miércoles, 25 de noviembre de 2015

elgreco - adoracion de los pastores 1612-1614


 Puede considerarse posiblemente ésta obra como la última salida de la mano del Greco antes de su muerte a los 73 años de edad. El mismo Luis Tristán, uno de sus principales colaboradores, habla de que ...."estuvo trabajando en ella hasta su muerte". Puede ser simultánea de la siguiente y última que presentamos, el bautismo de Cristo, acabada también el año1614. Hasta ahí llegó la evolución del maestro, ambas son una magnífica representación del momento artístico  y emocional en el que se encontraba cuando le empezaron a faltar las fuerzas. Murió "... como buén cristiano y pagó la cera para su alumbramiento...". No hizo testamento pero otorgó poderes a su hijo Jorge Manuel, ocho días antes de su muerte, ya postrado en cama y ante el escribano público de Toledo, para que lo llevara a cabo una vez  hubiera hecho inventario de los bienes de su padre. En la carta de poder correspondiente, el Greco nombró herederos a su hijo y a Doña Jerónima de las Cuevas. Y ya en el testamento se indica que " ....fué metido en un ataúd y depositado en una bóveda de la Iglesia e Monasterio de Santo Domingo el Antiguo de ésta ciudad de Toledo".  
Si se sabe con bastante certeza que llevó a cabo esta obra para que presidiera su propia tumba de Santo Domingo y ahí estuvo hasta 1954, año en el que fué adquirida por el Estado español y ahora se encuentra presidiendo una pequeña sala del Museo del Prado, un sitio de honor, separada de las grandes obras del retablo del Colegio de María de Aragón, a mi parecer de forma muy acertada por su carácter postrero y como compendio de la más exaltada y expresiva altura artística que alcanzó el cretense en sus últimos años. 

Como tantas veces hemos hecho a lo largo de ésta exposición, volvemos a establecer comparaciones entre dos momentos de la obra del Greco, el año 1600 y su Adoración de los pastores de Bucarest y ésta en la que estamos de 14 años después. Si en el comentario de la primera hablamos del progresivo afianzamiento de una original y precisa forma de representar la espiritualidad a través de una serie de características muy claras, ahora volveríamos a hacer hincapié en las mismas y todo parecería igual. Pero no es así; aún cuando el tono general de ambas obras puede parecer muy similar; ampliarlas por favor y fijaos especialmente en un detalle importantísimo: la verosimilitud de las posturas corporales en una y en otra. Empecemos por los angelitos, que en el de Bucarest, aún representados en difíciles escorzos, mantienen posturas posibles para cuerpos reales; sin embargo en éste del Prado los pequeños están retorcidos, obligados a posturas inverosímiles. Además sus pies están deformados, ó mejor, malformados, rotos, olvidada cualquier correción anatómica. Ahora esto lo extendemos a sus rostros, sus cabezas, sus muslos.... y después volvemos a verlo en los rostros de los ángeles mayores, en su cabello y en la propia expresión.

Aún no siendo tan ostensible en las figuras principales que rodean al Niño, vuelve sin embargo a hacer caso omiso de la realidad en casi todas las masas musculares que las vaporosas vestiduras dejan visibles: qué deformidades y qué desproporciones, tan descaradas como voluntarias, pero que, apoyadas por la luz irreal que se irradia desde el recién nacido, transforman cada uno de los personajes evangélicos en verdaderos seres espirituales flotando totalmente envueltos ya en la Gloria eterna. En el de Bucarest sin embargo todavía queda una intención de formalidad en las posturas, de serenidad y reposo, de vida terrena, y, por otro lado, mantiene aún la luz superior celeste, que incluso se cuela por algunas aberturas del techo, contrariamente a la luz única del Niño Jesús que se desparrama por todo el cuadro en el del Prado, donde además casi ha desaparecido cualquier referencia arquitectónica que pueda definir el aposento.

Solo hay un punto en el que el Greco se contiene y expresa con total perfección y ternura la realidad: las manos de la Virgen María. Como en la Natividad de Illescas y en tantas obras más, vuelve a deleitarnos con éstos detalles llenos de emotividad.

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