Ya apuntábamos en nuestra anterior entrada, García Aznar conde de Aragón, que la decisión de trasladarse a Roma, una vez completada su formación artística, la tomó Rosales un poco a la ligera, sin contar con apoyo oficial alguno que le asegurase su subsistencia en la Ciudad Eterna. En parte animado por sus compañeros de oficio, quienes le ayudaron en sus primeros gastos, en parte por los auspicios del pintor y amigo Vicente Palmaroli, acabó finalmente en la entonces meca del arte, con muchas ilusiones y un gran porvenir a la vista, dado el notable nivel artístico alcanzado en sus años de aprendizaje.
Afortunadamente, en un plazo relativamente breve, obtuvo al fin, un poco a modo de gracia, la codiciada beca otorgada por la Academia de Bellas Artes que le permitía la estancia sin problemas, pero al mismo tiempo le obligaba a la realización de la consabida obra obligatoria como al resto de los becados. El mismo año de 1858 dió comienzo a los bocetos y estudios previos relacionados con este pasaje bíblico, Tobías y el Angel, que nuestro pintor, sea por su ya incipiente mal estado de salud, o quizá por circunstancias artísticas más profundas, nunca acabó definitivamente. Fueron nada menos que casi cinco años de dudas, arrepentimientos, vueltas a empezar, descontento y hasta frustación.
En definitiva, mal aceptada por sus académicos mecenas, pero.......el tiempo inexorablemente pone las cosas en su sitio: para nuestra época la obra constituye una hermosa y espontánea representación del pasaje, sin necesidad de añadirle nada de los detalles minuciosos y académicos que entonces eran los más valorados y se consideraban imprescindibles en toda obra "bien acabada".
Del esfuerzo y atención que puso en ello son testigos la gran cantidad de dibujos preparatorios que hoy se conservan en el Museo del Prado. Acudir si os interesa a la página sobre esta obra del Museo del Prado en la web .(ver FICHA TÉCNICA ).
Mucho antes de sus años romanos, ya hacia 1809, un grupo de artistas agrupados en la llamada Hermandad de San Lúcas, de origen alemán, que posteriormente serían denominados Nazarenos, se había instalado en el monasterio italiano abandonado de San Isidoro, viviendo como una auténtica comunidad religiosa. Reivindicaban en su contenido artístico el espíritu religioso medieval. la espiritualidad de los primeros cristianos, virtudes un tanto desprestigiadas por la modernidad, y el uso de la pintura monumental al fresco. Rosales, al igual que otros compañeros en la Academia, entró en contacto con ellos, y quizá buscó inspiración para la realización de su obra en algunas de sus ideas básicas. Una de ellas era el incluir a menudo figuras angélicas en sus representaciones.
Así, podemos ver aquí al arcángel San Rafael mostrando al joven Tobías, reposando abrazado en su regazo, un gran pez del que debe extraer la hiel que logrará curar la ceguera de su padre.
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