domingo, 31 de diciembre de 2017
sábado, 30 de diciembre de 2017
viernes, 29 de diciembre de 2017
jueves, 28 de diciembre de 2017
martes, 26 de diciembre de 2017
lunes, 25 de diciembre de 2017
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sábado, 23 de diciembre de 2017
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jueves, 21 de diciembre de 2017
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lunes, 13 de noviembre de 2017
viernes, 10 de noviembre de 2017
edvard munch - gansos en el huerto 1911
Desde el mes de Octubre de 1908 y hasta el final de la primavera del siguiente año Munch hubo de ingresar en Copenhague en una clínica psiquiátrica tras sufrir un colapso nervioso. El pintor acusaba los efectos del alcohol, bebía cada vez más y, al parecer también fumaba exageradamente.
Ya en el invierno del año 1905, sintiéndose realmente falto de fuerzas y cansado del vertiginoso ajetreo en que se había convertido su vida, siempre de ciudad en ciudad, apurando las noches, organizando exposiciones y manteniendo una constante relación con los círculos artísticos que le eran más afines, se trasladó al pequeño pueblo de Bad Elgersburg en la Turingia alemana, tratando de encontrar en aquel entorno natural un poco de sosiego y reposo, "para probar el efecto del aire puro del campo sobre mis nervios" según escribió a su tía Karen. Obra suya de estos meses es la llamada Jóvenes y patos (Calle de pueblo), cuadro de gran colorido y ternura pero no falto de tensión; en efecto, el pintor contrapone claramente a ambos sexos al representar en una calle del pueblo dos grupos bién diferenciados, el de los chicos compacto y amenazante, mientras el femenino, en segundo plano, se agrupa un tanto a la defensiva en torno a un solitario árbol. Como en la obra que nos trae, Gansos en el huerto, y como en tantas de ésta época, Munch hace participar de la escena a un grupo de gansos. De unos años más tarde, 1913, es Patos y pavos, de nuevo con árboles y nieve.
El año 1909 el pintor alquiló una casa en Kragero, pequeña localidad marina al suroeste de Oslo, donde, repuesto en parte de sus últimos contratiempos físicos y mentales, lleva a cabo algunos bellísimos paisajes, alegres, sueltos y optimistas, así como estudios de la naturaleza y de animales de enorme espontaneidad. De estos paisajes yo destacaría el titulado Invierno en Kragero, pintado algunos años después, en el que éstas novedades se hacen notorias y donde la presencia destacada de un gran pino no es mera anécdota sino más bién una apuesta decidida por la vida misma encarnada en éste robusto y saludable árbol. Es posible que el que vemos en nuestro Gansos en el huerto, un manzano tal vez, centrado en el cuadro, quiera darnos también esa sensación de vitalidad y ganas de vivir.
Un año después, en 1910, adquiriría finalmente una propiedad en Hvitsten, otro pequeñisimo pueblo muy frecuentado por artistas desde mediados de siglo, y ese mismo año lleva a cabo una gran exposición en la capital, Oslo. Tanto Hvitsten como Kragero y Aasgaardstrand van a ser en lo sucesivo sus principales lugares de reposo y creación, sus puntos de descanso en donde, cada vez con más frecuencia, pasará grandes temporadas.
edvard munch - las niñas en el puente 1904
En una de sus frecuentes estancias en Åsgårdstrand, en el verano de 1893, Munch comenzó a elaborar algunas ideas y esquemas que le conducirían años después a la creación de una serie de cuadros, casi todas del mismo tema, de importancia en el desarrollo de su obra. Me refiero a figuras estacionadas sobre uno de los muelles existentes en las cercanías de la playa de dicha localidad, figuras unas veces de muchachas, otras con mujeres ya maduras, hombres...., unas veces apoyándose en la baranda, otras ocupando todo su ancho, en fín, disponiéndolas de varias formas pero siempre conservando el escenario, el mismo punto de vista y, casi en todas, la misma perspectiva.
Entre 1901, fecha de la primera de sus versiones, aunque algunos autores la datan en 1899, y hoy en la Galería Nacional de Oslo, y 1933, llevó a cabo más de una docena. Perteneciente al Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas, por cierto un bellísimo y excelente edificio producto de la colaboración de dos grandísimos arquitectos del siglo pasado, nada menos que Louis Kahn y Renzo Piano, traemos ahora la titulada las niñas en el puente de 1904, en la qué una de las niñas, la más cercana, se vuelve a mirarnos, e inmediatamente nuestra mente se va a otra obra anterior y famosa, el grito de 1893, con parecida perspectiva pero contraria, y en la que Munch ha sustituido la desesperación por la tranquilidad, el optimismo y la nostalgia de una hermosa salida de luna en la aplacible Åsgårdstrand.
La primera, la de la Galería Nacional de Oslo, es aparentamente similar, pero las tres niñas permanecen apoyadas sin mirar y, sobre todo, la obra es mucho más relajada en su ejecución, su pincelada muchísimo mas tranquila y suave, esto es, mucho menos dramática. Digamos que la que traemos se acerca mucho más al expresionismo.
En mujeres en el puente , de 1903, qué pertenecea la Galería Thielska de Estockholmo, contrapone unas figuras de ancianas con vestimentas negras a la belleza y plenitud de un grupo de jóvenes muy agrupadas de las que se separa y vuelve una, más madura, y de nuevo nos mira directamente. Centra el punto de vista y dora cálidamente las cabezas y vestidos del grupo como recibiendo los últimos rayos de sol mientras la luna, otra vez, surge en el cielo de fondo. El resultado, como veis, es hermosísimo y optimista, aunque no deja de transmitir cierta inquietud el contraste tan evidente entre las dos generaciones a las que da cita en la obra.
Por último mostramos ésta versión ya del año 1933 del Munch Museo de Oslo, donde aparecen algunos hombres y que nos parece mucho más simplificada y plana de pincelada, aún poseyendo más luminosidad y colorido.
viernes, 3 de noviembre de 2017
edvard munch - el beso 1897
Tras la presentación de sus famosos seis cuadros de iniciación del Friso de la Vida en la exposición de Berlín de 1893 que hemos mencionado ya anteriormente, Munch comienza a elaborar un cierto número de obras que expresamente habrían de formar parte de éste, tarea en la que se ocupará durante todos estos años.
La idea es abordar las diferentes etapas que constituirían el drama humano, desde el nacimiento hasta la muerte, mostrando paso a paso las emociones más profundas que se desencadenan a lo largo de nuestra vida. El propio pintor habla de sí mismo cuando dice:
"mi pintura es en realidad una confesión hecha por mi propio albedrío, un intento de aclararme a mi mismo mi concepto de la vida....en el fondo, no es sino una especie de egoismo, pero no quisiera perder la esperanza de que pudiera ayudar a otros a alcanzar claridad sobre sí mismos".
Como veis con éstas palabras, Munch nos sorprende al dar al ciclo de la existencia humana, a los avatares de su propia vida reflejada en sus cuadros , una capacidad de proyección vivificante y optimista en provecho de los demás. En esencia ésta sucesión de obras debía reflejar el tema del amor y la muerte y así, el pintor sugirió cuatro etapas: -el despertar del amor - la plenitud y el fín del amor -miedo a la vida - muerte. Fué en el año 1902 en los salones de la Sezession de Berlín donde por primera vez presentó Munch su Friso como un conjunto. Por su importancia transcribimos aquí lo que el artista dice del mismo:
"En 1902 se exhibió el Friso de la Vida en la Sezessión berlinesa como friso, instalado a lo largo de las paredes del vestíbulo. Los cuadros perdieron en impacto e inmediatez, pués estaban colgados a demasiada altura. Los lienzos llevaban marcos blancos diseñados por mí. Y no dejaron de impresionar a los espectadores, ya que a pesar de las disimilitudes los cuadros se parecían entre sí - diferían en el colorido y en el tamaño, aunque, además de los marcos, estaban vinculados por ciertos colores y -líneas horizontales y verticales - las verticales de las paredes y los árboles - de los suelos - de la tierra- de los techos - de las copas de los árboles - y todavía más horizontales - en las líneas del mar - ondulante canción de cuna. Había unos tonos verdigrises muy tristes en las habitaciones donde alguien acababa de morir - gritos anunciando calamidades bajo un cielo color sangre, una mancha chillona de rojo-amarillo y -verde luminosos. Era como una sinfonía - los cuadros provocaron un gran alboroto - gran hostilidad y gran aclamación."
un año después, en 1903, volvió a exponer otro Friso en la galería Beyer de Leipzig con un total de 18 obras. Aquí la exposición se desarrollaba en cuatro paredes y la primera de ellas la dedicó Munch a "el despertar del Amor", donde colocó el cuadro que estamos comentando, el Beso, que había llevado a cabo en 1897, y su famosa Madonna, obra de 1895. A su lado, parece ser estaba Cenizas de 1894, aún cuando debería por su contenido pertenecer a la siguiente serie "plenitud y fín del amor", pués refleja por la actitud de hombre y mujer el fracaso de una relación. Entre las obras comprendidas en la serie "el despertar del amor" se encontraban Claro de luna, 1895, y la Voz, 1893 del que ya hemos hablado; asimismo en "miedo a la vida" colocó entre otros el grito y Atardecer en el paseo Karl Johann, 1892, y, finalmente en "muerte" estaban Madre muerta con niña, 1897-99, Junto al lecho de muerte, 1895 y Muerte en la habitación, 1895. Existen algunas fotografías de ésta exposición de Leipzig.
El Friso volvió a exponerse sucesivamente en Copenhague, Cristianía y finalmente en Praga. En todas ellas Munch reemplazaría unas obras por otras e incluiría otras versiones de grabados y litografías, pero siempre manteniéndose fiel a la pretensión original de evocar las emociones más fuertes del hombre.
Con el Beso, Munch puede estar perfectamente hablándonos del "despertar del Amor", la emoción del primer beso, el éxtasis de los primeros contactos con el ser amado y desconocido, la fuerza de la vida que se empieza a descubrir....pero también nos podría estar enseñando su plenitud, el enlace final trás muchas emociones y sentimientos hasta entonces controlados. Aquí el pintor simplifica una vez más al máximo todas las formas, economiza el color quedándose en tonos oscuros y fríos e intenta por todos los medios ofrecernos un símbolo, sin adornos y sin ninguna sujección a la realidad, al detalle de las cosas. Por no poner, realmente no hacen falta alguna, no pone ni caras, ni labios que serían los protagonistas, basta la imagen escueta que cualquiera entiende a la primera y que resulta muchísimo más expresiva, aunque en esos años la inmensa mayoría lo deshechara como arte. Hoy día podría ser cualquier cartel anunciador brillante, escueto y preciso. Munch estaba empujando la vanguardia hacia el expresionismo que , a su vez, empujaría todo el movimiento artístico hasta donde hoy en día nos encontramos.
Como remate os traigo otra obra con el mismo título, el Beso, de Gustav Klimt del año 1908 y por último la famosa de Pablo Picasso de 1969.
martes, 24 de octubre de 2017
edvard munch - celos 1896
Al abordar el contenido de la obra que ahora vemos, celos, litografía del año 1896, voy a aprovechar para presentar a una de las mujeres con las que Munch tuvo relación y, aunque no fué ni mucho menos la única, sí podemos decir que llenó unos cuantos años de su vida, fué una de sus musas y aparece en muchos de sus cuadros de ésta época, entre las que se encuentra también el presente. Se trata de Dagny Juel, escritora noruega cuatro años menor que Munch, hija del médico oficial del monarca sueco y hermana del primer ministro noruego, educada en un ambiente muy acomodado, si no aristocrático, y que encontramos, junto con su hermana, por primera vez en un cuadro del artista del año 1892, dos hermanas haciendo música. Entusiasta del piano desde muy jóven, tomó lecciones y llegó a tocarlo de forma más que aceptable en reuniones familiares y de amigos. Pronto se despertó en ella el espíritu literario y, sobre todo, una actitud rebelde y contestataria hacia la rancia y rígida sociedad burguesa de su país. Sus contínuos viajes a Berlín con el fín de mejorar su formación musical la hicieron entrar en contacto, de la mano de Munch ó tal vez no, eso está por probar, con el movimiento El cochinillo Negro, del que ya hemos hablado, nombre que tomaba del de la taberna berlinesa que a la sazón reunía a artistas, escritores y pensadores de la nueva ola alemana, entre los que se encontraban el escritor y dramaturgo sueco August Strindberg, entonces ya en plena tarea renovadora de la escena de su país y máximo exponente de la revolución antisistema, y el también dramaturgo y poeta polaco Stanislaw Przybyszewski.
Desde el primer instante, Dagny se convirtió en la musa y el espíritu del grupo: todos fueron cautivados por su belleza y su fuerte y moderna personalidad, y entre ellos, por supuesto, Munch; al igual que casi todos ellos, era una mujer de moral avanzada y pocos prejuicios y gran defensora del amor libre, lo que posiblemente facilitaría las expectativas, fundadas ó no, de cada cual en conseguir sus favores, pero finalmente, la bella eligió y se casó con Stanislaw al final del verano de 1893. Nuestro artista posiblemente la habría amado al menos desde sus primeros encuentros alrededor del año anterior, 1892, fecha de la ejecución de dos hermanas haciendo música, y la representó, aparte del retrato de 1893, en obras como Madonna, el Pecado y, desde luego, su primera versión de Celos, pintura al óleo del año 1895. Dagny moriría asesinada el año 1901 en el Gran Hotel Tiflis de Gerogia por un amante resentido, qué a continuación se suicidó, cuando solo contaba 34 años de edad.
Así pués es posible que estemos contemplando un triángulo amoroso real con una Dagny simbolizando la belleza y el deseo en pleno idilio, ó al menos dedicación, con alguno de sus numerosos galanes, quizá el mismo Munch, y, en primerísimo plano Stainislaw Przybyszewsk de espaldas a la pareja pero atento y rebosante de celos e indignación. Su expresión no puede ser más elocuente.
La primera de las versiones, la del año 1895 nos muestra también a Stainislaw en la misma actitud desconsolada y al fondo la famosa escena bíblica de Adán, con traje moderno, mientras Eva, Dagny, vistiendo una prenda larga de color rojo-manzana abierta totalmente por delante y con el rostro encendido, toma del árbol la fruta prohibida. La obra pertenece en la actualidad a la colección Rasmus Meyer de Bergen. Más de once versiones de éste tema llevó a cabo Munch, amén de numerosos grabados. Algunas son:
-celos-1907
-celos-1913
-celos en el jardín-1933-1935
edvard munch - el grito 1895
"Lo que hay que sacar a la luz es el ser humano, la vida",
escribió Munch. Un texto crucial, definitivo para comprender su obra a
partir de ese momento en el que vuelve sus ojos hacia el interior del
alma humana y pone lo que ve en cada rostro y en cada ambiente. Pero,
además, se vale de la palabra para mejor explicarlo. En efecto, el
pintor noruego nos ha dejado más de 13000 páginas escritas de su mano en
donde expone y comenta de todo: desde poemas , relatos de viajes,
artículos aparecidos en diversas publicaciones ó retazos con manifiesta
intención literaria y dramática, hasta diarios íntimos, innumerables
cartas y, por supuesto, comentarios explicativos de muchas de sus obras,
ofreciendo así una base clarísima para conocerle, a él y a su extenso
legado artístico.
Muchos de estos textos se dieron a conocer al público poco después de su ejecución, otros solo los hemos conocido muchos años después, pero el correspondiente a la obra el grito de 1893, y de la cual presentamos ahora una versión litográfica, fué el primero en ser publicado en revistas de Arte de Francia y Estados Unidos, anticipando ideas sobre su futura ejecución; así, duante su célebre convalecencia en Niza el año anterior, 1892 nos dice:
"...Iba caminando con dos amigos por el paseo, el sol se estaba poniendo, el cielo se volvió de pronto rojo. Yo me paré, cansado me apoyé en una baranda, sobre la ciudad y el fiordo azul oscuro no veía sino sangre y lenguas de fuego. Mis amigos continuaban su marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza".
Este texto es casi tan famoso como el cuadro al que dió lugar, perdonarme el que lo traiga una vez más aquí, pero es, como veis, tremendamente explicativo. Lo que para otros sería una hermosa puesta de sol, a Munch, el súbito enrojecimiento de la tarde, imaginar lo que habeis sentido ante esa cabalgata de colores escarlata, le paraliza y le sume en una verdadera desesperación existencial...."temblando de miedo y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza". A esta evidencia expuesta por el propio autor sobre el significado de el grito podríamos añadir, por supuesto de una manera un tanto personal, otra consideración qué ayudaría a desvelarlo y qué no sería otra que el propio rechazo de Munch, tantas veces manifiestado a estas alturas en obras y escritos, por la hipocresía, estilo anticuado de vida y falta de autenticidad en sus principios éticos y morales de la sociedad de entonces, inquietud que posiblemente provocaría en el artista un constante desasosiego, una sensación de opresión, qué , en sus particulares condiciones anímicas de las que venimos hablando en entradas anteriores, le produciría verdaderos momentos de desesperación; está queda perfectamente reflejada en ese grito de protesta, esa explosión de malestar contenido que desparrama por toda la obra, desde la siniestra figura del primer término al paisaje circundante y los cielos ondulantes y terriblemente alterados.
Con el título Desesperación, Munch llevó a cabo un cuadro el año 1892 que claramente antecede a éste otro del grito: el mismo escenario y colores parecidos pero mucho más relajado y , a continuación, otra versión similar, ésta vez mostrando ya un rostro abatido.
De el grito hizo el pintor varias versiones, todas muy similares por lo que no vamos aquí a irlas ennumerando. La más famosa es la primera de ellas que se encuentra actualmente en la Galería Nacional de Oslo, del año 1893, donde además podemos contemplar otras dos más posteriores.
Trás el fracaso de la exposición de Berlín de 1892, vuelve de nuevo en diciembre del siguiente año a exponer en la capital alemana. Aunque apenas vende nada, sí obtiene algún dinero de la venta de entradas, pués el escándalo del año anterior atrajo gran cantidad de público. Pero lo importante de ésta exhibición de cara al futuro desarrollo de su obra, es el ser éste el primer lugar en el que Munch decidió exponer algunos de sus cuadros formando una secuencia, esto es, formando un grupo con una característica común y bajo un solo título, en aquella ocasión el amor ó el despertar del amor. En ésta ocasión los cuadros se dispusieron a lo largo de las paredes del vestíbulo. El mismo artista, siempre volviendo a sus escritos, hace hincapié en la conveniencia de presentar éstas formando un friso contínuo en el que se desarrolle una idea central y en el que, a ser posible, se establezca un ritmo de líneas horizontales y verticales, una uniformidad de color e, incluso, una correlación en el tamaño y tonos de los marcos, con el fín de ofrecer al espectador una mejor comprensión del significado de su obra. Es pués la primera vez que presenta la que será tarea principal de casi todos sus siguientes años:
la elaboración de sus famosos Frisos de la Vida de los que hablaremos en sucesivas entradas. Aquí en Berlín lo formaron seis cuadros entre los que se encontraba la Voz , obra del año 1893, y, fuera de ésta secuencia, Munch presentó el Grito de 1893. Y aquí debemos hacer un pequeño paréntesis para hablar de un noruego importante para la vida artística de ésta nación e importante también para el propio pintor. Se trata de Olaf Schou, pintor a medias, industrial a medias y mecenas y protector de artistas en toda regla y a quién Munch debe mucho, anímica y económicamente, al haber recibido su apoyo, su reconocimiento y su dinero que le solucionó en muchas ocasiones los momentos difíciles. Entusiasta de su obra, llegó a tener hasta 11 de sus cuadros, con títulos tan notables como Muchachas en el muelle 1901, la Danza de la vida 1899-1900, Madonna 1894-95 ó, también, el Grito de 1893. Todas ellas, en un lote de 116 obras de arte de diferentes autores, hizo se donaran a la Galería Nacional de Oslo el año 1909. De salud muy débil qué posiblemente le impidió su realización como pintor notable, murió en París en 1925.
Volvemos finalmente a la otra obra mencionada, la Voz, también conocida como Noche de verano, qué se encuentra hoy día en el Museo de Arte de Boston y en la que aparece una vez más su playa de Aasgaardstrand, ahora simplificada al máximo al igual que el resto del cuadro: troncos de árboles rectos acompañan al reflejo del sol ó de la luna en la verticalidad mientras el borde de arena tenuemente coloreado y una figura de mujer que nos mira de frente marcan la horizontalidad. Los detalles son tan simples como las dos rocas que insinúa en la arena, la pequeña barca en el mar ó las ramasde la parte superior.
Muchos de estos textos se dieron a conocer al público poco después de su ejecución, otros solo los hemos conocido muchos años después, pero el correspondiente a la obra el grito de 1893, y de la cual presentamos ahora una versión litográfica, fué el primero en ser publicado en revistas de Arte de Francia y Estados Unidos, anticipando ideas sobre su futura ejecución; así, duante su célebre convalecencia en Niza el año anterior, 1892 nos dice:
"...Iba caminando con dos amigos por el paseo, el sol se estaba poniendo, el cielo se volvió de pronto rojo. Yo me paré, cansado me apoyé en una baranda, sobre la ciudad y el fiordo azul oscuro no veía sino sangre y lenguas de fuego. Mis amigos continuaban su marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza".
Este texto es casi tan famoso como el cuadro al que dió lugar, perdonarme el que lo traiga una vez más aquí, pero es, como veis, tremendamente explicativo. Lo que para otros sería una hermosa puesta de sol, a Munch, el súbito enrojecimiento de la tarde, imaginar lo que habeis sentido ante esa cabalgata de colores escarlata, le paraliza y le sume en una verdadera desesperación existencial...."temblando de miedo y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza". A esta evidencia expuesta por el propio autor sobre el significado de el grito podríamos añadir, por supuesto de una manera un tanto personal, otra consideración qué ayudaría a desvelarlo y qué no sería otra que el propio rechazo de Munch, tantas veces manifiestado a estas alturas en obras y escritos, por la hipocresía, estilo anticuado de vida y falta de autenticidad en sus principios éticos y morales de la sociedad de entonces, inquietud que posiblemente provocaría en el artista un constante desasosiego, una sensación de opresión, qué , en sus particulares condiciones anímicas de las que venimos hablando en entradas anteriores, le produciría verdaderos momentos de desesperación; está queda perfectamente reflejada en ese grito de protesta, esa explosión de malestar contenido que desparrama por toda la obra, desde la siniestra figura del primer término al paisaje circundante y los cielos ondulantes y terriblemente alterados.
Con el título Desesperación, Munch llevó a cabo un cuadro el año 1892 que claramente antecede a éste otro del grito: el mismo escenario y colores parecidos pero mucho más relajado y , a continuación, otra versión similar, ésta vez mostrando ya un rostro abatido.
De el grito hizo el pintor varias versiones, todas muy similares por lo que no vamos aquí a irlas ennumerando. La más famosa es la primera de ellas que se encuentra actualmente en la Galería Nacional de Oslo, del año 1893, donde además podemos contemplar otras dos más posteriores.
Trás el fracaso de la exposición de Berlín de 1892, vuelve de nuevo en diciembre del siguiente año a exponer en la capital alemana. Aunque apenas vende nada, sí obtiene algún dinero de la venta de entradas, pués el escándalo del año anterior atrajo gran cantidad de público. Pero lo importante de ésta exhibición de cara al futuro desarrollo de su obra, es el ser éste el primer lugar en el que Munch decidió exponer algunos de sus cuadros formando una secuencia, esto es, formando un grupo con una característica común y bajo un solo título, en aquella ocasión el amor ó el despertar del amor. En ésta ocasión los cuadros se dispusieron a lo largo de las paredes del vestíbulo. El mismo artista, siempre volviendo a sus escritos, hace hincapié en la conveniencia de presentar éstas formando un friso contínuo en el que se desarrolle una idea central y en el que, a ser posible, se establezca un ritmo de líneas horizontales y verticales, una uniformidad de color e, incluso, una correlación en el tamaño y tonos de los marcos, con el fín de ofrecer al espectador una mejor comprensión del significado de su obra. Es pués la primera vez que presenta la que será tarea principal de casi todos sus siguientes años:
la elaboración de sus famosos Frisos de la Vida de los que hablaremos en sucesivas entradas. Aquí en Berlín lo formaron seis cuadros entre los que se encontraba la Voz , obra del año 1893, y, fuera de ésta secuencia, Munch presentó el Grito de 1893. Y aquí debemos hacer un pequeño paréntesis para hablar de un noruego importante para la vida artística de ésta nación e importante también para el propio pintor. Se trata de Olaf Schou, pintor a medias, industrial a medias y mecenas y protector de artistas en toda regla y a quién Munch debe mucho, anímica y económicamente, al haber recibido su apoyo, su reconocimiento y su dinero que le solucionó en muchas ocasiones los momentos difíciles. Entusiasta de su obra, llegó a tener hasta 11 de sus cuadros, con títulos tan notables como Muchachas en el muelle 1901, la Danza de la vida 1899-1900, Madonna 1894-95 ó, también, el Grito de 1893. Todas ellas, en un lote de 116 obras de arte de diferentes autores, hizo se donaran a la Galería Nacional de Oslo el año 1909. De salud muy débil qué posiblemente le impidió su realización como pintor notable, murió en París en 1925.
Volvemos finalmente a la otra obra mencionada, la Voz, también conocida como Noche de verano, qué se encuentra hoy día en el Museo de Arte de Boston y en la que aparece una vez más su playa de Aasgaardstrand, ahora simplificada al máximo al igual que el resto del cuadro: troncos de árboles rectos acompañan al reflejo del sol ó de la luna en la verticalidad mientras el borde de arena tenuemente coloreado y una figura de mujer que nos mira de frente marcan la horizontalidad. Los detalles son tan simples como las dos rocas que insinúa en la arena, la pequeña barca en el mar ó las ramasde la parte superior.
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