esta escena representa otro de los milagros más celebrados de la vida de San Diego, aquel que según se cuenta tuvo lugar encontrándose como cuidador de la portería, donde habitualmente acudían, tal como vemos, multitud de pobres y menesterosos en busca de algo que comer. El Santo debía excederse con frecuencia en su generosidad y descubierto en ésta ocasión por sus superiores, viendo lo abultado de sus mangas y hábitos por el pan que llevaba, abriose mostrando éste convertido milagrosamente en rosas.
Otros pintores del siglo XVII, entre los que se encuentran Francisco de Zurbarán, del que se conocen tres cuadros del tema, José de Ribera ó Bartolomé Esteban Murillo, dieron testimonio en su obra de éste acontecimiento
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