extraordinario retrato de un anciano, por ahora anónimo, pintado también en ese año tan productivo de 1618. Si me viera en la difícil tarea de tener que copiarlo, lo tengo muy claro : por supuesto, primero fondos oscuro-dorados....-oiga, ¿y ese color cual es ?-. Pues un color de fondo que no es el negro, sino el negro mezclado con el amarillo ó naranja oscuro, pero que no se deja en ningún momento derivar hacia los ocres oscuros ó marrones. La mayoría de los grandes pintores lo usan, y cuando se descuidan , la obra se oscurece inexorablemente, las sombran se ensucian, el resultado puede hasta ser desagradable. En todos los museos siempre se topa uno con alguna obra así-. Pero sigamos: luego haría los vestidos, me esmeraría en la gola, ahora con sus deliciosos blancos-dorados en armonía con los negros-dorados de marras, luego las carnes de manos y cara, buscando la iluminación tan soberbia de la frente, dibujaría con la mayor soltura y rapidez posible los cabellos grises-dorados y ya estaría el cuadro en condiciones de ser empezado........así es que en ese punto comenzaría lo importante de la copia, esto es , los ojos, tarea ingente que me llevaría al desastre casi con seguridad. Y ahí es donde ese joven de 19 años se permite el lujo de destacar y brillar con excelencia. Repetirá ojos y ojos a lo largo de toda su vida y todos estarán llenos de vida e intención, todos estarán tratando de decir algo, a nosotros, a los que observemos la pintura. El anciano se ha desprendido del lienzo y nos medio sonríe con sabiduría desde su ya avanzada edad. Se está comunicando con nosotros. Delicioso bocado para el espíritu el mirarle frente a frente. Pintura pura.
Ampliar la obra en una página nueva con el botón derecho del ratón y observar ahora los ojos, totalmente diferentes, su ojo izquierdo parece no participar, como a la espera, su ojo derecho en acción, inteligente y cargado de vida. Podeis leer las notas que escribí sobre el también excelente retrato de Leon Riesener de E. Delacroix, en lo referente a ese detalle de los ojos distintos ó complementarios.
El cuadro pertenece ahora al Real Museo de Bellas Artes de Bruselas, donde fué donado por el conde Georges della Faille Leverghem, coleccionista y diplomático belga, nacido ya el pasado siglo XX . Precisamente existe otro retrato pintado por Van Dyck de un posible antepasado suyo, ó al menos de su mismo apellido, el ilustre matemático y teólogo Jean-Charles della Faille, S.J. quién estuvo al servicio de España siendo cosmógrafo del Consejo de Indias por mandato del mismísimo Rey Felipe IV.
En el Prado existe ésta cabeza de anciano y ésta otra, pintadas hacia 1618-20 y ambas, como veis, con una soltura y aparente facilidad a la altura de la que presentamos aquí.
Del Museo Rockokxhuis de Amberes traemos estos dos estudios de hombre con barba de unos años antes, 1616-17.
Y, por último, relacionados también con nuestra obra, un hombre anciano, esta vez de Rembrandt y otro del insigne pintor Jacob Jordaens, contemporáneo de Van Dyck.
Que retrato más impresionante. No me acordaba de verlo en la exposición.
ResponderEliminarTienes que ir antes del 30 de junio a la de Benlliure en la Real Academia de San Fernando. Es gratuita y me encantado.