viernes, 3 de noviembre de 2017

edvard munch - el beso 1897


Tras la presentación de sus famosos seis cuadros  de iniciación del Friso de la Vida en la exposición de Berlín de 1893 que hemos mencionado ya anteriormente, Munch comienza a elaborar un cierto número de obras que expresamente habrían de formar parte de éste, tarea en la que se ocupará durante todos estos años.
La idea es abordar las diferentes etapas que constituirían el drama humano, desde el nacimiento hasta la muerte, mostrando paso a paso las emociones más profundas que se desencadenan a lo largo de nuestra  vida. El propio pintor habla de sí mismo cuando dice:

"mi pintura es en realidad una confesión hecha por mi propio albedrío, un intento de aclararme a mi mismo mi concepto de la vida....en el fondo, no es sino una especie de egoismo, pero no quisiera perder la esperanza de que pudiera ayudar a otros a alcanzar claridad sobre sí mismos".

Como veis con éstas palabras, Munch nos sorprende al dar al ciclo de la existencia humana, a los avatares de su propia vida reflejada en sus cuadros , una capacidad de proyección vivificante y optimista en provecho de los demás. En esencia ésta sucesión de obras debía reflejar el tema del amor y la muerte y así, el pintor sugirió cuatro etapas: -el despertar del amor - la plenitud y el fín del amor -miedo a la vida - muerte. Fué en el año 1902 en los salones de la Sezession de Berlín donde por primera vez presentó Munch su Friso como un conjunto. Por su importancia transcribimos aquí lo que el artista dice del mismo:

"En 1902 se exhibió el Friso de la Vida en la Sezessión berlinesa como friso, instalado a lo largo de las paredes del vestíbulo. Los cuadros perdieron en impacto e inmediatez, pués estaban colgados a demasiada altura. Los lienzos llevaban marcos blancos diseñados por mí. Y no dejaron de impresionar a los espectadores, ya que a pesar de las disimilitudes los cuadros se parecían entre sí - diferían en el colorido y en el tamaño, aunque, además de los marcos, estaban vinculados por ciertos colores y -líneas horizontales y verticales - las verticales de las paredes y los árboles - de los suelos - de la tierra- de los techos - de las copas de los árboles - y todavía más horizontales - en las líneas del mar - ondulante canción de cuna. Había unos tonos verdigrises muy tristes en las habitaciones donde alguien acababa de morir - gritos anunciando calamidades bajo un cielo color sangre, una mancha chillona de rojo-amarillo y -verde luminosos. Era como una sinfonía - los cuadros provocaron un gran alboroto - gran hostilidad y gran aclamación."

un año después, en 1903, volvió a exponer otro Friso en la galería Beyer de Leipzig con un total de 18 obras. Aquí la exposición se desarrollaba en cuatro paredes y la primera de ellas la dedicó Munch a "el despertar del Amor", donde colocó el cuadro que estamos comentando, el Beso, que había llevado a cabo en 1897, y su famosa Madonna, obra de 1895. A su lado, parece ser estaba Cenizas de 1894, aún cuando debería por su contenido pertenecer a la siguiente serie "plenitud y fín del amor", pués refleja por la actitud de hombre y mujer el fracaso de una relación. Entre las obras comprendidas en la serie "el despertar del amor" se encontraban Claro de luna, 1895, y la Voz, 1893 del que ya hemos hablado; asimismo en  "miedo a la vida" colocó entre otros el grito y Atardecer en el paseo Karl Johann, 1892, y, finalmente en "muerte" estaban Madre muerta con niña, 1897-99, Junto al lecho de muerte, 1895 y Muerte en la habitación, 1895. Existen algunas fotografías de ésta exposición de Leipzig.
El Friso volvió a exponerse sucesivamente en Copenhague, Cristianía y finalmente en Praga. En todas ellas Munch reemplazaría unas obras por otras e incluiría otras versiones de grabados y litografías, pero siempre manteniéndose fiel a la pretensión original de evocar las emociones más fuertes del hombre.

Con el Beso, Munch puede estar perfectamente hablándonos del "despertar del Amor", la emoción del primer beso, el éxtasis de los primeros contactos con el ser amado y desconocido, la fuerza de la vida que se empieza a descubrir....pero también nos podría estar enseñando su plenitud, el enlace final trás muchas emociones y sentimientos hasta entonces controlados. Aquí el pintor simplifica una vez más al máximo todas las formas, economiza el color quedándose en tonos oscuros y fríos e intenta por todos los medios ofrecernos un símbolo, sin adornos y sin ninguna sujección a la realidad, al detalle de las cosas. Por no poner, realmente no hacen falta alguna, no pone ni caras, ni labios que serían los protagonistas, basta la imagen escueta que cualquiera entiende a la primera y que resulta muchísimo más expresiva, aunque en esos años la inmensa mayoría lo deshechara como arte. Hoy día podría ser cualquier cartel anunciador brillante, escueto y preciso. Munch estaba empujando la vanguardia hacia el expresionismo que , a su vez, empujaría todo el movimiento artístico hasta donde hoy en día nos encontramos.

Como remate os traigo otra obra con el mismo título, el Beso, de Gustav Klimt del año 1908 y por último la famosa de Pablo Picasso de 1969.       

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