martes, 21 de junio de 2016

pierre bonnard - almuerzo bajo la lampara 1898


a pesar de integrarse en el grupo de los llamados por sí mismos "nabis", palabra derivada de la hebrea nebiim, profeta, no reflejó casi nunca en su producción artística el lado espiritual y simbolista, a la manera de Gauguin, que impregnó éste movimiento sino aquel otro más doméstico e intimista. Eso sí, abandonó en general los escenarios tridimensionales y el colorido natural en sus sombras y luces, siendo estas últimas muchas veces forzadas y actuando siempre en aras del color, el color al servicio de los sentimientos que el artista quiere reflejar en su obra; toda la obra de Bonnard está marcada por ésta intención. 

Siguiendo con la pauta que vimos en la entrada anterior, el gran jardín, nos ofrece en esta otra obra, ya cercano el final de siglo, una escena familiar absolutamente secilla y cotidiana, repetida en miles de hogares: la hora de la cena. Bonnard establece dos únicos planos, uno, el del fondo, iluminado por una lámpara visible, mientras el de delante queda en claro contraluz, ambos de líneas desdibujadas y formas difusas qué contribuyen a remarcar la intimidad del momento. Aparece ese tono anaranjado que repetirá en muchas otras obras e irá intensificando poco a poco.
La pequeña cabeza de la niña, al situarla en el centro geométrico de la escena,resaltando de la negrura del fondo, da unidad y centra toda la composición. Pese a su máxima sencillez, el resultado es brillante y cargado de ternura.    

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