domingo, 31 de enero de 2021

federico godoy castro - la toilette -1899

 

 Escena como véis cotidiana, llena de encanto y luminosidad, a mi entender de lo más normal en cualquier familia de aquellos años de finales del XIX y también , porqué no, de nuestros días. No encuentro en ella ninguna intención de denuncia por parte del pintor hacia las condiciones de vida de la mujer de la época, quizá tal vez esté queriendo resaltar su encomiable papel en el hogar como encargada de las tareas y del cuidado de los hijos, pero, como en éste caso, sin descuidar su propia imagen femenina, magnífico contrapunto que lo hace todavía más encantador.

Federico Godoy Castro, oriundo de Cádiz, apoda éste lienzo de 1899 con la expresión, tomada del idioma francés muy de moda en estos años, la toilette, enunciado nada original como lo demuestra el gran número de obras así denominadas en éste siglo y especialmente en la pintura que se estaba realizando al otro lado de los Pirineos. Basta ver unas cuantos cuadros de éste título debidos a Bonnard, a  Degas, a Toulouse Lautrec y, remontándonos algunos años, a Corot.

Por supuesto ninguno de ellos tiene nada que ver en su estilo ni en su tendencia artística con el que aquí presentamos del pintor gaditano, obra dentro del costumbrismo muy en boga que Godoy Castro cultivó a lo largo de su carrera. Pero en ésta obra como en otras muchas, véase por ejemplo La balancoire del año 1900, el tratamiento del color, su brillantez, la total ausencia de tonos oscuros y fríos y, sobre todo, la desbordante invasión de luz le acercan a pintores como Joaquín Mir ó Joaquín Sorolla, pintores con los que cultivó verdadera amistad y a quienes visitó en sus talleres. Especialmente del segundo se dice que le abrió las puertas de su estudio de Madrid, algo muy poco frecuente dada la proverbial introversión del maestro valenciano.

Más adelante tendremos ocasión de detenernos algo más en la biografía de Federico Godoy al comentar otro de sus cuadros aquí exhibidos.  

 


 

sábado, 23 de enero de 2021

salvador viniegra - el primer beso - 1891

 

 

Aparte del verdadero propósito de ésta exposición, Invitadas, en la que se pretende evocar la condición de clara sumisión de la mujer todavía en pleno siglo XIX y el respaldo oficial y de la sociedad a las obras de arte que así la reflejaban, también es una magnífica ocasión de conocer a una larguísima serie de artistas, casi todos españoles, que, aunque inmersos la mayoría en el historicismo imperante, derivaron en su carrera hacia temas de marcado carácter popular y social. Muchos de sus nombres no son posiblemente familiares para la mayoría de los neófitos, entre los que por supuesto me encuentro, pero al adentrarnos en el conocimiento de sus creaciones descubrimos pintores y escultores de primera fila. Os recomiendo que echeis un vistazo a sus obras; os aseguro que, como a mí, os sorprenderá.  

Uno de los más destacados es Salvador Viniegra y Lasso de la Vega, gaditano nacido en 1862 y que a sus 29 años llevó a cabo la obra que estamos viendo durante una de sus estancias en Roma como pensionado de la Escuela española de Bellas Artes. Unos años antes, con 25, ya había sido galardonado con Primera Medalla en la Exposición Nacional por su Bendición del Campo en 1800, lienzo de enormes proporciones, 345 x 596 cm, espectacular no solo por el tamaño sino por la abigarrada agrupación y magnífica ejecución de sus caractéres. 

El primer hombre, caído en desgracia, a diferencia del primero de los creados, de postura y constitución similar pero inocente e inmaculado, sujeta la serpiente ya inútilmente mientras su compañera trata de consolarle con un beso que Viniegra reputa como el primero de todos. Aquí la mujer actúa como ha venido haciendo desde éste momento primigenio de los tiempos en su papel de apoyo y consuelo, de entrega y amor pero, quizás en el contexto de la Exposición, debiéramos devaluarlo hacia una simple expresión de remordimiento y culpabilidad: la mujer como la autora de la caída de la Humanidad, como la principal responsable de la imperfecta racionalidad de su pensamiento y conducta.

Sea como fuere y volviendo a los valores del cuadro en sí, todos estaremos de acuerdo en que se trata de una obra de una belleza exquisita, empezando por el cuerpo magníficamente estudiado de Adán, academia pura, siguiendo por el enclave paradisíaco en el que lo sitúa y acabando finalmente con la abundante cabellera rojo oscura de Eva que se derrama sobre la piel curtida de su ya amada y definitiva pareja mortal. 

El beso, siempre presente en todas las manifestaciones humanas, reales y ficticias: novela, poesía, escultura, pintura, cine..........Os traigo unas cuantas obras, casi todas ellas harto conocidas :

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Satán contemplando a Adán y Eva - William Blake

el Beso - Gustav Klimt

el Beso. episodio de juventud - Francesco Hayez -1859 

el Beso - Pablo Picasso - 1969

El primer beso - William Adolphe Bouguereau - 1890  

los amantes - René Magritte - 1928 

El beso II - Roy Lichtenstein - 1963

en la cama el beso - Henri de Toulouse Lautrec - 1893

el beso de la esfinge - Franz von Stuck - 1895

el beso robado - Jean Honoré Fragonard - 1788

 

 

 

 

 

 

 


martes, 12 de enero de 2021

antonio maria fabres - la esclava -1886

 

 El año 1893 se fundó en Francia la Sociedad de pintores Orientalistas, siendo el pintor Jean- León Gerome su presidente de honor. Ya desde muchos años atrás, pintores como Eugéne Delacroix ó Jean Auguste Ingres se habían sentido atraídos y seducidos por la magia exótica de los escenarios y los tipos originarios de países desconocidos, lejanos, y esencialmente diferentes a lo que se podía ver en nuestra avanzada civilización occidental. 

El fenómeno fué a más a lo largo de todo el siglo XIX, constantemente alimentado por  nuevos hallazgos, unas veces debidos a viajes y conquistas, Napoleón y su ejército en Egipto, otras gracias a traducciones literarias de renombre como la del Kamasutra en 1883 ó la memorable de las Mil y una noches en 1885. Sea como fuere, la hasta cierto punto rancia sociedad europea de la época encontró en éste mundo nuevo que se le presentaba un divertimento, una expansión que la sacaba de su propia rutina y la descubría un paraíso lleno de luz, color, sensualidad y rareza. De ahí la rápida aceptación por parte del público de la consecuente obra artística y literaria derivada. Los Salones de Exposiciones se llenaron de bellas odaliscas, ricos sultanes, palacios suntuosos, desiertos y palmerales, encantadores de serpientes, y también esclavos en plena subasta. 

Muchos fueron los pintores que en éstos años presentaron obras sobre el tema de la esclavitud, casi siempre llevando la acción a escenarios árabes del norte de Africa ó de Asia oriental, recreándose en paisajes, interiores opulentos, íntimos jardines, maravillosas decoraciones, profusión de elementos arquitectónicos, exóticas y coloridas vestimentas, y aprovechando al mismo tiempo el argumento para ofrecernos bellísimos desnudos de ambos sexos. A continuación os traigo algunos ejemplos, entre los cuales hay uno, el mercado de esclavas de Gerome, en último lugar, que llama poderosamente la atención por la sublime belleza del cuerpo de la esclava a la que vemos de espalda y desnuda; el color de su piel y la delicadeza de líneas no tienen igual.

Jean-Leon Gerome repitió éste motivo en innumerables obras, situándolas en lugares y épocas muy distanciados, pero siempre ensalzando en todas ellas la belleza de la mujer en esas esclavas hermosas, relajadas e ideales.

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Otto Pilny - mercado de esclavos

Fabio Fabbi -  la venta de la esclava blanca   

Horace Vernet -  el mercado de esclavos - 1836

Jean-Leon Gerome - slave market - 1866 

Jean-Leon Gerome - el mercado de esclavas 

 

Naturalmente el arista entusiasta de éstos temas trataba de ofrecer a los ávidos ojos del observador occidental escenas y ambientes casi siempre excesivamente recargados de exotismo y riqueza colorística, siempre lejos de la realidad. Pero ésto es precisamente lo que se buscaba y gracias a ello podemos contar hoy día en nuestros museos con bellísimas obras que marcan toda una época artística.

Antonio María Fabres, nacido en Barcelona y que llegó a ser en 1904, a petición del propio presidente, Porfidio Díaz, inspector general de Bellas Arte de Méjico, es, junto con Mariano Fortuny, uno de nuestros grandes pintores que más trató en sus obras el tema orientalista al que nos estamos refiriendo. Del segundo traigo como ejemplo la Odalisca de 1861, pintada en Roma y que actualmente podeis admirar en el Museo de Arte de Cataluña de Barcelona.

Por su parte Fabres, gran acuarelista en sus primeros momentos, nos ofrece, en su famosa esclava de 1886 que estamos viendo, el contrapunto a la serie de desnudos tan habitual en otros pintores, ya que, en efecto, en ella, como en la mayoría de sus obras, la mujer aparece vestida, y vestida con ropas bellísimas ejecutadas con una excelente técnica pictórica de la que siempre fué poseedor durante toda su carrera artística. Indudablemente Fabres es , para mí, uno de nuestros mejores pintores de estos años de finales de siglo.

La obra encaja perfectamente dentro del contexto de ésta exposición, la mujer siempre objeto de deseo y trueque por parte del elemento masculino, condición ésta tan antigua como el mundo, hasta llegar a su subasta perfectamente formalizada en mercados y ferias. El cartel superior dice: “Rosa de 18 años en venta por 800 monedas”, y la jóven, sujeta con grilletes, muestra uno de sus senos a los compradores y el pintor la pone un gesto incitante y sensual en su boca semiabierta. Años después de su ejecución fué adquirida por el rey Alfonso XIII.

   

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jueves, 7 de enero de 2021

pedro saenz - crisalida -1897

 

 

 Pedro Saenz y Sáenz nació en Málaga el año 1864 dentro de una familia acomodada de la burguesía floreciente que se desarrolaba en ésta y otras ciudades españolas favorecidas por el progreso de una época de grandes avances y transformaciones sociales y económicas, en la que el eclecticismo reinante, recibido con entusiasmo por las clases pudientes, dominaba todas las manifestaciones artísticas y al que el pintor se acogió desde el primer momento.

Sin embargo a mi parecer, en la obra de este artista aparecen otros tintes que le acercan al Modernismo, como se puede apreciar en su bellísima Stella Matutina de 1901 galardonada con medalla de primera clase en la exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid ó en Disfráz japonesa  y en muchos otros retratos, casi siempre femeninos, en los que los adornos floridos, los dibujos y estampados de los atavíos y el tono festivo del conjunto muestran su inclinación hacia este nuevo movimiento.

Pero definitivamente, en esencia, Pedro Sáenz es el pintor de la mujer, ó, quizá mejor, de la belleza y el encanto de la mujer, intentando en sus obras transmitir el embrujo y fascinación que le provocan. Para ello recurre al desnudo femenino cuantas veces lo necesita sin ningún tipo de prejuicios, aspecto éste poco empleado en la pintura española de la época, aunque muy desarrollado entonces en muchos pintores foráneos como Bouguereau (el Nacimiento de Venus) ó  Charles Chaplin, no es el actor, (una jóven : estudio para  L’Amour vaincu). Extraido de la magnífica Tésis Doctoral de Tomás Galicia Gandulla titulada: Pedro Sáenz y Sáenz: Biografía y Obra. La visión de la mujer fín de siglo a través de su pintura, transcribo un comentario del propio pintor sobre este tema:

......a ellos soy gran aficionado.  (...)Aquí somos pocos los cultivadores del género. En cambio tiene usted que en el extranjero los pintores de más fama trabajan ya en él. En Francia Chaplin y Bouguereau, en los Estados Unidos Abbey y en Inglaterra, el sublime Alma -Tadea, hacen maravilas de esa clase de pintura....Pero allí cuentan con un público inteligente que les compran a buén precio las producciones y, al mismo tiempo, con verdadera riqueza de modelos a copiar.

-¿Con quién ha copiado usted el modelo de la Tumba? (*)

-Con la Salomé, cuando estaba más llena de carnes; ahora está delgada y no la uso de desnudo. Y es lástima, porque su cuerpo tiene todo el tono que Rubens daba a sus pinturas.

-¿Y otros?

-Trabajo también con Matilde, que es una madrileña llena de espíritu y que sostiene por mucho tiempo la sonrisa sin perder la expresión...y con la Encarna, que es de las más bonitas y bién formadas de hoy......  

(*) : la tumba del poeta, 1901

Ahora estamos viendo uno de sus desnudos, Crisálida, una obra qué, aun hoy, en el transcurso de ésta Exposición, ha suscitado entre el público más de un rechazo, al ver a una niña en el despertar de su sexualidad propio de la temprana adolescencia posando desnuda entre sus juguetes infantiles. Su bello rostro, aún infantil está, comprobarlo, ¡maquillado¡, y el cabello suelto y demasiado exhibido, impropio de su edad, lo que demuestra la intención del pintor: ¿"niñas-mujer"ya predestinadas por necesidad a una futura forma de vida dudosa ?. ó quizás estoy exagerando el tono?.

Otra vez, en el cuadro titulado el aseo, Sáenz vuelve a ofrecernos otra niña, ahora modelo, lavándose los pies frente a la estufa que caldea como puede el frío estudio del pintor; aquí su actitud es más natural e inocente a pesar del precioso moño con el que se ha recogido el pelo que la añade algunos años más.  Finalmente, junto a Crisálida, ambos cuadros cubriendo una de las paredes de la sala, se ha expuesto Inocencia, pintado dos años después, cuadro casi gemelo de éste, en el que nuestra modelo posa en actitud ya casi provocativa pero conservando aún la candidez e inocencia propias de su edad. 


sábado, 2 de enero de 2021

francisco maura - la casta susana - 1885

 

 

 Y la imágen que vemos en ésta obra no precisa presentación ni título. La habréis reconocido al instante. Está extraída de uno de los libros del Antiguo Testamento, el libro de Daniel, concretamente de su capítulo 13, que relata el intento de seducción de una jóven bella y virtuosa, Susana, por parte de dos ancianos qué, escondidos en sus jardines y arrebatados por el deseo, la sorprenden en toda su desnudez mientras se baña en la intimidad de uno de sus estanques.

La historia continúa con la negativa de la mujer pese a la insistencia de los pretendientes, y el recurso de la calumnia como amenaza si no se avenía a sus pretensiones : -diremos que estabas sola, pués habías despedido a tal fín a tus doncellas a la espera de la llegada de un jóven con el qué te hemos visto en plena acción amorosa-.

A los gritos de Susana acudieron criados y familiares y finalmente la joven fué llevada en presencia del pueblo para ser interpelada por la grave acusación que sobre ella mantenían con tenacidad los viejos. Y, es ahí donde aparece Daniel, muchacho de pocos años pero ya sabio e inteligente, qué, convencido de la integridad de la muchacha, puso a prueba a los perjuros: -bajo que clase de árbol estaba la pareja pecadora?-, fué la pregunta qué, por separado, hizo a cada uno. Estos se contradijeron, para uno fué una acacia y el otro nombró una encina, y Susana quedó limpia y ellos avergonzados y condenados por su iniquidad.  

Esta historia bíblica ha llenado el Arte de todas las épocas de obras y ha servido de escusa para mostrarnos la belleza del cuerpo de la mujer en todo su esplendor. Podéis encontrar cientos de ellas en la web pero he seleccionado, algunas muy conocidas:

-guercino - museo del Prado de Madrid    

-tintoretto - museo de Historia del Arte de Viena

-rubens - Real academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid 

-artemisia gentileschi - castillo Weissenstein , Pommersfelden (Alemania)

-reni guido - National Gallery de Londres

-pablo picasso

-paul serusier  

-gonzalo bilbao martinez 

-agustín ogando

No es por capricho sin embargo el que encontremos en ésta Exposición que estamos repasando una obra de un tema bíblico tan celebrado; más bién podemos decir que viene al pelo, permitirme la expresión, para volver a insistir en uno de los propósitos de la misma: la denuncia del siempre eterno sometimiento de la mujer a los deseos y mandatos del varón, aberración ésta que estaba en plena virulencia en los años que abarca el contenido de la muestra ofrecida en el Prado. Susana, como podría ser Conchita, Pilar, Mercedes ó Peggy, han tenido toda su vida que mantenerse bién alertas y recelosas ante las posibilidades, siempre presentes, en todos los ámbitos y circunstancias, de los abusos y gratuitas pretensiones del sexo contrario, erróneamente convencido de su superioridad y sus plenos poderes sobre la hembra.

 Y ésto es lo que la obra de Maura que vemos nos quiere mostrar una vez más, independientemente de la belleza y delicadeza que el artista ha sabido llevar al lienzo.