lunes, 18 de diciembre de 2023

muerte de Lucrecia - 1871


 ya desde el año 1865, Rosales, en Roma, había comenzado a pensar  en otra gran obra histórica que volviera a triunfar en alguna de las próximas Exposiciones Nacionales, tal como ocurriera con su homenajeado Testamento de Isabel la Católica. Finalmente se decidió por un suceso fundamental en la historia de la Roma antigua y que pudo conocer en los Anales de Tito Livio : Lucrecia ultrajada por Tarquinio, un tema más de carácter moral ó ético que meramente patriótico ó enmarcado en la época medieval.

No pudo acabar la obra cuando había previsto y hubo de esperar para su presentación hasta la del año 1871. Al parecer, según él mismo afirmó, el personaje de Lucrecia y la movilidad de los caracteres que la escena exigía, ciertamente violenta, le trajeron de cabeza durante muchos meses.

Dos años antes, en 1869, Rosales ya se había traído la obra acabada a España, junto con la presentación de Don juan de Austria, Doña Blanca de Navarra entregada al captal del Buch y el retrato de la señorita Concha Serrano que veremos más adelante; debió de estar casi cuatro años embebido en sus preparativos y ejecución. Finalmente se pudo ver en los salones de la Exposición que aquel año, 1871, estuvo presidida en su inaguración por los reyes Amadeo de Saboya y esposa. Rosales obtuvo, una vez más, casi por unanimidad, la primera medalla de oro. Sin embargo, gran parte de la crítica posterior le fué adversa, llegando a decir cosas como que " parecía pintado con brocha de afeitar" ó ...."parece el autor empeñado en abocetar y no concluir"...

Para la crítica era pues un boceto de grandes dimensiones.

Rosales reaccionó ...."sì,  el cuadro no está terminado, pero está hecho", y enrolló la tela y se la llevó a su estudio sin ni siquiera aceptar las 12000 pesetas que Fomento le estaba ofreciendo. Diez años más tarde, ya muerto el pintor, el Estado lo adquiriría pos 35000 pesetas. Todo debido a que la obra es de una maravillosa y desconcertante modernidad, pero que a Rosales le sirvió para amargarle los últimos años de su vida.

Lucrecia, violada por Tarquinio, hijo del Rey de Roma, se suicida. Rosales reproduce la escena en una estancia lúgubre y gris en la que resplandece la piel blanca y mortecina del brazo y la cabeza de la mujer que parece llenar toda la escena. El resto de los personajes, su padre y su esposo que sujetan su cuerpo, Bruto a la derecha levantando un puñal y jurando venganza, y al parecer Valerio, visten todos ropas de tonos austeros, apenas sin colorido, pero, no quisiera insistir en ello, ejecutados todos con tal soltura y espontaneidad, tal economía de trazo, tal rigor y realismo, que parece hecho por cualquier pintor posterior en varias décadas a Rosales.

Muchísimos pintores trataron este tema de Lucrecia, tales como Durero, Tiziano, Boticelli, Rafael, Tintoretto, el Veronés, Rembrandt, Artemisa Gentileschy, Tiépolo ctr. ctr. 

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