cuadro de grandes proporciones para lo que nos tiene acostumbrados el Dalí de ésta primera etapa, nada menos que 190 x 200 cms. El cuadro pertenece hoy en día al Museo Montserrat y podeis ver que está respirando clasicismo y al mismo tiempo, ver especialmente la figura femenina de la derecha, se apoya en la forma de construcción cubista que recuerda a Picasso. Dalí añadió además un sobrenombre a la obra : Academia neocubista, que el eminente profesor , Rafael Santos Torroella, quizá su más acertado estudioso, cree lo puso el pintor como venganza contra la Academia de San Fernando de Madrid de donde acababa de ser expulsado. De sus influencias cubistas en ésta época da fé el hecho, en su primera exposición en las Galerías Dalmau de Barcelona que ya hemos mencionado en otra ocasión, de haber separado en espacios diferentes los trabajos cubistas y neo-cubistas, esto es, neoclásico - cubistas, de los que denominó miniaturistas, que comprendían todas las demás, . Naturalmente la obra que presentamos estaba en el primero de estos grupos.
Pues bién, Torroella nos dice además que muy posiblemente Dalí haya querido representar en ambas figuras de mujeres clasico-cubistas a la virtud, la de la derecha, y a la lujuria, la de la izquierda, y ambas, formando un triángulo con él, acompañarían a un personaje ya visto en muchas ocasiones en éste blog y que jugó un papel importantísimo en el mundo imaginativo y creativo del genial catalán : S. Sebastián. Torroella afirma que éste se sentía incluso "misteriosa y patéticamente identificado" con el mártir.
Mas esta obsesión era compartida también con su amigo Lorca, íntimo en estos años, y cuya relación con Dalí ha sido objeto de múltiples estudios y llenado páginas enteras. Lo que sí está del todo claro es la gran impresión que a ambos les causó su encuentro en la Residencia de Madrid, y que derivaría, tras las visitas del poeta a Cadaqués, en un enamoramiento mutuo, mucho más fuerte en el andaluz, pero que a la postre influyó en la obra de ambos genios. Además, siendo Lorca homosexual, pretendió consumar su amor más allá de lo meramente platónico, encontrando siempre la oposición del pintor, aún cuando hubo verdaderos idilios entre ambos.
Todo esto viene al caso para tratar de identificar al tercer personaje de la obra. S. Sebastián, especialmente a partir del siglo XIX, pasó en determinados círculos artísticos a ser considerado un verdadero icono homosexual, y aquí Dalí lo introduce surgiendo de las aguas con un aspecto apolíneo y portando un instrumento de su invención para medir la pasión y la agonía, según dice él mismo en su famoso texto San Sebastián, como clara referencia a los sentimientos entre ambos, referencia que se completa con sus cabezas picassianas en forma de busto y fusionadas a la manera de Picasso, descansando sobre una roca que sobresale del mar.
Como veis esta obra es una completa descripción freudiana del momento que ambos amigos estaban atravesando y que se refleja en el abundantísimo epistolario, el sinfín de cartas cruzadas entre Lorca y Dalí, con el que afortunadamente podemos contar , muchas más las del segundo, cuarenta, que las del poeta, tan solo siete, puesto que Ana María vendió parte de ellas y otras muchas las destruyó la propia Gala que odiaba esta relación.
Transcribimos una de las cartas de Dalí a Lorca :
querido Federico:
... Yo sueño en irme a Bruselas para copiar a los holandeses en el
museo; mi padre esta contento del proyecto ... ¿Venir a Granada? No te quiero
engañar, no puedo; por Navidad pienso hacer mi exposición en Barcelona, que
será algo gordo; hijo; tengo que trabajar esos meses como ahora, todo el santo
día sin pensar en Nada Más. ¡Tú no puedes darte cuenta de cómo me he entregado
a mis cuadros, con que cariño pinto mis ventanas abiertas al mar con rocas, mis
cestas de pan, mis niñas cosiendo, mis peces, mis, cielos como esculturas!
Escribe. Adiós, adiós. Me voy a mis cuadros de mi corazón.
Salvador Dalí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario