miércoles, 14 de junio de 2023

felipe IV en fraga - diego Velázquez -1644


 al parecer esta fué la obra favorita de nuestro Henry Clay Frick, cuya colección de pintura española estamos comentando.

Su autor, como veis, no podía ser otro que el genial Diego Velázquez, que consigue, a pesar de la rapidez con que hubo de terminarla, uno de sus mejores retratos y, para mi gusto, el mejor de su monarca Felipe IV.

Los hechos que envuelven la génesis de esta obra son bién conocidos. Dentro de los enfrentamientos entre españoles y franceses a lo largo de la llamada Guerra de los Diez Años, estuvo la famosa sublevación del campesinado catalán, guerra dels Segadors, y, en estas circunstancias, Felipe IV hubo de desplazarse en persona con el ejército, primera y única vez que lo haría, a la localidad de Fraga, la llamada Campaña ó jornada de Aragón. Ahí lo acompañó nuestro pintor quién,  tras la toma exitosa de Lérida, sería requerido por el Rey para la pintura de su propio retrato conmemorativo.

Eso sí, debería hacerlo lo antes posible para su envío a la Corte de Madrid con el fín de ser expuesto en los actos conmemorativos de ésta victoria. Velázquez cumplió plazos, lo acabó en tan solo tres sesiones, y, desde luego cumplió en cuanto a calidad se refiere. Lo asombroso es que, de esos mismos días, data su obra el bufón Don Sebastián de Morra, el Primo, obra que también fué enviada a Madrid durante el més de Junio. Una vez en Madrid el nuevo retrato del Rey, la reina, Isabel de Borbón, lo expuso en público a petición de la Corte catalana en la capital y se sabe que en Agosto de ese mismo año,1644, se pudo ver en la iglesia de San Martín, de la calle Desengaño, "debajo de un dosel bordado en oro".  

Diego Velázquez pintó este retrato, tras su estancia en Italia cuando contaba 45 años y el Rey 39. Su estancia en ese país le había aportado una forma de pintar mucho más fluída y había enriquecido su paleta, cualidades que comienzan a aflorar en esta obra: fijaros en la sencillez y espontaneidad de la pincelada en los adornos de la vestimenta y en la textura de las mangas, sobre los que simples manchones de cerca son definitivos en la percepción del conjunto al alejarse. Naturalmente este nuevo estilo irá siempre acompañado en sus retratos por su siempre austero empaque típica de los haugsburgo y por sus fondos neutros.

Queda por destacar lo que seguramente os parecerá también lo que quizá llama más la atención en esta obra: el color; la combinación de esos dos colores, bermellón y plata, acompañada de blancos puros son un acierto incomparable. Se sabe que el Rey  mismo le pidió que le pintara con sus mejores galas y estamos seguros que quedaría plenamente satisfecho. He leído en alguna parte que el cronista oficial José Pellicer y Tovar anotó que el 2 de mayo de ese 1644 el Rey presidió las tropas vestido tal y como se ve en el cuadro. Es curioso también el hecho de representarle mirando hacia la izquierda, cosa poco habitual en el pintor.  

En 2009 la obra fué sometida a una limpieza de barnices ennegrecidos. Existen algunas copias de ella, quizás la mejor sea la que pertenece al Dulwich College de Londres, que incluso se pensó era del propio Velázquez, aunque actualmente se atribuye a su yerno, Juan Bautista Martínez del Mazo.

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