viernes, 28 de noviembre de 2014

el greco - el expolio catedral de toledo 1577-1579


para muchos nos encontramos ante la culminación del arte del Greco. A mi entender lo es de la primera parte de su obra, la étapa más clásica en el sentido italiano de la palabra, por encima del Entierro del Señor de Orgaz. Luego llegarán como un ciclón todas sus creaciones marcadas por el estilo inconfundible y único que le caracteriza y por el que cualquiera le distingue.

He tenido la suerte de encontrar una imagen del Expolio tal y como ha quedado tras la reciente feliz y acertada restauración : podeis compararla con una anterior a la misma, es decir comprobar como estábamos viendo el cuadro tras más de 400 años desde su ejecución y como era cuando salió de las manos del artista. También fué llamada Despojo de las vestiduras de Cristo sobre el Calvario y para su ejecucción recibió el Greco la cantidad de 400 reales a cuenta el 2 de Julio de 1577 de manos del cabildo de la catedral de Toledo para presidir su sacristía, donde permanece desde entonces. Ciertamente era un riesgo que se corría con un pintor extranjero recién venido de Italia y aunque sus obras romanas eran conocidas de muchos, entre ellos el deán don Diego de Silva, el encargo era muy importante en una ciudad como Toledo, todavía centro eclesiástico y espiritual del Reino. Es posible que la Asunción de Santo Domingo el Antiguo ya estuviese acabada, si no entregada, y su calidad y formas correctas habrían avalado con creces al pintor en su designación para tal tarea.

El Greco decidió representar directamente a Cristo ya en el Gólgota en el momento del despojo de sus vestiduras que , según el Evangelio, fueron a continuación rifadas entre sus propios verdugos. El tema no era muy habitual en la pintura religiosa ni de antes ni del momento, pero el artista lo ilustró con dos detalles : la mano de uno de los sayones, el de la derecha, que está ya asiendo por su borde la túnica del Nazareno y la figura de un carpintero en primer plano a la derecha que parece perforar un orificio en el madero de la cruz. El resto podría ser un Prendimiento, con la figura de Jesús como elemento central y principal, agobiado, mejor que rodeado, por una nutrida multitud, donde el de Creta hace una gran demostración de riqueza de caracteres y de entonación perfecta de los contrastes de luces y sombras. En general la mayoría de los Prendimientos acumulan una gran multitud alrededor de la figura de Cristo tal y como hace nuestro pintor en su Expolio, aunque en pocos las cabezas de la multitud sobresalen tanto sobre la del Salvador. He traído algunos de ellos:

 -Francisco de Goya.
 -Duccio di Buoninsegna
 -van dyck

 -Dieric the Elder Bouts


 Podríamos seguir ensalzando cada detalle del cuadro y no acabaríamos. Admirarlo detenidamente, revisar sus rincones, sus detalles y la calidad de cada pincelada. Ampliarlo al máximo y disfrutar de una de las obras más excelsas de la pintura. No tiene desperdicio, cada rostro, cada gesto, cada destello de luz, estan supeditados a la unidad del conjunto de forma magistral y estoy hablando solo de lo meramente formal sin pasar a la fuerza emocional que contiene. La figura de Cristo llena toda la escena realzada de forma magistral con la túnica vaporosa de un color rojo frío que trás su restauración podemos ver en toda su intensidad inicial. El resto de los personajes no son meros comparsas, sino qué, por el contrario, mantienen su propia personalidad e independencia y sobre todo, y esto es un paso gigantesco del pintor en la españolización de su pintura, estan llenos de humanidad y realismo, muy por encima de los que vimos en la Trinidad. Ahora son gente corriente llenos de fuerza y de vida y dispuestos en actitudes variadísimas perfectamente conjuntadas que rodean la robusta figura  del Salvador a quién el Greco separa tajantemente del resto terrenal con esa expresión de tristeza y serenidad sobrenatural.

Las figuras de las Marías del primer plano que ponen su atención en la preparación irremediable de la cruz, así como la del carpintero en una audaz y soberbia postura, dan algo de profundidad a la obra, propiedad que el pintor ha obviado intencionadamente desde el primer momento lo mismo que la definición del lugar ó el introducir alguna apertura ó algún paisaje de fondo, indispensable en toda obra de la época. Se limita a una pequeña franja de cielo encendido en fulgores de luz de luna donde destaca un campo de lanzas y una minúscula porción de suelo delante para acomodar el pié casi transparente del Maestro.

Cobró mas el Greco por la traza y la ejecución del altar en el que iría esta obra que por ella misma. Se cobraba más de escultor ó arquitecto que de pintor, máxime tratándose de un artista casi desconocido aquí, del que se sabía poco, ni  qué bienes poseís, ni siquiera porqué había venido a España. Sin embargo él ya se enorgullecía de su forma de hacer y, sobre todo, era consciente de que el Expolio era ya una verdadera obra maestra. Una vez acabada había que tasarla y para ello se nombraban tasadores por ambas partes, el pintor y el Cabildo en éste caso, y se trataba de llegar a un acuerdo. En el primer contacto la cosa quedó en 900 del primero contra sólo 227 que ofrecía éste último; se nombró un mediador que acabó fijando el precio en 317 ducados que el pintor no aceptó inicialmente, ya que a esta imposición económica se añadieron varias condiciones que concernían a la obra misma: las Marías eran improcedentes por no figurar en el texto evangélico y había que suprimirlas; las armaduras y celadas no eran de la época de Cristo y además debía quitar cabezas que no podían estar de ningún modo por encima de las de Jesús. Consolémosnos porque al final, aunque el Greco no sacó un ducado más, ninguna de estas cosas se suprimieron, seguramente gracias a la fama y popularidad que rápidamente consiguió esta magnífica obra.    

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