viernes, 1 de noviembre de 2013

francisco pradilla y ortiz - la reina doña juana la loca recluida en tordesillas con su hija, la infanta doña catalina 1906



Cuadro de gabinete pintado por Pradilla en plena madurez de su carrera y facultades, que testimonia una vez más el interés de este pintor durante toda su vida por la atormentada figura de la reina doña Juana de Castilla, tema predilecto de sus composiciones históricas.Elige como argumento de su composición histórica el pasaje de la reclusión de la soberana en el Castillo de Tordesillas (Valladolid), donde quiso encerrarse de por vida junto al cadáver de su esposo.Así, la reina aparece en el interior de una sobria estancia, sentada junto a un ventanal por el que puede verse el austero paisaje de llanura ante el que se yergue esta ciudad vallisoletana. Extasiado su pensamiento por el recuerdo de su amado esposo muerto, abandona la lectura de un libro apoyado en el alféizar y dirige su mirada perdida hacia el espectador, sin advertir los requerimientos de su hija, la pequeña Infanta Catalina, que se arroja en su regazo para llamarle la atención de sus juegos. Sentadas junto a la chimenea de la sala, contemplan y custodian a la enajenada reina una dama de su corte, ricamente vestida y con un rosario entre las manos, y una criada, de indumentaria más modesta, que hila lana en una rústica rueca. A la derecha, una artística verja separa la estancia de una capilla, pintada al fresco en su testero con la figura del Pantocrátor, y en su cornisa con las efigies de varios santos. En el extremo opuesto, una puerta entreabierta en el muro del fondo permite contemplar el féretro que contiene los restos mortales de Felipe el Hermoso, de cuya compañía doña Juana no quiso separarse un instante.Además toda la intensidad romántica y melodramática a que la locura de esta soberana, y en concreto de este episodio, se prestan, Pradilla incorpora aún en la presente composición nuevos elementos sentimentales que refuerzan su carga emocional a través de los lazos afectivos de los distintos personajes que acompañan a la reina, como la paciencia resignada y comprensiva de las mujeres de su séquito personal y la ingenua inocencia de la Infanta niña, atenta tan sólo a sus juegos y ajena por completo al patético ambiente que la rodea.Pradilla saca el máximo provecho a sus recursos decorativos insistiendo en la acumulación de accesorios y elementos anecdóticos, primorosamente descritos con la técnica jugosa y diestra del pintor, que llaman poderosamente la atención del espectador, dando gusto a la clientela que formulaba este tipo de encargos al maestro, y cambiándose así el carácter de la obra en una pintura preciosista de gabinete con argumento histórico, a gran distancia de la concepción monumental y grandiosa de la gran Pintura de Historia.Pradilla concibe la composición de este episodio con un elaborado despliegue escenográfico, haciendo coincidir en un mismo cuadro muy variados ámbitos espaciales, de tratamiento atmosférico diverso y a veces contrapuesto, sin perder por ello la unidad de la composición.Por otra parte, Pradilla hace aquí gala de sus ricos conocimientos arqueológicos sobre la época de los Reyes Católicos y el lugar donde se desarrolla la escena, mezclando sabiamente en su eclética arquitectura las pinturas murales románicas de inspiración bizantina, la arquitectura morisca del balconaje y el encuadre de la puerta, junto al gótico flamígero de la embocadura de la chimenea, que enmarca el escudo real. Ropajes y mobiliario están igualmente cuidados, llamando sobre todo la atención los distintos objetos dispersos por la estancia y que requieren, precisamente por su carácter accesorio y decorativo, todo el esmero descriptivo por parte del pintor.El comprensible éxito de esta composición provocó su repetición en otra versión ampliada, pintada por Pradilla para Luis de Ocharan un año después, y hoy, también conservada en el Prado (Texto extractado de Díez, J.L.: Pintura española del siglo XIX: del neoclasicismo al modernismo: obras maestras del Museo del Prado y colecciones españolas, 1992, pp. 158-160).

 (extraído de la página oficial del Museo del Prado :  http://www.museodelprado.es/ )

No hay comentarios:

Publicar un comentario