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viernes, 1 de noviembre de 2013

martin rico y ortega - desembocadura del bidasoa 1872



Esta pintura, una de las de mayor calidad en la completa trayectoria del artista, se realizó a partir de una estancia, en el otoño de 1872, en la villa costera guipuzcoana de Fuenterrabía, próxima a la frontera con Francia. Rico fue uno de los primeros en pintarla.Recurrió a una composición horizontal, dividida en franjas paralelas. En ella, la resolución y el cromatismo del primer término resultan novedosos en el paisaje español del momento. Despojada de todo elemento, la arena fangosa aparece pintada en finos tonos malvas, sobre los que destacan los cuidados verdes claros, con algún reflejo rosa, de los charcos que deja la bajamar. La curva formada por estos lleva a un segundo plano en el que juegan los niños, cuyas figuras animan la superficie de la playa. La pendiente hacia el mar aparece indicada con habilidad por las figuras de los pescadores inclinados, la disposición de la barca varada a la derecha y el embarcadero.  En la segunda franja, ocupada por el mar, el pintor acertó a concentrar en un espacio de muy poca anchura la inmensidad de su perspectiva hasta el horizonte, con una veracidad que denota su calidad d paisajista. A la derecha, delimita las aguas la costa francesa de la localidad de Hendaya, con su playa y con la lengua de tierra que termina en la punta de Santa Ana y se adentra en l mar a través de las dos grandes peñas gemelas, Les Deux Jumeaux. Aún pudo el artista agregar, más al fondo, otro saliente de la costa francesa, con otras localidades de veraneo, entre las que destaca Biarritz. Consiguió, con ello, una perfecta sensación de lejanía a la que también contribuye la disposición relativa de las barcas en el mar, reunidas la mayoría junto a la orilla y escalonadas cuidadosamente según una disminución de sus velas acorde con su lejanía. También aumenta la impresión de profundidad el cambio del colorido de las aguas en la estrecha franja del fondo, a partir de las espumas en las que rompen las olas, donde pasan del bellísimo verde claro del primer término a un azul intenso.En el cielo, que ocupa la mayor parte de la superficie del cuadro, las nueves parecen moverse de izquierda a derecha y hacia el primer término por efecto del viento, que inclina también las velas de las barcas,  y su protagonismo se acentúa por los toques rosados de Poniente. En la placidez de esta marina, ponen un acento de cierto dinamismo, que aumenta la veracidad de la composición. El cuadro fue uno de los más sobresalientes del nutrido envío del pintor a la Exposición Universal de 1878 de París (Texto extractado de Barón, J.: El paisajista Martín Rico: (1833-1908), Museo Nacional del Prado, 2012, p. 170).

 (extraído de la página oficial del Museo del Prado :  http://www.museodelprado.es/ )

martin rico y ortega - la aguadora 1875



El 28 de mayo de 1875, Martín Rico llega a Toledo y permaneció en la ciudad al menos hasta el 15 de agosto. Durante esa temporada de, al menos, casi tres meses, pintó cinco óleos, entre ellos este, y realizó un cuaderno de dibujos.El artista estudió la composición de esta obra en un boceto, que incluye la parte central, es decir, la portada, la reja, la aguadora y los asnos.  La portada es muy similar a la que tenía en la época la casa de Samuel Leví, tesorero de Pedro I, luego ocupada por los marqueses de Villena. Por su parte la reja remata en un escudo flanqueado por bichas afrontadas que tomó de la que existe en el  interior del patio de la misma casa, donde también realizó dibujos. En ese mismo patio, al que volvería para pintar un cuadro allí en su segunda campaña toledana en 1893 estudió las jaulas de los pájaros.Además de realizar el boceto, Rico estudió de modo independiente la figura de la aguadora, una de las características niñas que acostumbraba a pintar, aunque cambió el tipo y la expresión en el cuadro definitivo. Estudió el asno, cargado con alforjas y analizó asimismo la cabeza del perro que, tras ensayar diferentes actitudes, representó de frente, como la niña.El artista enriqueció el esquema de la portada de principios del siglo XVI con los remates de sendas esculturas tomadas de la Puerta de los Leones de la catedral, que estudió minuciosamente en sus dibujos. Añadió una ornamentación de cardinas en los capiteles y la imposta que analizó en dos dibujos muy precisos en su valoración de las sombras y las luces y en el deterioro por la erosión del listel inferior del friso.  Asimismo estudió distintos tipos de clavos, de los que realizó una combinación en la pintura para resaltar su volumen sobre la puerta, aún más acusado por la incidencia de luz. La vegetación, en las macetas dispuestas en la reja y en el balcón , suaviza la aridez de la pared encalada. El gusto por los accidentes producidos por el paso del tiempo es muy visible enlos restos de estucos, la aparición del tapial bajo el encalado perdido, a la derecha, el deterioro de los sillares de la esquina y, sobre todo, el de la imposta y las dos medias columnas, una sin basa y otra sin la mitad inferior de su fuste. La luz muy intensa del mediodía estival resalta extraordinariamente las sombras arrojadas por ménsulas y aleros, dibuja con precisión las de las jaulas y valora, intensificándolas, la amplia variedad de texturas del muro. Llevado por su deseo de mostrar el aspecto más propio de la ciudad, el artista agregó, en el escaso espacio equivalente a la cuarta parte en vertical del cuadro, una calle hacia el fondo en perspectiva, por la que desciende un clérigo con manteo y sombrero de teja y a la que se asoma una joven desde una puerta. También aquí la riqueza decorativa del alfiz, los balcones, los canecillos de los aleros, las rejas y las ménsulas de hierro y, sobre todo, la estrechez de la vía y el aspecto de las arquitecturas, evocan el carácter antiguo de la ciudad.Se trataba de mostrar la riqueza monumental de las ciudades españolas a través de un motivo humilde que permitía exhibir una belleza olvidada y como suspendida en el tiempo, rescatada por el artista para un coleccionismo capaz de apreciar aquellos esplendores como era entonces el norteamericano. Además, la extraordinaria precisión del dibujo, fruto del análisis previo en estudios preparatorios y mostrada con claridad en todos los detalles, especialmente en los borriquillos y en las cántaras; la delicadeza del cromatismo, patente en los suaves tonos rosas de los escudos y de los fustes y en los verdes de las jaulas; y el cuidado puesto por el artista en la ejecución, sobre una pequeña tabla, hacen de esta obra una referencia capital de la producción del pintor (Texto extractado de Barón, J.: El paisajista Martín Rico: (1833-1908), Museo Nacional del Prado, 2012, pp. 182-184).

 (extraído de la página oficial del Museo del Prado :  http://www.museodelprado.es/ )
 

martes, 29 de octubre de 2013

martin rico - autorretrato 1908



un óleo sobre cartón entelado del año 1908, año en que murió en Venecia, su ciudad adoptiva desde 1870, y en el que se retrata con un gorro de cosaco y una expresión un tanto triste. Como Madrazo y Fortuny, Rico fué un pintor que pasó la mayor parte de su vida fuera de España y, aún siendo bién reconocido aquí, recibió varias medallas y menciones honoríficas en certámenes nacionales, quizá lo fué todavía más en el exterior. Así, recibió nada menos que la prestigiosa Legión de Honor por parte del gobierno francés en reconocimiento de su excelente cooperación en la organización del Pabellón de la Exposición Universal de París del año 1878, cooperación junto a Raimundo de Madrazo y en la que aportó varias de sus obras. 
Pero no paró ahí la cosa, puesto qué, como ya hemos indicado anteriormente, fué su intensa labor en la ciudad de Venecia lo que le dió fama y una gran proyección internacional, amén de los consabidos beneficios económicos.

Henry James, autor estadounidense de la famosísima obra  The Portrait of a Lady (1881), vivió muchos años de su vida en París e insistió en muchas de sus novelas sobre el contraste entre su jóven país y la vieja Europa a través de compatriotas suyos introducidos en ambientes de este lado del Atlántico. Digamos que fué un escritor con la mirada puesta en el exterior y una parte de esa atención la puso en la ciudad del Véneto. Si teneis ocasión no dejeis de leer sus ensayos sobre ésta ciudad, Italian Hours, escritos entre 1872 y 1909, donde nos lleva por varias ciudades de Italia con los ojos bién abiertos ante lo descomunal de su riquísimo legado cultural e histórico. Algunas de sus novelas transcurren por supuesto en Venecia y pronto se pusieron de moda en la sociedad norteamericana de la época que puso sus ojos en la hermosa ciudad italiana y los ha mantenido permanentemente hasta hoy día: un lugar del Viejo Mundo que adoran.

En estas condiciones, Rico y otros muchos pintores establecidos en Italia, empujados por esta corriente favorable, llevaron sus lienzos no solo a los grandes salones, sino también a algunos de sus principales museos. De ahí lo dispersa que está su obra y lo difícil que puede resultar reunirla para su exposición conjunta. Ello indica el gran mérito que para sus organizadores ha supuesto el llevar a cabo en el Museo de Prado la que estamos comentando.

Nuestro querido pintor enviudó ya viviendo en Italia y volvió a casarse con una muchacha de la misma ciudad italiana, siendo ésta la época más feliz de su vida. Con éste cuadro terminamos nuestro repaso a ésta magnífica exposición que hemos tenido la gran suerte de ver reunida por primera vez.

A continuación os traigo una página de Wikimedia Commons con algunos de sus cuadros que no hemos comentado y otros dispersos que tampoco han sido expuestos en la misma.

martin rico - vista del palacio franchetti y el palacio barbaro 1894


ambos palacios adyacentes se encuentran en el Gran Canal, muy cerca del puente de la Academia, y son edificios muy representativos de Venecia. A la izquierda, el palacio Franchetti alojaba durante el verano al Archiduque Federico Fernando de Austria quién introdujo además algunas modificaciones y, sobre todo, comenzó a reformar su fachada en estilo neogótico al estilo veneciano .Soltero, acabó viviendo definitivamente en él hasta su prematura muerte en 1847 a la edad de 26 años víctima de la ictericia. Treinta años después el barón Raimondo Franchetti casado con una Rothschild, Sharah Luisa, compró el palacio y ambos construyeron su magnífica escalera interior. Actualmente es sede del Instituto veneciano de Ciencias, Letras y Arte.
El de la derecha es el Palacio Barbaro, nombre éste de la dinastía nobiliaria que lo poseyó hasta su venta. Se salvó de la ruina gracias a la familia Curtis de Boston qué en 1885 lo compró y restauró. Por allí pasaron pintores y escritores del momento, amigos y conocidos de los Curtis, quienes lo convirtieron en su lugar habitual de reunión. Por cierto Daniel Sargent Curtis, así se llamaba éste norteamericano que lo adquirió, era ascendiente del famoso pintor estadounidense nacido en Florencia, John Singer Sargent.

Así pues,en 1894, fecha de la realización de la pintura que presentamos, casi con seguridad Daniel y Ariana, su mujer,  ya recibían en sus salones del palacio a sus distinguidos invitados. Existe un cuadro de John Singer Sargent fechado 4 años más tarde en el que aparecen algunos miembros de ésta familia : la pareja de la izquierda son Ralph Curtis, hijo de Daniel y Ariana, quienes están sentados a la derecha, ya, como podeis ver, personas de edad.

Rico representa el Palacio Barbaro dándole una apariencia en su fachada y ventanas mucho más festivo y animado que al Franchetti pués, como veis, mueve y arruga sus toldos, abre ventanas, las llena de plantas y coloca personajes en algunas de ellas. Quizá estaba en boca de toda la ciudad la animada vida social de los nuevos inquilinos y el pintor lo da a entender de esta manera. Por el contrario el Palacio Franchetti presenta una apariencia mucho mas fría y solemne quizá traduciendo la vida más seria de los Rothschild.
Y una vez más el pintor vuelve a introducir elementos inexistentes en la arquitectura, como algunas chimeneas venecianas de la cubierta del Franchetti y la cúpula que aparece por detrás. Tampoco existían entonces los postes blancos rayados de atraque delante de los edificios que se reflejan delicadamente en el agua, y sin embargo se olvida del antiguo puente de la Academia, qué,
con toda seguridad, debería verse desde ésta posición .
Pero lo mejor de la composición son sin duda alguna las dos velas bermellón y sus reflejos que le dan a la obra una luz y una animación insuperables.Y aquí se sale Rico de sus aguas inmóviles de siempre introduciendo, a base de pinceladas mucho más separadas y espontáneas, cierto movimiento que recuerda algo a los impresionistas


martin rico - el adigio,paisaje 1886


el año 1886 Martín Rico visito la ciudad de Verona y, como veis, no dejó de pintar el hermoso río Adigio, el segundo río en importancia de Italia después del Poo. Para mi gusto, este es uno de sus cuadros más equilibrado en composición y color de los realizados por él durante su estancia en en esta nación.
Un dibujo exquisito en el que no escatima ningún detalle y en el qué, direis que como casi siempre, ejecuta a la perfección otra vez los reflejos de la arquitectura circundante. Especialmente los tonos con que resuelve el de las esclusas en arco, en el centro del lienzo, son insuperables. Tampoco me canso de elogiar la belleza y realismo del cielo que acompaña al resto magníficamente.

viernes, 25 de octubre de 2013

martin rico - la laguna, venecia 1885


un punto cualquiera desde la superficie del agua de la más famosa laguna del Mediterráneo donde se desarrolló la riquísima República, apoyada en un comercio floreciente y eficazmente relacionado con el resto del mundo civilizado. Laguna que no lo es tal, al estar comunicada con el mar abierto por tres bocas y por lo tanto expuesta a mareas y marejadas. Es por lo tanto agua salada qué, cuando ambos fenómenos se alian, suele ser en primavera y otoño, inunda muchas de sus plazas y calles y todos hemos visto el diferente panorama que presenta entonces esta bella ciudad, pero que indudablemente la deteriora. Afortunadamente se estan finalizando la construcción de grandes compuertas reguladores de la entrada de agua para su utilización en las ocasiones en que se prevea una subida peligrosa de las mismas.
Dentro de la Laguna se cuentan más de 130 islas, de modo que ésta que se ve en el cuadro puede ser cualquiera de ellas. Rico encontró en las góndolas el medio más cómodo no solo de desplazarse de un lugar a otro en busca de la vista adecuada, sino una superficie lo suficientemente estable y espaciosa para poder disponer todos sus bártulos de pintor. Así pués, y se puede apreciar en algunas de sus obras, al menos los esquemas y apuntes previos están tomados en el lugar más favorable y, en muchos casos, mas tranquilo y solitario. Luego remataría en el estudio o podría volver perfectamente al mismo punto para rectificar ó completar. Mejor,imposible.

En un principio, Rico insistió en la Riba, abordando la arquitectura de los grandes palacios y monumentos y, paulatinamente, fué eligiendo lugares más tranquilos y ,por tanto, menos conocidos. Este que presentamos es, como veis, de lo más simple : agua y cielo, exactamente del mismo tono, separados por una extrecha franja de vegetación y aprovechando la ocasión para pintar sus nubes, muy tenues esta vez, pero bién estudiadas y reflejándose en la superficie totalmente inmóvil, como él solo sabía hacerlo. Como veis no pueden faltar las góndolas ni la gente, ah!...ni las velas.    

martin rico - vista del gran canal 1884


el coleccionista estadounidense William Hood Stewart es un personaje clave en el desarrollo de la obra de Rico en Venecia. Stewart no solo fué un influyente patrón que impulsó el trabajo del pintor en estos años, no en vano le encargó numerosas vistas de la ciudad, sino que también mantuvo y conservó una gran correspondencia con los principales pintores, en especial españoles, relativa a su relación comercial y artística. Numerosas son las cartas y documentos de este tipo con pintores de nuestro pais afincados en Venecia como Fortuny, Raimundo de Madrazo, Zamacois y, por supuesto, Rico. Todos ellos vieron, gracias a él, aumentar paulatinamente sus encargos lo que significó un decidido empujón en sus carreras. Actualmente toda esta valiosísima documentación se puede contemplar en el Meadows Museum de Dallas a través de la exposición The Stewart Album: Art, Letters, and Souvenirs to an American Patron in Paris.La colaboración de éste Museo con centros mundiales de renombre como el propio Museo del Prado de Madrid y las frecuentes exposiciones llevadas a cabo en su seno sobre artistas españoles de la segunda mitad del siglo XIX, convierten a esta institución en una de las más fervientes colaboradas en el estudio y divulgación de la pintura hispánica de aquel siglo. Stewart, magnate del azúcar, con grandes plantaciones de caña en Cuba, invirtió casi todas sus ganacias en obras de arte de toda Europa, viviendo gran parte de su vida en París. Rico le tuvo siempre en gran consideración y estima. Además, quizás como premio a ese amor por el arte, tuvo la suerte de ser padre de artista ,Julius LeBlanc Stewart, destacado pintor nacido en 1855.

-pero, ¿no íbamos a hablar de Martín Rico ?.

-Perdón, me había entusiasmado con ese gran mecenas moderno. Sigamos con Rico. Esta obra es ya del año 1884, cuando llevaba pintando allí desde el verano de 1873. En ella nos ofrece una vista muy conocida de la salida del Gran Canal pasado ya el Palacio Ducal, que quedaría tapado bién a la izquierda del cuadro, es decir, se trata de una perspectiva del gran paseo turístico por excelencia hoy día qué, como sabeis ,se llama Riva degli Schiavoni. Pero, ¿ desde donde ?. Aquí está un plano sacado de google donde podeis indagar; acabareis diciéndome que casi seguro es desde Stª María de la Salute, al otro lado del Gran Canal, pero, ¿ y las hileras de casas de la derecha del cuadro?. Parece que no se corresponde con la realidad, esas casas no deberían existir en ese punto, el canal es además más ancho en esa zona. En fín, dejémosle a Rico que tome el punto de vista e incluya lo que le apetezca en cada vista, cosa que es exactamente lo que hacía según se ha podido comprobar en muchos casos, y éste podría ser uno de ellos. En otros, y está bién probado, suprime edificios enteros e introduce en su lugar algún otro más noble ó significativo sin reparo alguno. Quizá con ello sigue la tradicción vedutista de años anteriores, donde la mezcla de edificios no solo en el espacio sino en el tiempo pasó a ser una costumbre habitual entre los pintores.
Martín rico llena el canal de embarcaciones de todas clases en un alarde de variedad de formas y posiciones resultado de multitud de estudios previos como lo demuestran los dibujos y bocetos encontrados en sus conocidos cuadernos. Estos dibujos incluyen velas de todos los tipos, tamaños y colores.
Aureliano de Beruete en una de sus cartas dice de Rico : "....sería para él una nueva tierra de promisión". (refiriéndose a Venecia). Y, en efecto, encontró una ciudad a sus anchas que pronto  convirtió en un verdadero estudio al aire libre empleando una pincelada mucho más suelta y luminosa, influido claramente por su amigo Mariano Fortuny. De él traemos un cuadro maravilloso de la playa de Portici, localidad de la bahía de Nápoles, qué no podemos pasar por alto al hablar de esa luminosidad y colorido tan característicos de su obra.

Para terminar traemos una página con obras de pintores diversos qué, al igual que Martín Rico se sintieron subyugados por la belleza de esta incomparable ciudad italiana.

jueves, 24 de octubre de 2013

martin rico - patio del palacio de los dux, venecia 1883


con esta obra entramos en el período más largo de la vida de Martin Rico, el período italiano ó, mejor, el francés-italiano, pues, acabada la guerra, volvió a París y se asento definitivamente allí. Sin embargo era imprescindible para cualquier pintor el consabido viaje a la Ciudad Eterna y ,ya allí, al resto de Italia. Además su amigo Fortuny estaba en Roma y siempre pretendió que Rico se quedara a vivir allí, cosa que no consiguió, entre otra cosas porque ésta hermosa ciudad tan cargada de historia y arte nunca fué de su agrado. Ni le decía nada ni se encontraba a gusto.

Todo lo contrario que con Venecia. La antigua República del Adriático constituyó para él una sorpresa y a partir de entonces nunca dejó de frecuentarla ; cada verano dejaba Francia para pasarlo en esta ciudad del Véneto que era su segunda casa hasta que finalmente se instaló allí hasta el final de su vida.

Desde su viaje a Granada y otras capitales españolas como Toledo y Sevilla, Rico comenzó a pintar, cada vez con más frecuencia, arquitecturas. Tal vez desde su época de alumno en Madrid, donde tuvo maestros que muy bién pudieron inculcarle este interés, tal vez su afán por el dibujo detallado y geométrico, lo cierto es que el dibujo perfecto de grandes y pequeños edificios llenó muchísimos de sus cuadros. Y aquí en Venecia los tenía a mano y en abundancia.

Esta vista de parte del patio interior del Palacio Ducal es más bién rara en el extensísimo repertorio veneciano de nuestro pintor. Es del año 1883, cuando Rico llevaba ya diez años pintando por toda la ciudad y quizá por eso elegía ya temas no tan corrientes ni representativos. Pero lo de raro no lo hemos dicho por esto sino por ser una obra donde falta...el agua. Inconcebible en Venecia y más inconcebible en él. Es de las pocas vistas en las que no aparece. Tampoco tiene demasiada importancia la cosa.
Lo que sí la tiene es el estudio detallado de elementos arquitectónicos y esculturas que llena todo el cuadro , todos ellos iluminados por un radiante sol . Rico incorpora como es habitual personas llenado y humanizando la escena y además, como veis, pinta un cielo totalmente diáfano y azulísimo, cosa que repetirá en muchísimos de sus obras en esta ciudad.

La representación es exacta . En las siguientes entradas sabreis porqué digo esto que parece evidente y no viene al caso. Para que os orienteis, pués, ¿quién no ha ido a Venecia ?, he incluido una foto aérea del conjunto que forman la Iglesia de San Marcos, de la qué, como veis, aparecen sus preciosas cúpulas en la obra, y el Palacio Ducal y alguna foto del interior del patio más amplia que la vista que toma Rico.


miércoles, 23 de octubre de 2013

martin rico - a orillas del guadaira 1871



durante el último tercio del siglo XIX éste pequeño pueblo a pocos kilómetros al sureste de Sevilla comenzó a ejercer un atractivo especial, dadas sus cualidades paisajísticas, sobre los pintores. Casi se puede hablar de una verdadera escuela, aún cuando las características e intenciones de todos los que por allí fueron pasando no eran ni mucho menos tan similares como para constituir una comunión de intenciones artísticas. Alcalá había sido para los mismos sevillanos un lugar de esparcimiento y era visitada con frecuencia sobre todo a raiz de la creación  de una vía férrea entre ambas localidades. Si es verdad que a lo largo de toda la segunda mitad del siglo la influencia de otras escuelas paisajísticas de fuera de nuestras fronteras y el encanto y atractivo especiales que poco a poco nuestra península y, en especial Andalucía, generaban en muchos pintores, artistas y escritores,  dieron lugar a focos puntuales de agrupamiento artístico y Alcala, como hemos adelantado, fué uno de estos emplazamientos. Muchos de ellos no habían abandonado ni abandonaron nunca el romanticismo y, otros como el mismo Martín Rico, se afianzaban en el realismo con claras influencias impresionistas.

La estancia, sin embargo, de nuestro pintor en Alcalá fué muy breve como para significarle como parte de este grupo. Otros que también pintaron allí fueron Luis Contreras, Sanchez Perrier, Gonzalo Bilbao y el escocés David Roberts, éste uno de los pioneros. Rico solo lo hizo unos meses y de allí viajaría a otros lugares de la península para nunca más volver.  De Sanchez Perrier traemos también una obra excepcional del año 1880, invierno en Andalucía que pertenece al Museo Thyssen de Madrid.

 Pero entre lo que pintó nos dejó afortunadamente esta acuarela, la tercera obra de arte dentro de esta técnica que habíamos prometido traer. Con ella parece que vuelve a la serena y fría atmósfera de sus paisajes franceses anteriores. Si lo comparamos con el Sena en Poissy de tres años atrás, lo elijo por ser ambos bastante parecidos, podemos apreciar, con todo, una gran diferencia especialmente en el tipo de pincelada, más corta y dividida, más puntual y espontánea. Definitivamente en la manera de hacer de Rico ha habido un cambio apreciable. Prácticamente como en la acuarela anterior reduce la tonalidad a dos colores, ésta vez el esmeralda y el ocre claro pero de cada uno de ellos desprende una explosión de tonos subdividiéndose sucesivamente y acoplándose en cada rincón de ésta maravillosa ribera. Rico ha querido volcarse en la naturaleza más pura sin más asomo artificial que la iglesia y algo de la fortaleza que caracteriza a Alcalá. Unos niños se entretienen pescando y mirando pero están sumergidos y casi mimetizados en el esplendor de la vegetación que cubre toda la ribera. Para remate ,por si no fuera bastante todo esto, nos deleita con unos de los mejores reflejos de toda su obra pictórica. Manteniendo la serenidad del agua de siempre, llega al virtuosismo aplicando en húmedo pinceladas verticales con una limpieza y acierto insuperables.


Al acabar esta productiva fase de la vida de Martín Rico, no queremos dejarnos en la carpeta dos obras más, ahora óleos, de sus estancia en Sevilla. Al leer sólo sus títulos podeis daros cuenta de la gran atracción que para el pintor tuvo la zona de la muralla donde se encontraba la Huerta del Retiro :

-la huerta del Retiro, Sevilla 1875
-murallas árabes cerca de Sevilla 1875

martin rico - sevilla 1875



la segunda gran acuarela de su estancia en Sevilla. Como la anterior representa la Huerta del Retiro y edificaciones de los Reales Alcázares ,casi con seguridad el llamado cenador del león que sería la torre con cúpula semiesférica cubierta de azulejos azules y blancos de la derecha del cuadro; podeis observar que su planta esta abierta a ambos lados tal y como la podemos ver actualmente. En el estanque rectangular que la antecede, aquí por lo tanto no se vería , pues está al otro lado, hay una pequeña fuente con un león de piedra que la preside, de ahí su nombre. El pequeño edificio es de unas proporciones totalmente armónicas y, para mí, de los más bellos de todo el conjunto de los Alcázares.
La otra torre que aparece un poco más a la izquierda no he podido identificarla con ninguna de las actuales, posiblemente ya no exista, pero si se conserva la arcada que ha reproducido Rico al fondo en la parte central y que sería sin duda la parte posterior de la galería de Grutescos actual.

El pintor vuelve a impresionarnos una vez más con ésta acuarela pero ahora nos vemos obligados a hablar del color, aún cuando vuelven a aparecer todas las cualidades y aciertos que tuvimos la ocasión de observar en la anterior. En efecto, prácticamente solo con un verde y un blanco llena todo el paisaje de luz y color. El verde esmeralda con su variedad riquísima de tonos y los blancos del papel más o menos manchados según convenga. Ah! ,y el azul ultramar ligerísimo del cielo en el que campean sus ya clásicas y delicadas nubes.
El rojo de la dama es casi obligado para contrastar con el verde en la riquísima armonía que ha establecido, eso sí, colocado justamente en el único elemento singular de todo el cuadro : la pequeña cancela abierta enmarcada por dos pilares muy verticales, desiguales en altura y blanquísimos sobre fondo verde oscuro que establecen una discontinuidad, una profunda incisión en el resto del contínuo. Otra vez la falta de sombras excepto las que se insinuan al oscurecer los verdes en algunas zonas. Y nada más. Rico da una lección magistral en todas las disciplinas en las que se apoya la pintura : composición, dibujo, color, armonía, técnica pictórica y....utilización adecuada de hitos ó elementos definitivos que  consolidan y animan toda la composición y el tono general de la obra.

martes, 22 de octubre de 2013

martin rico - naranjos en la huerta del retiro, sevilla 1875



la Huerta del Retiro de Sevilla eran unos terrenos cedidos al municipio de Sevilla unos años antes por Isabel II , en 1862, tras una larga serie de negociaciones. Estaría al lado de la muralla actual de los Reales Alcázares, lo que es hoy la avenida de Menendez Pelayo y los jardines de Murillo.Incluso una parte de los jardines de los Reales Alcázares lleva el nombre de Huerta del Retiro. Hoy la zona como sabeis está totalmente urbanizada y transformada, pero entonces eran las afueras de la ciudad, un lugar que había sido de paseo y esparcimiento real y al parecer también de aprovisionamiento, una verdadera huerta, como lo eran muchas parcelas de las propiedades reales y nobiliarias hasta entonces. De ahí lo de los naranjos que pinta Rico espléndidamente.

Una acuarela qué, junto a las otras dos que presentamos a continuación, Sevilla de 1875 y Alcalá, orillas del Guadaira 1872, forman un trío de verdaderas obras de arte. Y en todas ellas, pero especialmente en ésta, si  se puede comprobar cierta influencia de Fortuny: la pincelada mucho más suelta y puntual y el empleo de un colorido más alegre, aún cuando la propia técnica de la aguada puede haberle obligado a ello; las masas de color se mezclan más en este medio y el pincel se usa de una forma más espontánea, rápida e intuitiva. De ahí los resultados finales más transparentes y delicados pues el propio blanco del papel, la luz del día,se deja traslucir en cada centímetro del cuadro.

Por supuesto, Rico aprovecha estas ventajas con creces y nos presenta, sin renunciar al dibujo ni a la geometría, una obra llena de luz y calor primaveral, y eso introduciendo sólo algunas sombras, alguna en las edificaciones de fondo y las de los naranjos centrales, éstas densas y simplísimas pero que le dan a la escena toda la profundidad y riqueza de contrastes que necesita.

Otro estupendo paisajista coetáneo de Rico y Fortuny, Emilio Sanchez Perrier, y que además coincidió con ellos en Granada en esos años, tiene un cuadro de este mismo lugar que traemos aquí

domingo, 20 de octubre de 2013

martin rico - el patio de la escuela 1871



ó también la clase de costura. Obra sorprendente dentro del repertorio del pintor en ésta época, aún cuando la alineación de figuras en sentido horizontal podría tener en cierto modo antecedente en las lavanderas de la Varenne, que ya hemos visto, realizada 6 años antes. Pero es solo una conjetura que de ningún modo puede ser confirmada. Rico era pintor detallista en extremo con el dibujo según ya había demostrado multitud de veces en obras grandes y pequeñas y en toda clase de apuntes y el tema elegido ofrecía la ocasión de recrearse en la postura, el vestido y la fisonomía de nada menos que 17 niñas a cual más encantadora y tierna.

En la misma línea vuelve a incorporar en la pared de fondo otro tema que muy posiblemente estudió y copió hasta la saciedad en Granada y en el resto de la Andalucía por la que pasó : el mosaico árabe, esto es el trazado geométrico carácterístico que decora todos y cada uno de los elementos arquitectónicos de la Alhambra y de otros edificios árabes. Entre ellos podría haber incorporado el arco de una de las puertas de la llamada Casa de los Infantes de Granada, palacio hoy ya no existente, dada su similitud con el representado en ésta obra.
Lo que sí es seguro es que Martín Rico, de manera consciente, representa la escena en un patio deteriorado y poco cuidado, azulejos rotos ó qué faltan, dinteles de puerta y ventanas que han perdido el relieve del yeso, manchas evidentes en la pared, una fuente ya seca desde hace tiempo,....el correspondiente a un clásico gran edificio envejecido y utilizado para un uso mucho más humilde para el que se concibió : una institución de caridad, de las que la Granada de la época contaba con varias.

Allí la maestra enseña a coser a estas niñas y Rico capta de nuevo un momento de reposo y quietud empleando un colorido suave y delicadísimo y una luz de día nublado con el fín de no provocar apenas sombras que habrían alterado en cierto modo la paz del momento.

jueves, 17 de octubre de 2013

martin rico - la torre de las damas en la alhambra de granada 1871


así pues el año 1870 Martín Rico, llamado por Fortuny, a quién había conocido y con quién había hecho una gran amistad durante estos años de París, acudió a Granada. Según su propio libro de comentarios de su vida, éste le escribió desde la ciudad del Darro ofreciéndole su casa : "tengo una casa por estudio donde se puede pintar al aire libre ,sin vecinos, con las vistas sobre la Vega y unos efectos de sol magníficos". Ambos , junto con Ricardo de Madrazo, éste era cuñado de Fortuny, pasaron aquel invierno de 1870 juntos, pintando y,sin duda alguna, disfrutando del sol, el clima de Andalucía y por supuesto los maravillosos paisajes del sur. Y, además, de la gran amistad que unía a estos jóvenes, en la flor de sus vidas, con toda una carrera prometedora por delante, y sin apenas ataduras. Lo tenían todo. Y, sobre todo, una gran dedicación y entusiasmo por la pintura. Según nos cuenta Rico de Fortuny, dedicaba mucho de su tiempo a la toma de apuntes y bocetos del natural, "con una facilidad prodigiosa" que posteriormente servían para sus obras definitivas. Esto "contribuía mucho a aquella vida que tienen sus cuadros". Etapa pues maravillosa en la vida de los tres grandes pintores y enormemente fructífera en lo que a sus influencias mutuas se refiere."Vivimos [en Granada] sin más preocupaciones que pintar y procurar trasladar al lienzo aquella luz y aquel ambiente oriental", vuelve a decir el pintor en su diario.
Madrazo realizó una acuarela de Martín Rico pintando y Fortuny otra de ambos en la misma situación. No he encontrado acuarelas de estos pintores de esta etapa, una lástima. Según he leído, el parecido entre las de Fortuny y Rico en algunos casos es tan grande que es difícil decidir quién de los dos es su autor.

Martín Rico llevó a cabo un gran número de dibujos, pinturas y acuarelas de esta ciudad y alrededores, y, por supuesto , no podía faltar la Alhambra. Esta obra, propiedad del Prado, es de las más conocidas de nuestro pintor, y capta perfectamente el sol del mediodía español y el purísimo y denso color azul de sus cielos. Como es norma común en casi todos sus paisajes, aquí también introduce figuras en reposo, esta vez niños del caserío adyacente a las torres.
Observar como la precisión y fidelidad del dibujo llega a lo virtuoso a la vez que su perfecto trazado geométrico. No quiere pintar como los impresionistas, aunque practique sus hábitos. Otra vez los tonos esmeraldas en los árboles acompañando a los ocres terrosos y deteriorados de la muralla.

la Torre de las Damas se encuentra en uno de los bordes que conforman la muralla que rodea todo el complejo de palacios de la Alhambra. Si teneis curiosidad, está en su borde septentrional en el conjunto que llaman del Partal. En esta zona se edificaron muchos de los palacios o residencias de los magnates que vivían en la fortaleza. Este es uno de ellos, creo que el único que sobrevive, y el cuadro representa su fachada exterior, la que se ve desde fuera del recinto, y Rico bién pudo tomar sus notas, ó pintarlo directamente, desde lo que hoy llamamos el Peinador de la Reina. Desde dentro el edificio es muchísimo más suntuoso y bello, es toda una joya de la arquitectura árabe : un pórtico de cinco arcos que se reflejan en un gran estanque. Interiormente es una estancia cuadrangular y dispone de una escalera de subida a un mirador desde donde se puede contemplar el Darro y toda la ciudad. Un bellísimo artesonado de madera,en forma de cúpula octogonal cubría la torre. Hoy está en el Museo el Pérgamo de Berlín a donde fué a parar a finales del siglo XIX . Es rosa y marfil y está cubierta con piñas y conchas labradas.

Gracias a la intervención del profesor y arquitecto Torres Balbas, quién entre los años 1923 y 1936 llevó a cabo una extensa labor de readaptación y restauración de muchos de los edificios de la Alhambra, podemos hoy ver este edificio y sus torres tal y como eran en sus tiempos de esplendor. Traemos una fotografía anterior a estas reformas y un dibujo que lo aclaran.

martes, 15 de octubre de 2013

martin rico - Bougival. País frente al hotel 1870



en el mes de julio de 1870 se desencadenó un enfrentamiento entre Francia y Prusia afortunadamente no muy duradera, finalizó en mayo del siguiente año, pero de consecuencias nada favorables para el estado francés que no solo perdió las ricas provincias de la Alsacia y la Lorena sino a su mismísimo emperador Napoleón III que fué hecho prisionero y enviado a Kassel. París permaneció asediada por los prusianos al final de la contienda y, en estas condiciones, Martín Rico abandonó la capital y volvió provisionalmente a España.

La obra que presentamos es de éste año de 1870 y representa un gran meandro del Sena en esta localidad cercana a París donde el pintor pasó el verano.Vuelve a experimentar con la quietud y la serenidad de sus aguas y nos deleita además con un cielo hermosísimo en el que flotan esas nubes descompuestas y perfectamente dispuestas para potenciar la profundidad de la perspectiva : realismo puro. Rico fué un gran pintor de cielos , especialmente construidos a partir de nubes, unas veces en estado de formación, de descomposición, ó viajeras en alas del viento. El de esta obra puede ser de sus mejores, pero otros no le van a la zaga ni mucho menos como podeis ver en los siguientes :


-canal cerca de Poissy
-desembocadura del Bidasoa
-venecia
-lavanderas en Cloyes
-guadarrama
-sevilla


En estos años de Francia y en los posteriores, Rico conoció e incluso tuvo ocasión de pintar al lado de muchos de los impresionistas. Nótese que ese año de 1870, Monet rondaba los 30 lo mismo que Renoir y Sisley , esto es eran unos 7 años más jóvenes que Rico. Todos pasaron por Bourgival que estaba de moda entre los artistas, no solo pintores sino escritores y poetas. Rico sin embargo ,aún sabiendo y entendiendo su forma de pintar, colores puros, pinceladas divididas e independientes, intento de obviar el dibujo lo más posible, nunca lo practicó, más aún , siempre mantuvo éste último, el dibujo, como la base más firme de la composición estructural de casi todas sus obras. Y ésto lo corrabora, aún cuando evidentemente no sería necesario, la gran colección de bocetos y dibujos previos que precedían cualquiera de sus obras.Ver el detallado dibujo de las barcazas que aparecen en esta obra así como el perfecto dibujo geométrico de todas las edificaciones.

domingo, 13 de octubre de 2013

martin rico - lavanderas de la varenne 1864-65


ahora viene el turno de uno de sus más famosos cuadros, un cuadro que seduciría a cualquiera. Un cuadro que pertenece al Prado y que debería figurar en lugar destacado por su belleza. Me dirán que es bastante parecido al anterior si exceptuamos a las propias lavanderas, y es totalmente cierto. Aquí no son tres bandas sino cuatro : cielo, árboles, río y las lavanderas, esto es, el pintor ha pasado a la orilla más cercana y la ha incorporado al paisaje. Con ello toda la composición se alarga, se distancia para hacer sitio a ese primer plano distinguido y lleno de acción. A mi particularmente las lavanderas no me impresionan, no me parecen, ni mucho menos, lo mejor de la obra, son pura anécdota, a pesar de lo estudiado de sus movimientos, pues partiendo prácticamente de la misma postura, por otra parte obligada, la postura adquirida para lavar en la orilla de un río, Rico se ha esmerado en expresar un movimiento de brazos y manos casi diferente en cada una de las mujeres.

Pero , de nuevo, la fuerza del cuadro está en su serenidad derivada una vez más del equilibrio de las cuatro bandas que decíamos en el párrafo anterior, y cada una de estas a su vez repletas de tonos, sombras y....pintura con mayúsculas. El cielo, mitad nublado, está perfectamente en consonancia con la hermosa luminosidad atenuada y suave que envuelve toda la escena y ,en especial, la arboleda. Aquí me permito introducir una observación que creo puede aplicarse a todos los paisajes de este tipo de nuestro pintor : el empleo de verdes derivados del color esmeralda, en éste cuadro principalmente los prados de la orilla de enfrente, dan un sabor a la obra totalmente diferente que si no lo hubiera utilizado, refresca todo el color, lo entona y lo equilibra. En una palabra, los hace más llamativos, densos de color y profundos. Observarlo en el anterior, el Sena en Poissy, en el siguiente, Bougival. País frente al hotel, y en los que traemos aquí : un dia de verano en el sena 1870-75 y Lavanderas en Cloyes, Valle del Loir, 1872.


Este paisaje es del año 1865, cuatro años anterior al del Sena en Poissy y fué adquirido dos años después y llevado ese mismo año al Museo de Bellas Artes de Sevilla. Una vez adquirido por el Prado se expuso por primera vez al público en el Casón del Buén Retiro en 1982. Se sabe que lo pintó en la localidad francesa de La Varenne Saint-Hilaire cercana a la de Chennevières-sur-Marne donde vivía con la familia Priet, con la que emparentaría al casarse años más tarde con Louise Priet. El río pues es el Marne, del cual el pintor Camile Pissarro y Daubigny tienen varias obras. Actualmente toda esta zona, muy próxima a París , esta desfigurada por el acelerado proceso de urbanización ; no busqueis ya estos maravillosos paisajes con los que nos obsequiaron todos estos pintores. Una lástima.....

sábado, 12 de octubre de 2013

martin rico - el sena en poissy 1869



mientras Rico estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid tuvo entre sus profesores a un pintor ya consagrado, Federico de Madrazo, uno de cuyos hijos, Raimundo era compañero de estudios con el que cobró gran amistad, amistad que fué para toda la vida. Cuando en 1862 Martín Rico llegó a París, ya estaba allí él cursando estudios en la Escuela de Bellas artes de esa capital. Allí conoció a Camille Pissarro y a Charles-François Daubigny, principal impulsor y creador de la famosa escuela de Barbizon.Y aquí debemos hacer un alto y contar algo de éste acontecimiento importantísimo en el desarrollo de la pintura de Rico.

Lindando con el bosque de Fontainebleau se encuentra el pueblecito de Barbizon, lugar que eligieron los componentes de éste círculo de pintores para reunirse, solían hacerlo en el Albergue Ganne de ésta localidad, sintiéndose  atraídos por la pintura al aire libre en las bellísimas entrañas de sus paisajes naturales, lugares repletos de una naturaleza salvaje y espectacular.
Hay que tener en cuenta que ya un año antes, 1861, había sido consignado como la primera reserva natural que se creaba en éste planeta. El pueblo que da nombre al bosque se encuentra en su borde este y el río Sena pasa a pocos kilómetros de allí. Los artístas que allí comenzaron a desplazarse venían "huyendo" de la cansina e implacable atmósfera academicista que se venía respirando en la ciudad de París. Un lugar apartado y salvaje en contacto con la naturaleza era su mejor manifiesto y, en cierto modo, se estaban anticipando a los propios impresionistas. Constable, cuya exposición de París del año 1824 había revuelto los ánimos y empujado a todos estos artistas hacia ese tipo de pintura, pintaba hermosas escenas rurales que influyeron en todos ellos, siendo Jean-Baptiste Camille Corot, Théodore Rousseau, Jean-François Millet y Charles-François Daubigny, ordenados por edad de mayor a menor, quienes decidieron la creación del grupo. Pues bién, fué a través de Raimundo de Madrazo que Martín Rico entró en contacto con  Daubigny comenzando a pintar en su propio estudio. De ahí a la transformación del pintor solo había un paso y éste lo dió como podemos ya observar en la obra que presentamos de las orillas del Sena. Al contrario que muchos otros pintores, Rico adquirió rápidamente en París reputación de excelente paisajista y comenzó a exhibir sus obras en el Salón de París con gran éxito.

El cuadro es ya del año 1869, uno más entre varios que pintó en este lugar , Poissy, donde ese gran río francés, ya corriente abajo de París, comienza a engrosar su caudal y a conformar sus hermosos y amplios meandros. Y estamos ante uno de los más bellos paisajes verdes que puedan haberse pintado. Las dificultades de la relación luz-sombra en los verdes naturales, especialmente los de la floresta, son aquí espectacularmente superadas dando lugar a una bellísima sucesión de tonos que van desfilando a lo largo de la orilla del río.

-¿que cantidad de verdes diferentes es usted capaz de ver?

-Pues mire casi todos los posibles dentro de la tonalidad general de la obra. Es algo difícil de superar, aún cuando los innumerables y excelentes paisajistas dentro del realismo que se sucederían a lo largo de todo lo que quedaba de siglo y de parte del siguiente siglo XX se esmeraron en que ésto no fuera así. Observar y admirar los reflejos de los árboles en el río. No serán los últimos de Rico, cada vez los hará mas naturales y serenos. El conjunto de las tres bandas, cielo, árboles, río, están tan perfectamente entonadas y relacionadas que constituyen una unidad perfecta contribuyendo a expresar esa quietud y serenidad del lugar y el momento. Parece que el pintor ha parado el tiempo y para enfatizarlo ha introducido personas en estado de reposo, inmóviles y a la escala perfecta para conseguir ésta sensación.

viernes, 11 de octubre de 2013

martin rico - paisaje de suiza (bourgdigny) 1862



el año 1862 Martín Rico logró una pensión para ampliar estudios en el extranjero y se desplazó a París, siguiendo los pasos de muchos otros pintores españoles. Durante el verano de ese año hizo un viaje por Suiza donde tuvo la ocasión de trabar amistad con Alexandre Calame, a la sazón el más consagrado e importante pintor de los Alpes que dejaría su huella en el español. Podeis ver algunos de sus grandiosos paisajes, todavía con cierta carga de romanticismo, pero donde manifiesta un gran amor por la naturaleza de su país : el Mont Blanc, el Jungfrau y el Mont Rosa.
Desde allí Martín envió a España algunas de sus obras como exigían las condiciones de la beca y, sobre todo llenó multitud de hojas de sus famosos cuadernos con apuntes del natural y esbozos de paisajes.

Esta obra que figura en la exposición y que además pertenece al Museo, es de las de mayores dimensiones que se conocen de este viaje y representa un paisaje perfectamente identificable y, precisamente, fué la que eligió como principal para mostrar sus clarísimos avances ante sus calificadores de Madrid. Se trata de la localidad de Satigny , cercana a Ginegra, valle vinícola regado por el Ródano entre los Alpes y el Jura. También en los apuntes de sus propios cuadernos aparecen detalles, incluso arquitectónicos, de este cuadro.

Podríamos compararlo con las dos obras presentadas anteriormente, el de Guadarrama y el de Azañón, los cuales, siendo paisajes llenos de luz y perfectamente naturales y llenos de realismo en sus detalles formales y en el color, parecen al lado de éste un tanto desvahídos ,faltos de variedad en sus colores. En efecto, observar en el paisaje suizo la riqueza de tonos en los verdes  de los prados de primer plano y sobre todo en los de los árboles que rodean la ermita. Seguir por los más terrosos y rojizos de las montañas del fondo, con una variedad de sombras, unas más suaves y otras mucho más definidas, que además, según se van alejando reciben tonalidades cada vez más azules consiguiendo de éste modo una mayor profundidad en el paisaje. Hasta las nubes participan de ésta cualidad. Todo demuestra que el pintor había dado, ó estaba dando, un gran salto hacia el realismo más puro. Quizá, ya habiendo pasado por París y visto algo de lo que se estaba haciendo allí, comenzaba a introducir de manera sistemática estos cambios en su forma de representar la realidad.

lunes, 7 de octubre de 2013

martin rico - un pais, cercanías de azañon 1859



El año 1858 obtiene una mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes  mientras sigue desplazándose a diferentes lugares de la geografía hispana para pintar. Entre ellos a Azañón en plena comarca de la Alcarria, lugar cercano a los actuales pantanos de Entrepeñas y Buendía. Allí lleva a cabo este maravilloso, lánguido y dorado atardecer del borde de la meseta castellana pintado en una base ocre contínua del que os aconsejo abrais en página aparte y amplieis del todo con + .! Así os metereis de lleno la obra !. Precisamente con este cuadro obtiene una tercera medalla en la Exposición Nacional del año 1860.  Sus campañas pictóricas se extienden también estos primeros años a Covadonga y Sierra Nevada.

martin rico - paisaje de guadarrama 1858



tiene la suerte nuestro querido Museo del Prado de poseer una gran parte de los cuadros de este pintor existentes en España, además de muchos de sus cuadernos de apuntes y dibujos. Muchos otros se encuentran fuera y el Museo ha tenido la feliz idea de reunirlos en ésta excelente muestra que hoy comenzamos.

Martín Rico y Ortega nació en El Escorial de Madrid y vivió en la calle Lope de Vega acudiendo a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, no demasiado lejos, donde tuvo la suerte de tener como profesor a Genaro Pérez Villaamil, pintor de cámara de Isabel II, catedrático de paisaje y director de la Escuela en aquel momento. De éste excelente pintor, aún en pleno romanticismo, recibió tal vez su amor por el paisaje, y nos hemos permitido traer algunas de sus obras (Pérez Villamil-1, -2, -3).

Tenemos ante nosotros a uno de nuestros mejores paisajistas desprendido ya en sus obras totalmente de cualquier asomo romántico, esto es, representando la naturaleza tal como es, sin enfazitar ó modificar  elementos con la intención de lograr efectos espectaculares ó irreales que conmuevan el ánimo y el espíritu del observador. Sin embargo el concepto no deja de ser en cierto modo ambiguo, ya que una representación totalmente realista y fiel de un paisaje puede derivar en los mismos sentimientos si la propia realidad así los incita. De cualquier forma Rico es ya un pintor realista en todo el término de la palabra, y quizá uno de los más tempranos pintores españoles dentro de este movimiento artístico.

Tras graduarse en Bellas Artes comenzó a salir por los alrededores de Madrid a pintar directamente del natural, práctica no tan normal en aquellos momentos como lo sería algunos años después ó lo es hoy día, en el que cualquier buen paisajista que se precie pinta "in situ". Este precioso paisaje de la sierra de Guadarrama, a pocos kilómetros de Madrid, es justamente de esos años y, según parece, el pintor, natural como hemos dicho de El Escorial , en plena sierra madrileña y por lo tanto muy familiarizado con ese terreno, pasaba varios días al aire libre en una cabaña hecha por el mismo, sólo con la intención de pintar y pintar.


De algunos años posteriores al de Martín Rico, traemos otras tantas obras de cuatro de nuestros más importantes pintores naturalistas representando también la sierra de Guadarrama  :

-de Jaime Morera y Galicia, picos de la Najarra de 1892
- de Aureliano de Beruete, Guadarrama

- de Joaquín Sorolla, tormenta sobre Peñalara de 1907
y, por último de Carlos de Haes, valle de la Sierra de Guadarrama de 1870.