martes, 15 de septiembre de 2015

el greco - adoracion de los pastores 1597-1600


De una noticia publicada en el diario ABC de Madrid, fechada el 3 de Enero de 1990, he podido saber que esta obra, una de las ocho conocidas sobre el mismo tema llevadas a cabo por el Greco, fué salvada in extremis de las llamas en los años finales de la dictadura de Ceaucescu por unos oportunos soldados cuando el fuego que destruía el contiguo salón de conciertos de su palacio se propagó alcanzando el Museo de Arte de Bucarest donde se encontraba. Afortunadamente el cuadro salió totalmente indemne y vuelve a estar en las salas de este encantador museo rumano.
No tuvieron la misma suerte cientos de cuadros en el pavoroso incendio que destruyó el Alcázar de Madrid en la Nochebuena del año 1734, entre ellos algunos Velázquez, aún cuando uno de ellos, las Meninas, se salvó como el del Greco de Bucarest, en ésta ocasión siendo arrojado por una de las ventanas.


Merece la pena que ennumere los avatares de ésta pintura desde su creación hasta su descanso final en la pinacoteca de Bucarest, ya que ilustra un poco el recorrido tan complicado que siguen muchas de las obras de arte. 

año 1600: el Greco finaliza los trabajos del retablo, incluidas también pinturas y esculturas

año 1808: José Bonaparte acaba disolviendo las órdenes religiosas y el retablo del Convento de María de Aragón es desmontado y posiblemente trasladado al otro convento agustino de San Felipe el Real.

año 1814: los religiosos pueden volver a su convento pero solo se coloca la Anunciación( ó Encarnación, como vimos en la entrada anterior).

año 1835: se produce la famosa desamortización de Mendizabal, pasando los bienes de la Iglesia al poder público: nuestra obra de la Adoración, junto a sus compañeros de retablo es llevada a la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Posteriormente, con todas las demás obras de arte requisadas, pasa a los fondos del  Museo Nacional de Pintura, también llamado Museo de la Trinidad por ocupar las dependencias del Convento de éste nombre.
Pero este mismo año, el rey de Francia, Luis Felipe, aprovechando la coyuntura favorable a causa de la enorme cantidad de obras de arte disponibles en nuestro pais, envía al barón Taylor a España a adquirir todo cuanto pueda. La Adoración cae en su poder, comprada por supuesto, y 

año 1838: pasa a formar parte de la llamada Galería Española del Museo del Louvre, que reúne incontables obras de los mejores pintores españoles, como Velázquez, Goya, Zurbarán, Alonso Cano y el Greco, representado por ésta obra, por la Dama del armiño y un Cristo Crucificado. Allí la Adoración permanecerá 10 años hasta la caída de Luis Felipe

año 1848: la Revolución destrona al Rey y es proclamada la 2ª República,  pero a éste se le permite llevarse su soberbia colección a Inglaterra donde se destierra.

año 1850: muere Luis Felipe en Surrey, Inglaterra, y sus cuadros comienzan a ser vendidos. La Adoración pasa en éste país de unos propietarios a otros y 

año 1888: acaba finalmente en las colecciones reales rumanas

año 1948: queda expuesta en el Museo de Arte de Budapest  

Como he dicho al principio de ésta entrada son varias las Adoraciones conocidas pero en éste blog vamos a presentar solamente tres de ellas, ésta que vemos de Bucarest, la existente actualmente en el MOMA de Nueva York, y, la más conocida y famosa de todas, la que se encuentra en el Prado, obra de sus últimos años.

Pero fijémosnos en este cuadro y comparémosle con todos los demás anteriores que hemos ido viendo a lo largo de ésta Conmemoración del genio de Creta. Ahora tiene 56 ó 57 años y es evidente qué, aunque ya venía anunciando una cada vez mayor individualización y abstracción, es, junto a las demás pinturas que habían de llenar el retablo de María de Aragón, con las que empieza a perder totalmente el recato y a olvidar cualquier traza de clasicismo y ortodoxia. Ya hemos hablado en anteriores entradas de deformidades voluntarias y de abandonos conscientes de referencias espaciales, de independencia de figuras e iluminaciones, en fín, de un cierto retorno a la manera de hacer bizantina, pero ahora tenemos un Greco  sobrado de técnica, que ha demostrado con creces ya hace tiempo su perfecto dominio de la manera de hacer italiana, y que está tomando decididamente una dirección originalísima hacia una mayor emotividad y exaltación, prescindiendo de cánones y demás ataduras. Para ello recurre, ó sigue recurriendo en mayor grado cada vez, a éstos procedimientos:

-apoyo en el contraste luz-sombra para presentar escenas cada vez más dramáticas y sobrenaturales.

-empleo de tonos oscuros, a veces verdaderas negruras, no solo en los fondos para resaltar las figuras, sino en las mismas sombras propias e incluso acompañando a las grandes superficies de color, como túnicas y paños.

-mayor protagonismo de las manos como elementos plenos de sensibilidad y espiritualidad.

-introducción contínua del escorzo en las figuras buscando posturas a veces inverosímiles.

-aumento de la intensidad de los focos ó puntos de luz.

-mayor angulosidad de líneas en el dibujo de los cuerpos que llegará a producir verdaderas deformaciones no naturales.
-carencia de apoyos para muchas de las figuras, que parecen flotar, característica derivada de la independencia y desubicación de las mismas.
- rigidez y vaporosidad de las ropas, sin ningún esmero en la perfección de pliegues y dobleces

-colores muy luminosos reflejando intensamente la luz irradiada, pero fríos, duros, siempre entre los de su repertorio, aunque logrando un bellísimo equilibrio en cada escena.

         - hoy ha venido en plan catedrático, no?


No era mi intención, sí, demasiadas varas para medir el trabajo de un genio como el Greco, qué nos está en estos años sumergiendo en un mundo casi espectral, irreal y maravillosamente profundo y, al mismo tiempo, en su labor de empresario del taller, sirve encargos todavía uno tras otro, sin descanso.
En ésta obra, ciñéndose a las dimensiones demasiado alargadas del cuadro, compone una escena muy agrupada pero ideal para dividirla en dos partes, cielo y tierra e iluminarla con un solo foco de luz que naturalmente emana del Niño y que traspasa todos los ámbitos. A su vez los ángeles que proclaman en su filacteria la grandeza de Dios parecen enviar al portal, bastante elaborado ésta vez, rayos de luz celestial, recurriendo incluso a aberturas en el techo de éste por los que se cuela y luego se desparrama; en otro pintor ésto último parecería una ingenuidad tirando a torpeza, pero en el Greco, dentro de la irrealidad de la escena, parece casi obligado el que los cielos envíen su luz en cascada de ésta manera .
También vemos un jóven San José, a la manera del de la Capilla que lleva su nombre, que ya comentamos algunas entradas atrás, y, dos personajes que parecen dialogar detrás, en segundo plano, y que podrían muy bién ser el propio pintor, a la derecha, y Miguel Angel Bounarroti, tal y como algunos historiadores proponen.

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