mientras Rico estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid tuvo entre sus profesores a un pintor ya consagrado, Federico de Madrazo, uno de cuyos hijos, Raimundo era compañero de estudios con el que cobró gran amistad, amistad que fué para toda la vida. Cuando en 1862 Martín Rico llegó a París, ya estaba allí él cursando estudios en la Escuela de Bellas artes de esa capital. Allí conoció a Camille Pissarro y a Charles-François Daubigny, principal impulsor y creador de la famosa escuela de Barbizon.Y aquí debemos hacer un alto y contar algo de éste acontecimiento importantísimo en el desarrollo de la pintura de Rico.
Lindando con el bosque de Fontainebleau se encuentra el pueblecito de Barbizon, lugar que eligieron los componentes de éste círculo de pintores para reunirse, solían hacerlo en el Albergue Ganne de ésta localidad, sintiéndose atraídos por la pintura al aire libre en las bellísimas entrañas de sus paisajes naturales, lugares repletos de una naturaleza salvaje y espectacular.
Hay que tener en cuenta que ya un año antes, 1861, había sido consignado como la primera reserva natural que se creaba en éste planeta. El pueblo que da nombre al bosque se encuentra en su borde este y el río Sena pasa a pocos kilómetros de allí. Los artístas que allí comenzaron a desplazarse venían "huyendo" de la cansina e implacable atmósfera academicista que se venía respirando en la ciudad de París. Un lugar apartado y salvaje en contacto con la naturaleza era su mejor manifiesto y, en cierto modo, se estaban anticipando a los propios impresionistas. Constable, cuya exposición de París del año 1824 había revuelto los ánimos y empujado a todos estos artistas hacia ese tipo de pintura, pintaba hermosas escenas rurales que influyeron en todos ellos, siendo Jean-Baptiste Camille Corot, Théodore Rousseau, Jean-François Millet y Charles-François Daubigny, ordenados por edad de mayor a menor, quienes decidieron la creación del grupo. Pues bién, fué a través de Raimundo de Madrazo que Martín Rico entró en contacto con Daubigny comenzando a pintar en su propio estudio. De ahí a la transformación del pintor solo había un paso y éste lo dió como podemos ya observar en la obra que presentamos de las orillas del Sena. Al contrario que muchos otros pintores, Rico adquirió rápidamente en París reputación de excelente paisajista y comenzó a exhibir sus obras en el Salón de París con gran éxito.
El cuadro es ya del año 1869, uno más entre varios que pintó en este lugar , Poissy, donde ese gran río francés, ya corriente abajo de París, comienza a engrosar su caudal y a conformar sus hermosos y amplios meandros. Y estamos ante uno de los más bellos paisajes verdes que puedan haberse pintado. Las dificultades de la relación luz-sombra en los verdes naturales, especialmente los de la floresta, son aquí espectacularmente superadas dando lugar a una bellísima sucesión de tonos que van desfilando a lo largo de la orilla del río.
-¿que cantidad de verdes diferentes es usted capaz de ver?
-Pues mire casi todos los posibles dentro de la tonalidad general de la obra. Es algo difícil de superar, aún cuando los innumerables y excelentes paisajistas dentro del realismo que se sucederían a lo largo de todo lo que quedaba de siglo y de parte del siguiente siglo XX se esmeraron en que ésto no fuera así. Observar y admirar los reflejos de los árboles en el río. No serán los últimos de Rico, cada vez los hará mas naturales y serenos. El conjunto de las tres bandas, cielo, árboles, río, están tan perfectamente entonadas y relacionadas que constituyen una unidad perfecta contribuyendo a expresar esa quietud y serenidad del lugar y el momento. Parece que el pintor ha parado el tiempo y para enfatizarlo ha introducido personas en estado de reposo, inmóviles y a la escala perfecta para conseguir ésta sensación.
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