaba a la pintura, pués
también diseñaba muebles, estampados para tejidos y ropa, todo tipo de
murales y decoraciones, incluidas las relacionadas con la escena; llegó a
hacer marionetas, ilustrar folletos, libros y anuncios publicitarios y,
como vemos, pintar biombos. En efecto, los paneles que estamos viendo, Mujeres en el jardín,
iban a formar parte de las cuatro hojas de un biombo, pero éste no
llegó a existir nunca como tal. Quedó lo mejor, los paneles, que van
pintados sobre papel y éste pegado al lienzo, y en los qué Bonnard
representa cuatro mujeres al más puro estilo ukiyo-e :
Mujer con vestido de lunares, Mujer sentada con gato, Mujer con vestido de cuadros, Mujer con esclavina,
todas ellas en un jardín. Como veis, se deleita en las
curvas de los cuerpos, incluidos los de los animales, en los pliegues y
ondulaciones de los vestidos y prescinde, como los japoneses, de sombras
y escenarios en perspectiva; además trata el color con una delicadeza y
armonía sublimes. La alegría y desenfado de las figuras caracteriza sus
obras de estos momentos. Del año 1891 es su obra Dos perros jugando y también Mujeres con perro
y cuyas figuras bién podrían formar parte de alguno de los paneles que
estamos viendo. Ligereza, sinosuidad de líneas, sencillez y economía,
cualidades tomadas todas ellas de los grabados japoneses.