no os asombra la delicadeza de este bello conjunto floral ?. Muchas veces en el arte y en la literatura, que se puede extender a cualquier obra salida de las manos del hombre, cosas pequeñas y breves pueden estar repletas de arte con mayúsculas. Para mi gusto, esta obra de Catharina Backer, lo éstá.
Se trata de una pintora por el mero gusto de serlo, llena de sensibilidad, pero, por suerte, sin la intranquilidad y el afán por la fama ó el beneficio económico que agobia a casi todos.
Catharina Backer, nacida en Amsterdam en 1689, era hija de un destacado abogado de la localidad, quien a su vez provenía de una muy ilustre familia. A sus 22 años casó con un activo coleccionista de arte, su primo hermano Allard de la Court. Como veis, estamos ante una artista del siglo XVIII inmersa en la más alta clase social del momento, nacida en una ciudad cada vez más próspera y relacionada por todos lados con el mundo del arte.
Si muchas de las familias de este nivel valoraban la buena educación de sus hijas como algo esencial para su desenvolvimiento posterior en sociedad, en su sociedad, claro, en general las buenas formas, la danza, la educación en la mesa, el buen gusto en el vestir se consideraban suficientes cualidades y la educación artística, si exceptuamos la música, brillaba por su ausencia. Naturalmente, había excepciones y el caso de Catharina fué una de ellas, sus padres la introdujeron desde pequeña en el arte, la literatura y los idiomas e indujeron en ella al mismo tiempo el gusto por la lectura.
Además habia otra razón por la que sus padres volcaron su afán en la completa educación de su hija. Catharina, desde muy temprana edad era una niña melancólica en demasía. Su formación la impulsaría y sacaría de ese estado lánguido, como así fué. Recibió al mismo tiempo, junto con su hermano, clases de pintura y dibujo, y aunque no se sabe con certeza quienes fueron sus maestros, es muy posible que la pintora coetánea Rachel Ruysch, a quien encontraremos en la siguiente entrada de este blog, fuese uno de ellos.
La colección de obras de arte que sus padres poseían, entre las que se encontraban numerosos retratos, paisajes y bodegones con flores, dos de ellos encargados a Rachel Ruysch, además de muchas muestras y láminas de historia natural, estaban a su disposición. Lo cierto es que Catharina comenzó copiando y pintando cuadros de naturaleza ó florales desde el primer momento : el Museo de Amsterdam posee un álbum suyo con 250 dibujos a lápiz, pastel, acuarela, gouache.....de entre 1706 y 1722, posiblemente como recopilación de los diez albunes que había llevado a cabo antes de 1911, año de su matrimonio, a los que añadiría dibujos y bocetos posteriores. En el aparecen estudios de cabezas, manos, figuras desnudas, frutas y flores y copias de obras de algunos pintores y excepcionalmente escenas históricas y originales suyas.
La galería de arte de los esposos Le Court - Backer, su propia casa en Leiden (Amsterdan), la más fecuentada de Amsterdam, acumuló tantas obras propias, a las que se fueron sumando las adquiridas por Allard de manera cada vez más gradual, que hubieron de cambiar de residencia.
A pesar de sus años de entusiasmo artístico, hay que puntualizar que Catharina fué, digamos, pintora solo en su juventud. Efectivamente, poco después de contraer matrimonio dejó de dibujar y pintar, alarmando a su padre por la posibilidad de una recaída de su melancólico estado de ánimo. Pudo ser el dolor por la muerte de dos de sus hijos siendo aún muy pequeños, ó de su otra hija Sara con 33 años, a lo que se sumaría la incapacidad mental que se manifestó en su hijo Peter, lo que mermó su actividad artística. Otro duro golpe fué la muerte de su padre en 1731 y los problemas familiares que acarreó el reparto de su herencia.
No obstante se sabe que la pintora siguió manteniendo una gran actividad como coleccionista de arte y marchante y posiblemente salgan a la luz obras de este largo período. Murió el año 1766.