un cuadro exquisito de uno de los múltiples rincones que se podían y se pueden encontrar en el bosque de Fountainebleau, al que ya nos hemos referido al comentar una de las obras de Martín Rico, el Sena en Poissy.
Jules Louis Philippe Coignet, pintor nacido en París en 1798, fué un expositor habitual en el Salón de esa ciudad durante muchos años, obtuvo una medalla de oro un año antes de pintar éste cuadro y, más aún, fué nombrado Caballero de la Legión de Honor a sus 38 años.
Como a tantos pintores franceses del momento, la exposición celebrada en la capital de Francia el año 1824 por John Constable, le produjo una fuerte impresión e influyó definitivamente en su pintura y en la necesidad de salir al aire libre en busca de la naturaleza, y así, fué también uno de los muchos que eligieron el bosque de Fontainebleau como campo de trabajo ideal, pués era el lugar perfecto para perderse en su espesura donde nunca faltaban escenarios a la medida de cada cual. Robles centenarios, pequeños barrancos, rocas por doquier, terrenos áridos, laderas arenosas..., en fín, todo un repertorio.
Coignet, en éste sentido, fué todo un pionero, aún cuando el lugar ya había sido frecuentado por pintores desde finales del siglo XVIII como Bidauld, Aligny, y Brascassat, verdaderos vanguardistas ya en su forma de pintar al aire libre. De una forma especial, Los árboles llamaron la atención de nuestro pintor, realizando obras en las que representa tan solo uno de ellos, el árbol protagonista exclusivo del cuadro. Escribió además un libro sobre la pintura del paisaje.
Viajó y pintó por media Europa, Italia, Sicilia, Suiza, Alemania y, fuera del continente, por Egipto y el Líbano.
El representarse a sí mismos pintando, en éste caso al aire libre, fué un tema nada infrecuente entre los paisajistas de la escuela de Barbizon. Incluso todavía se pueden encontrar dibujos y caricaturas de algunos de ellos en éste menester en algunas de las posadas ó habitaciones que los artistas de este grupo alquilaban en los pueblos vecinos al bosque de Fontainebleau. Por otro lado, era frecuente que se reunieran profesores y alumnos a pintar en un mismo lugar y un mismo tema, e incluso que colaboraran unos en las obras de otros. Eran verdaderos talleres al aire libre que fomentaban la colaboración y potenciaban enormemente la eficacia del aprendizaje. Eso sí, como es natural tenían que cargar a sus espaldas con, al menos, un taburete, una base a ser posible plegable, la caja de pinturas, afortunadamente aligerada de peso tras el invento del tubo de óleo como lo conocemos hoy, y ,casi del todo indispensable, un paraguas. Ah!, se me olvidaba lo principal, y el lienzo. Tras ellos, a partir de 1840, cuando el proceso de revelado en el estudio fué factible, llegaron los fotógrafos.
La obra que veis de Coignet, aparte de todo lo indicado en los párrafos anteriores, es de una delicadeza y colorido notables. Aquí el artista da el protagonismo a las rocas pero deja traslucir su afición por los árboles incluyendo uno, puede que un arce, que establece perfectamente un equilibrio con la horizontalidad de éstas. Con todo, la gran protagonista realmente es la luz a través de ese sol suave y benigno de la campiña francesa tan maravillosamente conseguido con apenas perfilar las caras iluminadas de las rocas.
Algunos artistas famosos en Fountainebleau :
claude monet 1865
Théodore Rousseau 1852-54
corot
corot 1840
cezanne 1868
sisley 1885
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