En la ladera de la montaña se abre una senda bordeada por hayas inclinadas. Con toques fuertes y briosos de ocre contrastando con los tonos pardos y sombríos, consigue Haes plasmar un paisaje en cierto modo espectral al intentar captar la luz destelleante que se filtra a través del tupido enramaje, y las formas retorcidas y caprichosas de los troncos y las ramas de los árboles (Texto extractado de Gutiérrez Márquez, A.: Carlos de Haes en el Museo del Prado 1826-1898, Museo del Prado, 2002, p. 134).
(extraído de la página oficial del Museo del Prado : http://www.museodelprado.es/ )
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