sábado, 4 de marzo de 2017
pierre bonnard - desnudo en un interior 1935
En 1922 Bonnard descubrió la pequeña villa de Le Cannet en el departamento francés de los Alpes Maritimos y quedó impresionado, al igual que muchos otros pintores de la época, por la luz del mediodía y sus maravillosos colores dorados. No era, ni mucho menos, la primera vez que visitaba el sur de Francia, pués desde 1904 en que fué a ver a su amigo y pintor Edouard Vuillard, lo frecuentó casi anualmente hasta, finalmente, comprar allí una casa en propiedad. Concretamente el año 1926 adquirió una villa, le Bosquet, no demasiado espaciosa pero cuya situación elevada le proporcionaba una gran panorámica sobre el mar y la costa de este lugar de ensueño. Allí se trasladó definitivamente al año siguiente, tras contraer matrimonio con Marthe, y allí pasaron ambos el resto de su vida. Ella hasta 1942, año de su muerte y el pintor tan solo cinco años más, hasta 1947. Marthe le dejó solo y abatido en plena ocupación alemana y él sobrevivió a la II Gran Guerra tan solo dos años.
Fueron pués veinte años de intensa actividad artística pero también de intimidad y aislamiento. Como vimos en la entrada anterior, la enfermedad de Marthe le llevó a desarrollar un casi obsesivo afán por el desnudo femenino, siempre basándose en el de ella, pero envolviéndolo cada vez más intensamente en la espléndida luminosidad y colorido que bañaban el paisaje meridional hasta llegar en algunos a un auténtico paroxismo de luz y color. Empero, Bonnard no se limitó en sus obras de aquellos años a la figura y así llevó a cabo una gran cantidad representando paisajes de los alrededores y vistas de la propia casa, tanto exteriores como interiores.
De estos paisajes os traigo aquí uno de los más maravillosos que salieron de su paleta, Vue-du-Cannet, realizado en los primeros años de su estancia en ésta villa, el año 1927. Puede servir muy bién de colofón a esta exposición que hemos estado comentando y qué ,gracias a la Fundación Mapfre, hemos tenido la ocasión de admirar en Madrid. Bonnard tuvo la suerte y el mérito de ver en vida recompensada su genial labor arística. Hoy, sin ningún género de dudas, se cuenta entre uno de los más independientes y originales pintores de las vanguardias del pasado siglo XX.
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