viernes, 21 de junio de 2013

anthony van dyck - sanson y dalida 1618-20


previo a cualquier comentario sobre esta obra,es obligado que veais el mismo tema representado por su maestro Rubens nueve años antes. Van dyck ,como veis, tomó del maestro al menos la posición de los dos personajes principales e incluso la del criado, brazo ejecutor del mas famoso corte de pelo de toda la historia. Bueno, me direis que también tomo a la anciana, convertida ahora en ancianas, que mete su prominente barbilla en escena, y también a los cómplices que la observan sigilosos, a cierta distancia y sin duda temerosos aún de un peligroso despertar del hercúleo juez. En definitiva, las escenas se parecen muchísimo, aunque invertidas.

Pero los cuadros en conjunto son totalmente diferentes, oscuro y cerrado el de Rubens, luminoso y abierto el de su joven colaborador que reduce el enorme corpachón de Sansón que aparece en el primero a un cuerpo de proporciones mas hermosas y abarcables. Además todo el conjunto del maestro es enormemente barroco y cargado de sensualidad a la vez que de dramatismo, la multitud de pliegues, el detalle de la musculatura superabundante, las curvas de dedos, cabellos, contornos del cuerpo, todo está pintado en otra onda. El del discípulo se acerca a mi entender a Venecia y su pintura, al gran Tiziano, más cercano, tranquilo y sereno. El vestido de Dalida , con ese brillo plateado y cálido está casi a la altura del de color granate con el que viste Rubens a la heroína bíblica. En fín, las dos son excelentes representaciones aunque, para mí, es muy superior la de éste último, como por otra parte es natural que así fuera.

En ambos cuadros, por otro lado, se pasa de la penumbra a la luminosidad que desprende el cuerpo semidesnudo de Dalida, quién ocupa en los dos casos el vértice superior del triángulo de la composición y se erige en la mujer triunfadora, símbolo de la voluptuosidad que somete al hombre de Dios, poderoso en su fuerza y en su integridad. Realmente la mujer está traicionando el amor de Sansón, amor del que se ha valido para arrancar el secreto de su fuerza, su cabello de hombre al servicio divino, y, quizá por ello, Van Dyck la representa entre asustada y arrepentida, aún cuando haga una exhibición de sus encantos como corresponde a su simbología dentro de ésta tan repetida escena.

El resto de la historia seguramente la sabreis casi todos : una vez perdida su fuerza, los filisteos lo dejan ciego, lo hacen su esclavo y le ponen a moler grano en Gaza. Posteriormente es llevado al templo filisteo para ser sacrificado a su dios Dagón, pero Sansón, invocando a su Protector le provea por última vez de su antigua fuerza, derrumba las columnas del templo y muere sepultado junto a miles de sus enemigos.

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