Antonio Muñoz Degrain ,gran pintor decimonónico y autor de una impresionante obra paisajística, irrumpe sin embargo en el historicismo imperante de éstos años con un gran lienzo pleno de todos los atributos exigidos en el género y obtiene merecidamente una medalla en la Exposición Nacional de ese mismo año 1884.
Empero, creo qué, antes que nada, debo presentar aquí algunos de sus bellísimos paisajes a los que dedicó, como apunté antes, gran parte de su trabajo. Así, os traigo recuerdos de Granada, puerto de bilbao del año 1900, vista de la bahía de Palma de Mallorca ó lavanderas de 1903, así como los premiados paisaje del prado al disiparse la niebla de 1866 y vista de Granada y Sierra Nevada de 1915.
La famosa leyenda de los amantes de Teruel debió ó no debió ser real, pero, fuera como fuese, dió lugar a multitud de romamces populares de los que incluso derivaron varias obras literarias y, por supuesto, otras tantas obras pictóricas. No obstante, entre todas estas representaciones destaca una con luz propia, el drama en verso de Juan Eugenio Hartzenbusch del año 1837 , a la que me atrevería a añadir ésta obra de Muñoz Degrain que estamos contemplando.
El drama se sitúa alrededor del año1212 y relata la relación imposible de una dama de la nobleza, Isabel de Segura, y un hidalgo venido a menos y empobrecido, Diego Juan Martínez de Marsilla, quién parte en busca de fortuna que le depare alguna posibilidad de unir su amor al de su amada isabel. Muñoz Degrain nos está en este cuadro presentando el desenlace de la historia:
.....la joven fué demorando en lo posible el casamiento que su padre le tenía encomendado, aduciendo haber hecho voto de virginidad hasta cumplir los veinte años, pero cumplido este plazo y sin ya esperanzas del regreso de Juan, contrajo matrimonio. Justo ese día, !oh fatalidad! volvió su amado y desesperado al encontrar a Isabel ya casada, penetro en la cámara nupcial y, mientras el marido dormía la pidió un beso que ésta rechazó por más que insistiera, en virtud de su promesa de fidelidad recién adquirida.-! ó me besas ó me muero !- , y así fué, Juan murió.
Isabel, una vez depositado el cadáver en la iglesia de San Pedro para llevar a cabo las ceremonias funerarias, quiso darle ese beso rechazado que tan funestas consecuencias había acarreado y, en besándole, lo hizo con tanta pasión y amor que murió también......
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