viernes, 25 de octubre de 2013

martin rico - la laguna, venecia 1885


un punto cualquiera desde la superficie del agua de la más famosa laguna del Mediterráneo donde se desarrolló la riquísima República, apoyada en un comercio floreciente y eficazmente relacionado con el resto del mundo civilizado. Laguna que no lo es tal, al estar comunicada con el mar abierto por tres bocas y por lo tanto expuesta a mareas y marejadas. Es por lo tanto agua salada qué, cuando ambos fenómenos se alian, suele ser en primavera y otoño, inunda muchas de sus plazas y calles y todos hemos visto el diferente panorama que presenta entonces esta bella ciudad, pero que indudablemente la deteriora. Afortunadamente se estan finalizando la construcción de grandes compuertas reguladores de la entrada de agua para su utilización en las ocasiones en que se prevea una subida peligrosa de las mismas.
Dentro de la Laguna se cuentan más de 130 islas, de modo que ésta que se ve en el cuadro puede ser cualquiera de ellas. Rico encontró en las góndolas el medio más cómodo no solo de desplazarse de un lugar a otro en busca de la vista adecuada, sino una superficie lo suficientemente estable y espaciosa para poder disponer todos sus bártulos de pintor. Así pués, y se puede apreciar en algunas de sus obras, al menos los esquemas y apuntes previos están tomados en el lugar más favorable y, en muchos casos, mas tranquilo y solitario. Luego remataría en el estudio o podría volver perfectamente al mismo punto para rectificar ó completar. Mejor,imposible.

En un principio, Rico insistió en la Riba, abordando la arquitectura de los grandes palacios y monumentos y, paulatinamente, fué eligiendo lugares más tranquilos y ,por tanto, menos conocidos. Este que presentamos es, como veis, de lo más simple : agua y cielo, exactamente del mismo tono, separados por una extrecha franja de vegetación y aprovechando la ocasión para pintar sus nubes, muy tenues esta vez, pero bién estudiadas y reflejándose en la superficie totalmente inmóvil, como él solo sabía hacerlo. Como veis no pueden faltar las góndolas ni la gente, ah!...ni las velas.    

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