otra hermosa sorpresa , esta vez en el Museo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, qué, para los que no lo sepais, está en la calle Alcalá junto al Casino de Madrid, en la acera de la derecha poco antes de llegar a la Puerta del Sol . Se trata de un Museo normalmente poco visitado, pero de vez en cuando ofrece exposiciones temporales sorprendentes, como ésta.
Para mí era un pintor desconocido, pero no soy ningún erudito y posiblemente la mayoría de los que me leen le conocerán ó habrán oído hablar de él. Si hubiésemos vivido y tenido algo de aficción al arte durante los famosos años veinte, por ejemplo, habríamos oído hablar con seguridad de Beltrán, aunque seguramente no habríamos visto ninguna de sus obras, no porque fueran éstas escasas, sino por no estar, aquí en España al menos, tan abierto al ciudadano corriente el mundo de las obras de arte y sus exposiciones. No es que no hubiera ocasiones de ver obras de artistas del momento, lo que no había era costumbre generalizada de hacerlo, exceptuando normalmente las clases altas y por supuesto entusiastas de vocación y de espíritu, que siempre los ha habido. La gran demanda que tienen hoy día este tipo de acontecimientos artísticos, tanto en las grandes ciudades como en las más modestas, es algo único y en parte obedece, creo yo, a la eficacia de la moderna publicidad, tanto profesional como la popular del boca a boca, y a la potente posibilidad de relación social y cultural que ofrecen los asentamientos urbanos actuales.
Aprovecho la ocasión para decir justamente lo contrario de las galerías de Arte de la calle y otras salas de exposiciones municipales y locales. En estas, generalmente sin propaganda alguna, la afluencia es casi cero, exceptuando el día de la inaguración durante el cual, por ser un momento de encuentro de familiares y amigos y tener aperitivo gratis, esta puede ser de uno ó dos; el resto de los días desolación y tristeza en la sala. No empezaremos a ser una nación algo culta hasta que no empecemos a tener criterio artístico independiente y sincero, sin necesidad de apoyarnos siempre en el bastón de la publicidad ó la noticia de moda : "me gusta este cuadro sin saber si vale mucho ó poco ni quién lo ha pintado".
En fín, no es el tema de ésta entrada, pero, animo a todos a llenar las salas de exposiciones de pintores actuales, a visitarlas con más frecuencia, aunque sigais haciendo colas interminables en los grandes Museos para ver a nuestros genios. Son en realidad la cresta de la ola de la vida cultural de nuestro mundo y por ello debían interesarnos todavía más que nuestros bellos y antiguos Museos.
Dije antes que habríamos oído hablar con seguridad de Beltrán Massés en su época de esplendor porque realmente fué un pintor que alcanzó de verdad este esplendor. Nacido en Cuba poco antes de su independencia de España, se educó en Barcelona , de donde era su familia y pronto comenzo a pintar , acudiendo a la conocida escuela Llotja y, más tarde, en la Escuela de Bellas Artes, recibiría clases del mismísimo Sorolla.
Se casó con otra pintora perteneciente a una familia de posición acomodada y , quizá gracias a ello, pudieron instalarse en París en plena Guerra Mundial, 1916, y permanecieron en ella hasta el final de la siguiente gran contienda, 1946. Pues bién , solamente en estos años de París llevó a cabo más de 50 exposiciones, muchas de ellas individuales y en los sitios más variados, desde Sudafrica a Nueva York pasando por Venecia, Túnez ó Londres. Ya en la de Venecia, bienal del año 1920, contó con una gran sala para su uso individual y su éxito fue enorme. Anteriormente ya había recibido muchos primeros premios y menciones, cuyo numero, cuando leí los paneles informativos de la exposición, me pareciero impresionante. En efecto, allá donde iba era premiado, y su fama fué incrementandose año tras año especialmente entre las clases altas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario