viernes, 5 de enero de 2018
henri de toulouse-lautrec - el ingles en el Moulin Rouge -1892
Gran parte de la obra que vamos a tener ocasión de ver en ésta exposición pertenece a los últimos años de vida de Toulouse-Lautrec, de su corta vida, habría que añadir; la litogafía que tenemos ahora, sin embargo, la lleva a cabo cuando contaba 28 años de edad, por lo que aún le quedaban 9 años de quehacer artístico.
La biografía de Henri es bién conocida, todos sabreis de ella sin duda ya que sobre éste pintor se ha escrito largo y tendido, llevándose al cine en bastanes ocasiones y ofreciéndonos una visión bastante exacta de las visicitudes y ambientes en la que se desenvolvió. Hijo de un conde, su corta vida se desarrolló sin embargo inmersa en el mundillo, en nada aristocrático, de los cabarets y salas de fiesta que abundaban en las barriadas del París de aquellos años, mundillo que atrajo a nuestro pintor desde temprana edad y a muchos otros artistas, cantantes, poetas, escritores, amén de vividores, aristócratas y mujeres liberadas en todos sus grados. Celebridades de la categoría de Picasso, Van Gogh, Braque, Bernard, Degas fueron habituales clientes de este fulgurante escenario en el que Lautrec se desenvolvía con mucha más soltura de lo que habría sido habitual en un personaje físicamente empequeñecido y carente de atractivo físico: dos caídas del caballo a temprana edad y posiblemente problemas derivados de la consanguinidad de sus padres, que eran primos hermanos, mermaron el normal desarrollo de sus extremidades inferiores afeando su apecto e impidiéndole andar con normalidad.
Dibujante empedernido desde su niñez, renunció a los estudios para dedicarse, ya con 18 años a la pintura sin más y, como tantos otros colegas, vino a parar al Montmartre parisino, dejándose seducir de inmediato por su intensa vida nocturna y por el ambiente bohemio de los se han llegado a llamar los "grandes templos de la noche": Moulin de la Galette", el "Mirliton", "Le Chat Noir", "Moulin Rouge", "Folies Bergère", el circo "Fernando...... Mucho debe nuestro artista a su tío Charles, conde de Toulouse-Lautrec, quién insistió cerca de su madre, separada hacía años, sobre las notabilísimas virtudes del sobrino y la conveniencia de un aprendizaje en regla lo más académico posible, y, a este respecto hay que mencionar a un pintor, Jean-Louis Forain, con quién estudió y cuyos temas, relacionados como podeis ver extensamente con la vida nocturna de París, le marcaron definitivamente.
Al cumlir 21 años comenzó a recibir una asignación permanente por parte de su acomodada familia, lo que le dió la indepenencia económica necesaria para dedicarse de forma plena a la pintura y, por otro lado, cubrir los gastos asociados a su incansable trajín por cabarets y salas de fiestas que suponemos serían cuantiosos. También le permitió establecer su propio esudio en Montmartre.
Un año antes, en 1891, llevó a cabo su primer cartel, representando a la Goulue, la "glotonería" es decir Louise Weber, y del que hablaremos en una entrada posterior. Tuvo una excelente acogida de público y crítica y a partir de ahí una parte de su trabajo arístico estuvo dedicada a este tipo de anuncios litográficos. Lautrec fué un magnífico grabador muy influído por las estampas japonesas pero desarrollando desde el primer momento un estilo caracterizado por el dominio asombroso del arabesco y la agilidad, economía y precisión del dibujo. Además el colorido es muy armónico y siempre liso y adecuado.
La obra que estamos viendo es también una litografía con color, transposición de ese mismo tema al óleo del mismo año, llevada a cabo en colaboración con el editor y marchante francés Adolphe Goupil, patrón de la famosa empresa qué trabajó con muchos de los mejores grabadores y litógrafos.
Está hecho con grafito grueso sobre piedra calcárea. Lautrec revolucionó en unos pocos años el mundo de la publicación impresa del que hoy somos herederos. Si una cosa nos llama la atención al observar ésta obra es su espontaneidad y finura pero, en especial, su gran modernidad: podría tratarse de un cartel anunciador de nuestros días.
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